Inquietud en Moncloa por la pérdida de peso de la SEPI en las grandes empresas estratégicas

En Moncloa cunde la inquietud por la pérdida de poder de la SEPI, el holding empresarial del Estado, en varias empresas estratégicas. Así, se suman la próxima pérdida de la mayoría del capital en Indra, la resistencia de Telefónica a seguir algunas directrices del Gobierno y la próxima entrada de la SEPI en Talgo obligada por el PNV y a un precio muy superior al de mercado.
En el caso de Indra, la próxima fusión con Escribano Mechanical & Engeneering mediante canje de acciones permitirá que la empresa de la familia del presidente de la tecnológica alcance el 25% del capital, como adelantó OKDIARIO. Sumado a que la posición de Joseph Oughourlian, el presidente de Prisa, superará el 30%, mientras que la SEPI se diluirá en la operación hasta el entorno del 24%.
Como es sabido, Escribano entró inicialmente en Indra como aliado de la SEPI, por lo que este movimiento no es preocupante en principio para el Gobierno. Pero sí implica la pérdida del poder absoluto que tenía hasta ahora en Indra, lo cual no es plato de gusto para Pedro Sánchez, acostumbrado a imponer su voluntad en las empresas con participación pública e incluso a colocar a sus afines en ellas, como Beatriz Corredor en Red Eléctrica.
Telefónica
Algo parecido le está ocurriendo en Telefónica (donde la SEPI compró un 10%) con la gestión de Marc Murtra, el elegido por Moncloa para sustituir a José María Álvarez-Pallete. Murtra ya se resistió a las directrices gubernamentales de cortar la publicidad a los medios no afectos al Gobierno y tampoco aceptó la propuesta de Moncloa de comprar la división de medios de Prisa (El País y la Ser).
La última maniobra ha sido la salida de Javier de Paz -el hombre de Zapatero- del consejo de Telefónica, aunque ha sido compensado con varios cargos directivos. Un movimiento que el sector interpreta como un intento de despolitizar el órgano de gobierno de la operadora y que, por eso mismo, no ha sentado del todo bien en Moncloa.
Talgo
Por último, está la cuestión de Talgo. En este caso, las cosas son al revés: no es una empresa con participación estatal donde la SEPI pierde poder, como las anteriores, sino una empresa privada donde el Estado va a tener que entrar a regañadientes para que Sánchez mantenga sus buenas relaciones con el PNV de cara a las próximas elecciones.
Como también informó este diario, la SEPI mantiene su plan de inyectar 75 millones en la ferroviaria (45 para comprar el 7,8% del capital y otros 30 en bonos convertibles) a pesar de que tiene que ir de la mano con Sidenor, cuyo presidente está imputado en la Audiencia Nacional por vender acero para fabricar armas a Israel.
Es decir, la exigencia del PNV para rescatar Talgo con dinero público requiere que Sánchez se coma sus principios propalestinos y antiisraelíes y se arriesgue a una nueva trifulca con sus socios de izquierdas. Por si fuera poco, su entrada se hará a 4,25 euros por acción, un 45% por encima del cierre de la acción el viernes, en 2,93 euros.
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