Los fabricantes de coches diésel y gasolina entran en pánico ante nuevas exigencias de emisiones de la UE
Desde las patronales se considera que unas exigencias irreales pueden destrozar el sistema productivo actual
"Reducir emisiones, sí, pero desde la tecnología actual" es su consigna
La organización empresarial que engloba a los grandes fabricantes de coches de la Unión Europea ha entrado en pánico ante la última propuesta regulatoria que llega desde la comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo y que propone aumentar las exigencias de reducción de emisiones del 15% al 20% para 2025 y del 30% al 45% para 2030. Esto afectaría a todos los motores, independientemente de si son diésel o gasolina.
«No podremos hacerlo», consideran fuentes de los fabricantes, que piensan que estos objetivos, que tendrían que ser votados por la Eurocámara, son irreales e incompatibles con una transición ordenada hacia tecnologías con menos emisiones. Según aseguran fuentes de la industria, actualmente no existe la infraestructura de puntos de carga necesaria para hacer un traslado súbito hacia el coche eléctrico tal y como parece querer la medida. Y la patronal europea de fabricantes, donde se integra la española Anfac y primeros espadas como BMW, Daimler, Fiat-Chrysler, Ford, Honda, Hyundai, PSA, Iveco, Renault, Toyota, Jaguar o Volkswagen; fue muy clara en este aspecto: «Estamos muy preocupados. Los niveles de reducción extremadamente estrictos adoptados son totalmente irreales, ya que requerirían un cambio masivo y repentino a la electromovilidad. Las condiciones marco para tal cambio sísmico claramente no existen ahora mismo, y los consumidores simplemente no están listos para ser completamente eléctricos en tan poco tiempo».
Estas nuevas condiciones para las emisiones que emanan de la capital europea aún no son definitivas, porque tendrían que establecerse más allá de 2021, cuando acaban los compromisos actuales. Por eso los fabricantes están preocupados ya que consideran que, mientras están haciendo un esfuerzo por cumplir los compromisos actuales de emisiones, establecer unos compromisos mucho más restrictivos podría colapsar el sistema productivo de automóviles europeo.
En plena crisis del diésel
Este nuevo frente abierto para la industria automovilística se produce en uno de los momentos de mayor incertidumbre para los fabricantes, puesto que los vehículos con motores diésel afrontan restricciones en las principales ciudades del continente, lo que está llevando a un descenso dramático en sus pedidos. Este mismo jueves, la planta de Volkswagen en Landaben (Navarra) vuelve precisamente al trabajo después de un parón de más de una semana provocado por el brusco cambio en los pedidos de motores diésel que está haciendo virar a la factoría hacia un nuevo ‘mix’ donde el vehículo de gasóleo tenga aún menos relevancia.
La factoría ha dejado de fabricar 12.000 coches durante su ERTE en la factoría española por la caída de la demanda.