Trump y su estrategia de seguridad nacional
Ya sabemos cómo se expresa el presidente de EEUU. Es políticamente incorrecto, a veces grosero, lo que no contradice su certero análisis de la situación estratégica mundial. Prefiero a los no «políticamente correctos» que dan el diagnóstico correcto a los pusilánimes o situados en el cómodo establishment, que pastelean y nada o poco hacen, o a los burócratas europeos que viven abducidos en la dimensión Eurótica o a los comunistas y progres que apoyan a regímenes del estilo de Hamás.
De acuerdo con un prestigioso think tank de defensa, el documento representa una ruptura explícita con el enfoque globalista, intervencionista teóricamente respetuoso con el orden internacional basado en reglas que regía el mundo desde comienzos de los años 90. La nueva estrategia redefine tanto los intereses vitales estadounidenses como los medios para garantizar su seguridad, introduciendo un marco conceptual que combina realismo geopolítico, soberanía nacional, competitividad económica y prioridades regionales selectivas. Se sostiene que las anteriores estrategias fracasaron porque eran meras listas de deseos, sin prioridades claras y basadas en planteamientos erróneos de partida.
El objetivo esencial de esta nueva estrategia es corregir estos errores para inaugurar una nueva edad de oro para los EEUU. Los intereses vitales deben guiar la acción exterior y estos intereses se definen en relación a protección de la soberanía y fronteras; defensa de la población y la integridad territorial; seguridad económica, energética e industrial; preservación del modo de vida y la identidad cultural estadounidense.
La estrategia formula el objetivo europeo de manera muy distinta a la que una Europa errática sigue, señalando con claridad algunos puntos cruciales. Con relación al diagnóstico económico, Europa continental ha pasado de un 25% del PIB mundial en 1990 al 14% hoy. Y esto se atribuye a regulaciones nacionales y supranacionales que sofocan creatividad y esfuerzo económico.
La hiperregulación de la UE
Esta aberración la hemos multiplicado en España. Es inquietante el diagnóstico de peligro para la civilización occidental. La ESN lo describe como «perspectiva de borrado de la civilización europea»: crítica frontal a la UE y a otros organismos transnacionales por erosionar libertad política y soberanía. Se vincula la decadencia con las políticas migratorias que «transforman el continente» y generan conflicto, la bajísima natalidad y la pérdida de identidades nacionales y de autoestima colectiva y atacan con viveza lo que denominan «censura de la libertad de expresión y represión de la oposición».
La frase clave: si continúan las tendencias, el continente será «irreconocible» en unas dos décadas; se cuestiona incluso que algunos países sigan siendo aliados fiables. Supongo que recuerdan la primera visita importante del vicepresidente Vance a Europa, la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero 2025, escandalizó con algunas de sus declaraciones. Bueno, ahora las tenemos perfectamente definidas en la ESN.
Europa debe asumir la carga principal de su propia defensa con independencia del apoyo EEUU. La estrategia pide que Europa «se ponga en pie» como grupo de naciones soberanas alineadas, que asumen la responsabilidad primaria de su seguridad, sin ser dominadas por potencias adversarias.
Podríamos decir que son las verdades del barquero, rudas pero muy certeras. ¿A dónde vas Europa», podríamos decir. Las causas del declive europeo son multifactoriales o de debilidades estructurales como el exceso de regulación, falta de innovación en alta tecnología y baja productividad, junto a factores externos como la dependencia energética y la competencia de otros países que se aprovechan de permisividad o de ayudas europeas, agravado por políticas erróneas como permanente baja natalidad, envejecimiento, falta de liderazgo político y una transición energética costosa y lenta, todo lo cual reduce su peso económico y geopolítico global, su desaceleración económica y estancamiento frente potencias emergentes. Nos hemos convertido en un museo viviente, decadente e irrelevante en el escenario global.
Desde hace años se conoce esta peligrosa deriva, pero los dirigentes europeos, especialmente de la UE, están cómodamente ubicados en su Nirvana, alejados de la cruda realidad. Nos cuestan una fortuna, algunos solo piensan en subir impuestos o regular más.
Si hablamos de España, tras siete años degradantes de sanchismo, da miedo. No nos debe extrañar si nos describan como una anomalía o como un riesgo. A pesar de que el discurso oficial es que vamos como un tiro porque la economía va bien, es puro espejismo. Tenemos el índice de pobreza infantil más alto de Europa y demasiadas familias no llegan a final de mes. Si hablamos de política exterior, seguridad, educación, inmigración ilegal desbocada, vivienda, infraestructuras, paro, inestabilidad política y corrupción política generalizada, el panorama es muy preocupante.
Pero ya saben, los remedios ante esta delicada situación, nuestro objetivo estratégico, el del autócrata Sánchez ha sido celebrar los 50 años de la muerte de un jefe de Estado y tapar como sea la inmersa corrupción que le rodea. Tenemos que agradecer que alguien nos ha dado un buen análisis, aunque venga de allende los mares.
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