El índice de referencia de la Bolsa europea marca máximos de 24 años y lo fía todo a la bajada de tipos
Las 50 empresas más capitalizadas de la Bolsa europea baten un récord de 24 años
Las Bolsas europeas alcanzan el punto más bajo respecto a la americana de los últimos veinte años
El índice de referencia más importante de la Bolsa europea, el Eurostoxx, ha batido los 5.000 puntos por primera vez en veinticuatro años, en lo que representa la demostración más palpable del ‘rally’ que viven los mercados de acciones en el mundo, que todavía es más acusado en Estados Unidos. Los dos argumentos básicos que soportan la resistencia de las Bolsas, incluso a algunos datos relativamente adversos, son el inminente recorte de los tipos de interés por parte de la Fed y del BCE, y la nueva revolución de las empresas que lideran la Inteligencia Artificial generativa.
Aunque pueda resultar asombroso, sobre esos dos argumentos se ha construido la espectacular subida del 25% que los índices más destacados han tenido en los últimos cuatro meses. Por citar los dos emblemáticos en Estados Unidos y en Europa, el S&P ha subido desde los 4.100 puntos de fin de octubre a los 5.100 puntos actuales, y el Eurostoxx ha crecido desde los 4.000 puntos del 22 de octubre a los 5.000 puntos del actual momento. Y éste es el agregado que representa a las 50 mayores empresas de la zona euro en términos de capitalización bursátil.
Pero ese relato simple de un nuevo y potente despegue de la economía global impulsado por la bajada de tipos y por la fuerza transformadora de la nueva Inteligencia Artificial se ha ido encontrando con algunos problemas a lo largo del camino, algunos de ellos en las dos últimas semanas. El primero, los mensajes de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo. Tanto Jerome Powell como Christine Lagarde, responsables principales de ambas instituciones, dejaron claro, en sus comparecencias del miércoles 6 y jueves 7 de marzo, que las bajadas de tipos se retrasarán a junio y que se irán graduando en función de los datos.
El segundo inconveniente es el repunte de los precios. La semana pasada, la inflación americana de febrero fue el dato clave, y tanto el índice general, como el índice subyacente, e incluso el referido al sector industrial, experimentaron en febrero subidas más o menos notables. El IPC americano creció una décima, hasta el 3,2%, la subyacente se moderó menos de lo esperado, hasta el 3,8%, y los precios de producción también se elevaron en términos anuales al 1,6%, en su mayor alza desde septiembre.
Un tercer problema es la posible desaceleración del crecimiento económico americano, que está muy basado en el consumo. El informe de la Universidad de Michigan sobre el sentimiento del consumidor americano fue un pequeño jarro de agua fría, al registrar en marzo su peor nivel de los tres últimos meses, cayendo a 76,5 puntos desde los 76,9 de febrero. Si falla el consumo, el crecimiento se viene abajo, y tal vez por ello Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, advertía la semana pasada que la recesión no es ni mucho menos descartable en América.
Una vez conocidos los datos, hay diversas visiones que conviven en el mercado, y que son las que explican la resistencia de la Bolsa a caer. Hay una primera aproximación, que se apunta a lo que se podría considerar como un aterrizaje suave, que ve una inflación a la baja, un recorte de los tipos de interés por la Fed a partir de junio y un posterior despegue del crecimiento económico en convivencia con una inflación baja. Según esa visión, la Bolsa tiene recorrido al alza, aunque pueda haber un alto en el camino, que sería breve y no muy intenso.
La Bolsa y la Fed
Una segunda perspectiva es la de quienes ven una inflación persistente en torno al 3% y un crecimiento que sigue a la baja y que obligará a la Fed a ser algo más flexible de lo que desearía, moldeando su política de endurecimiento monetario, pero sin alterarla básicamente. Estos analistas no ven un despegue del crecimiento, sino un largo periodo de convalecencia y de ajuste de la economía, con asistencia permanente de la Fed, pero sin entrar de nuevo en la explosión de liquidez que se produjo durante los momentos más críticos. Según esta visión, la Bolsa podría tener una corrección algo más intensa, de hasta un 10%, o incluso de un 20%, pero actualmente se trata de una opinión minoritaria.
Y la tercera visión es la de quienes piensan que la Fed se va a ver obligada a volver a la expansión monetaria y a inyectar liquidez de manera masiva en el mercado -a pesar de que la inflación repunte- porque creen que la economía camina hacia una fuerte desaceleración, incluso recesión. Quienes así piensan opinan que esa recesión puede convivir con una inflación del entorno del 3%, pero a pesar de ello están convencidos que la Fed actuará de forma muy expansiva porque los ciudadanos no soportan volver a una etapa de hundimiento económico.
De acuerdo con los medios consultados, parece obvio que las Bolsas apuestan por la primera tesis o por la tercera. Por el ‘soft landing’ y posterior despegue, o por una nueva inundación de liquidez. En ambos casos, lo que se prevé es una fuerte subida de las Bolsas. La escalada del oro hasta máximos y la del bitcoin a 73.000 dólares el pasado miércoles podrían estar anunciando el escenario de una nueva expansión monetaria cuantitativa (QE).
Pero lo cierto es que al finalizar la semana, el bitcoin ha corregido hasta los 68.000 dólares y el oro también ha caído desde sus máximos. Además, el tipo de interés del bono del Tesoro americano a diez años ha aumentado hasta el 4,30% , lo que puede ser un indicio de que la Fed va a proseguir su política ortodoxa, aunque la module algo ligeramente si hay una caída fuerte del crecimiento.
Esta semana todas las miradas van a estar puestas en la reunión de la institución que preside Powell, y en su comunicado y mensaje mañana tras la reunión: lo más probable es que las Bolsas estén tranquilas esta semana, aunque perdiendo algo del ‘punch’ del momento.