Hacienda confirma el palo definitivo: adiós a las transferencias entre padres e hijos
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Hacienda lleva años con el radar puesto en los movimientos de dinero entre familiares, especialmente en las transferencias que se hacen entre padres e hijos. El intento evitar el blanqueo de dinero y la evasión fiscal ha provocado que, estos movimientos no pasen desapercibidos a la hora de controlar el flujo de capital. La mayor parte de las veces, las transferencias que se realizan entre familiares no tienen fines ocultos ya que se realizan por ayudar a los hijos, Hacienda ha dejado claro que las donaciones deben tener un control fiscal. Ahora cualquier transferencia que sobrepase determinados límites puede provocar una revisión exhaustiva y de no cumplir con las formalidades requeridas, se arriesga a sanciones considerables.
Uno de los aspectos clave de esta normativa es el control sobre las transferencias que superan los 3.000 euros y aquellas que alcanzan los 6.000 euros. Mientras que el primer umbral exige a las entidades bancarias reportar cualquier movimiento que supere dicha cantidad, el segundo implica directamente la acción de Hacienda, que considera que pueden ser cantidades potencialmente «irregulares». De este modo, en un contexto en el que la Agencia Tributaria busca reducir la evasión y asegurar que todos los movimientos de capital sigan la normativa, se exige a los familiares no sólo declarar las donaciones en tiempo y forma, sino también tributar por ellas a través del Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Algo que debemos tener muy en cuenta a pesar de que muchos contribuyentes desconocen las consecuencias de no declarar transferencias entre familiares, pero las autoridades fiscales están cada vez más decididas a fiscalizar y sancionar cualquier incumplimiento. Ahora bien, ¿cuáles son los detalles de este control, y cómo afecta a aquellos que realizan transferencias entre padres e hijos?
Adiós a las transferencias entre padres e hijos
Para cumplir con su objetivo de controlar el flujo de dinero, Hacienda ha implementado medidas que obligan a los bancos a reportar movimientos significativos. Cualquier transferencia, depósito o retirada superior a los 3.000 euros debe ser informada, y cuando se sobrepasen los 6.000 euros se puede derivar en una investigación directa de Hacienda. Además, los movimientos que implican el uso de billetes de 500 euros, así como el cobro de cheques, pagarés o letras de cambio, son especialmente observados.
Pero el interés de Hacienda no se limita únicamente a las cifras que hemos dado. Cuando se trata de transferencias entre familiares, como los padres que desean apoyar financieramente a sus hijos, cualquier cantidad elevada es percibida como una donación. Esto significa que, aunque se trate de una ayuda familiar, existe una obligación legal de declarar estos movimientos en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, el cual varía según cada comunidad autónoma en España. Este impuesto es aplicable incluso en montos bajos, aunque a menudo las autoridades fiscales no persiguen con tanto rigor las transferencias menores.
La importancia del Impuesto de Sucesiones y Donaciones
El Impuesto de Sucesiones y Donaciones está regulado de manera distinta en cada comunidad autónoma, lo que hace que el porcentaje a pagar varíe significativamente. Para las donaciones entre padres e hijos, la normativa establece que el receptor debe presentar la declaración del impuesto en un plazo máximo de 30 días hábiles desde el momento de la donación. Si bien algunas comunidades aplican reducciones y bonificaciones para donaciones entre familiares directos, el hecho de no cumplir con los trámites correspondientes puede llevar a consecuencias indeseadas.
Por otro lado, es importante resaltar que en algunos casos, no declarar una transferencia o donación puede derivar en que Hacienda considere que existe un «aumento de patrimonio no justificado». Cuando ocurre esto, Hacienda puede exigirnos el pago de impuestos sobre el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) por el total de la donación, lo que podría resultar en un tipo impositivo que alcanza hasta el 56% en ciertas comunidades. Esto, junto con las sanciones adicionales, puede representar un impacto económico considerable para el contribuyente.
Las consecuencias de no declarar una donación
La falta de declaración de una donación o transferencia puede ser catalogada como infracción grave por parte de la Agencia Tributaria. De acuerdo con las normas actuales, omitir esta declaración conlleva una sanción mínima de 600 euros, que puede llegar a alcanzar hasta el 50% del valor de los medios de pago empleados. Incluso cuando la donación no sea en efectivo, sino mediante la entrega de bienes como acciones, fondos de inversión o propiedades, Hacienda exige que se justifique el origen de los fondos y se liquide el impuesto correspondiente.
Además, las entidades financieras están obligadas a identificar y registrar cualquier movimiento sospechoso. Por esta razón, cualquier transacción que no sea debidamente declarada puede acabar registrada en una base de datos que se utiliza para identificar patrones de comportamiento que indiquen conductas irregulares o posibles infracciones fiscales.
Con lo explicado, si queremos evitar problemas fiscales, es fundamental que los contribuyentes tengan claras las obligaciones en cuanto a las transferencias y donaciones entre familiares. Realizar una transferencia de dinero o donar bienes debe cumplir con ciertos requisitos, como formalizar el acuerdo en un documento público en el que se justifique el origen de los fondos y presentar la declaración del impuesto en los plazos establecidos. Cumplir con estos pasos no solo permite acceder a posibles bonificaciones, sino que también evita sanciones y conflictos con la Agencia Tributaria.