El PIB per cápita español no crece desde hace 15 años mientras el de Portugal sube un 7,5%
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El PIB per cápita -que es el indicador de referencia del progreso y el desarrollo de los países- no crece en España desde hace 15 años. En 2005 se situaba en 23.500 euros de media y a finales del ejercicio pasado se situó en 23.800 euros. Estas son las conclusiones de un estudio que recopila las estadísticas oficiales españolas y de otras instituciones internacionales como el FMI o la OCDE a cargo de Jesús Fernández-Villaverde, catedrático de Economía de la Universidad de Pennsylvania.
Lo que dicen las cifras es que «estamos mucho más allá de una década perdida y que nos encaminamos hacia los 25 años de carencia de crecimiento económico», asegura el autor del estudio. Durante este periodo se han sucedido los gobiernos socialistas y los del PP sin que se haya observado un cambio de signo relevante en lo que constituye el índice revelador de la pujanza de los estados.
La comparación de la situación española con el resto del mundo desarrollado resulta demoledora. Durante ese mismo periodo, entre 2005 y 2021, el PIB per cápita de Irlanda -«una verdadera historia de éxito gracias a sus numerosas reformas estructurales y bajos impuestos»- aumentó un 79%. Pero otros casos, sin ser tan impresionantes y extremos, son igualmente elocuentes.
En Alemania, el PIB per cápita creció un 18,7%; en Estados Unidos, el alza fue del 17%, y ya, bajando destacadamente en el ranking, Japón -tradicionalmente asediado por el estancamiento económico, producto de una sociedad muy envejecida y completamente blindada ante la inmigración- registró un aumento de su producción media del 7,8%. Quizá la comparación más desfavorable es con Portugal, que tuvo un incremento en dicho periodo del 7,5%.
Estos datos se traducen en una creciente pérdida de peso específico de España en la economía mundial, a la que apenas aporta el 1,37%, «con las consecuencias que este camino de postración tiene en la importancia del país en la esfera internacional», según Fernández-Villaverde.
Las cifras son del mismo modo reveladoras en lo que respecta al mercado laboral. En 2005, el número de trabajadores sumaba 19,2 millones de personas. Quince años después, la cifra apenas ha subido hasta 19,5 millones -apenas un crecimiento de 400.000 ocupados a lo largo de un intervalo de tiempo tan largo-. La tasa de paro, que entonces era del 9,1%, llegó en 2021 al 15,3%.
De acuerdo con la compilación realizada por el también catedrático visitante de las universidades de Harvard, Princeton, Yale, Oxford y Cambridge, el déficit estructural -que descuenta los ingresos y los gastos coyunturales ligados al ciclo económico- ha pasado del 3,4% al 5%, y la deuda pública se ha disparado de manera dramática, desde el 42% al 120%. Este nivel es particularmente peligroso, a juicio de Fernández-Villaverde.
«Si la respuesta a la crisis de oferta que padecemos con motivo de la guerra de Ucrania es promover más gasto público la situación empeorará en el futuro». A su juicio, el país afronta una combinación de amenazas que exigirían «un fuerte liderazgo político y el impulso decidido de reformas estructurales -particularmente en el sistema educativo y en el entramado institucional-«.
La inflación está disparada, los tipos de interés van a seguir subiendo durante los próximos meses, asistimos a un colapso demográfico y, adicionalmente, estamos obligados a descarbonizar la producción de energía. «Son hechos lo suficientemente graves como para que las medidas del Gobierno sean radicalmente distintas a las que se han venido adoptando en anteriores crisis, que han consistido, primero, en negar la realidad y después en inventar respuestas cortoplazistas», asegura el autor del estudio.
De acuerdo con Fernández-Villaverde, la evolución de la demografía representa otro riesgo evidente para poder financiar el sistema de pensiones. Entre 2005 y 2021, la población total en España creció en 4,1 millones de personas, pero todo el incremento se debió a la inmigración e hijos de los extranjeros nacidos ya en el país. En ese lapso de tiempo, los españoles nativos menguaron en torno a un millón y envejecieron mucho (4 años más de media de edad y 2,2 millones más de mayores de 64 años).
Los empleos apenas han aumentado un 3% frente a un 10% más de gente viviendo en España. «Son cifras alarmantes», que deberían invitar a un cambio radical de las políticas públicas, acelerando las reformas -sobre todo en la educación, «que es crucial»- y enfocando la acción legislativa en el largo plazo.
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