La gasolina de la Reserva Federal es responsable del 40% del valor del índice S&P 500
La intervención masiva de la banca central ha provocado un recalentamiento de los mercados bursátiles como consecuencia de las inyecciones de liquidez que han impulsado el valor de las principales compañías a lo largo y ancho del planeta. En el caso de la Bolsa de Estados Unidos (EEUU), la política monetaria de la Reserva Federal (FED por sus siglas en inglés) es responsable del 40% del valor del índice S&P 500, uno de los tres selectivos de referencia, junto al Nasdaq y el Dow Jones.
Así lo revela la web especializada zerohedge.com haciendo referencia a datos extraídos de informes del servicio de estudios de Deutsche Bank. En concreto, indica que la asistencia financiera del organismo que preside Janet Yellen ha impulsado 800 puntos el S&P500 desde 2012, lo que supone el 40% del volumen total este indicador desde entonces.
Los programas de compra de activos de la Reserva Federal, enmarcados en el contexto de lo que se denomina expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) han sido la gasolina que ha permitido a Wall Street alcanzar máximos históricos e un rally alcista que se ha acentuado con el arranque de septiembre. En el caso que nos ocupa, el del S&P500, tras la corrección experimentada el pasado 26 de junio, el índice no ha parado de subir y roza los 2.200 puntos, tal como se puede observar en la siguiente gráfica el recalentamiento es más que evidente.
Esta espectacular subida del S&P500 tiene una relación directa con el proceso electoral norteamericano, según revela el estratega de Bank of America Merrill Lynch, David Woo. A su juicio, el recalentamiento del selectivo revela que el mercado espera una victoria de Hillary Clinton frente a Donald Trump, un resultado que, si finalmente se confirma, puede tener una segunda lectura: que Wall Street y la Reserva Federal trabajan juntos para evitar que el candidato republicano llegue a la Casa Blanca.
La estadística respalda este análisis: desde 1944 el 82% de las ocasiones en las que el S&P ha subido entre julio y octubre el vencedor de las elecciones de Estados Unidos ha sido el partido que estaba en el Gobierno. Si se mantiene esta tendencia Hillary Clinton será la nueva inquilina de La Casa Blanca.
Trump es consciente del papel distorsionador de la banca central y ha expresado públicamente su rechazo a la intervención monetaria como elemento impulsor de la economía norteamericana. Hace tan sólo unos días, el candidato republicano acusó a la presidenta de la Reserva Federal de estar “falseando la economía” manteniendo los tipos de interés artificialmente bajos para alimentar la burbuja bursátil en EEUU. Además, Trump ya ha manifestado en otras ocasiones que la FED ha ayudado a Barack Obama en varias ocasiones desde que puso a Yellen al frente del organismo en 2013.
A pesar de este discurso, el candidato republicano no cree que la solución ahora sea retomar la espiral alcista de tipos de interés, ya que los mercados experimentarán una reacción desmesurada. El argumento es sencillo: la economía financiera se ha hecho tan dependiente de la política monetaria que cualquier movimiento al alza de las tasas de interés puede provocar caídas en las Bolsas. A esto se suma que una vez que la Reserva Federal decida retomar la ortodoxia monetaria los países emergentes sufrirán, ya que la mayoría de ellos están endeudados en dólares y una subida de los tipos apreciará la divisa norteamericana, aumentando los costes financieros de estos países.
Si la acción conjunta de la Reserva Federal y Wall Street no evita que Trump logre el respaldo de los electores, la próxima primavera se podrá escenificar el enfrentamiento entre el nuevo presidente del Gobierno y la máxima autoridad monetaria del país, tal como considera Greg Valliere, jefe de estrategia global de Horizon Investments, en declaraciones a la CNN.
“No se trata de una conspiración inexistente: la industria financiera tiene un claro candidato y es Hillary Clinton”, señalan desde el think tank Center for Responsive Politics. Según informe elaborado con datos a cierre del pasado julio, la candidata demócrata está recibiendo ingentes contribuciones a su campaña electoral hasta sumar de momento 122,7 millones de dólares del sector financiero. Por su parte, Donald Trump había recibido hasta esa fecha donaciones de tan sólo 19.000 dólares de Wall Street.