Frenazo mundial de los fondos de inversión: los flujos de dinero se desploman un 32%

Un agente de Bolsa en Wall Street
Un agente de Bolsa en Wall Street. (Foto: Getty)

Los flujos de dinero de los fondos de inversión y los ETF mundiales cayeron un 32% el pasado año, debido a las turbulencias financieras internacional tras la confirmación de la desaceleración de China, las consecuencias sobre el resto de los países emergentes y el cambio de política monetaria en EEUU, así como por la bajada de los precios del petróleo.

Así lo indica el último informe sobre Flujos Globales elaborado por Morningstar y que recoge la publicación especializada Funds People. En concreto, las entradas de dinero alcanzaron los 1,4 billones de dólares el pasado ejercicio, frente a los 949.000 millones contabilizados en 2014.

El mercado de fondos de inversión norteamericanos redujo los flujos netos por valor de 263.000 millones de euros, mientras que el año anterior la cifra se había situado en los 580.000 millones. A pesar de la crisis de China, el mercado asiático logró un crecimiento muy significativo, con tasas del 18%.

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Un operador en Wall Street. (Foto: GETTY)

«Aunque los fondos domiciliados en los EEUU atrajeron los mayores flujos en 2014, en 2015 vimos unos menores flujos pero más uniformemente distribuidos en todas las regiones. Los fondos de renta variable lideraron las categoría a nivel mundial en términos de entradas anuales, aunque los flujos netos de 305.000 millones de dólares en 2015 fueron menores que los 476.000 millones de dólares recogidos en 2014 en este tipo de fondos», señala Alina Lamy, analista de Morningstar.

La gestora líder el pasado año fue Vanguard, con 251.000 millones de dólares captados, un dinero que fue a parar en su mayoría a fondos de gestión pasiva. En cuanto a la gestión activa, Fidelity y JP Morgan encabezaron el mercado, con flujos de 57.000 millones y 23.000 millones de euros, respectivamente.

Un año convulso en los mercados mundiales

El año 2015 ha sido el que ha certificado el cambio de modelo de crecimiento del gigante asiático, donde está perdiendo protagonismo el sector industrial y ganándolo el sector servicios. Esto provoca que se reduzca la demanda de materias primas por parte de un país, China, que es el principal comprador del mundo.

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Una inversora china observa la evolución de la cotización de la Bolsa de Shanghai. (Foto: Getty)

Como consecuencia de este menor tirón del primer país de Asia, sufren los países emergentes que le venden sus productos, registrando menores tasas de crecimiento del PIB. Países como Chile o Brasil ven como se reduce la demanda global de sus materias primas al mismo tiempo que su coste financiero aumenta por la subida de tipos en EEUU (ya que los emergentes se endeudaron en dólares para pagar su estructura productiva exportadora).

No obstante, como recuerda GVC Gaesco, aunque se esté produciendo un enfriamiento, China seguirá creciendo a tasas superiores al 6% hasta 2020. Es decir, que la clave no está tanto en la desaceleración, sino en el cambio de estructura productiva.

“Los datos publicados son consistentes con una economía China en la que el sector no manufacturero va poco a poco ganando terreno al manufacturero, y con una economía china en plena transición de un modelo económico más basado en el consumo interno que en la inversión de capital”, considera Gaesco.

Banca Central y guerra de divisas

Existe otro factor que también es importante: la guerra de divisas que se está produciendo a nivel global. La vieja estrategia de devaluar la moneda para elevar los ingresos por el aumento de las exportaciones es un arma de doble filo que genera más problemas de los que soluciona.

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Janet Yellen presidenta de la Fed (Foto: GETTY)

La decisión de la Reserva Federal de elevar los tipos de interés ha apreciado al dólar respecto al resto de las divisas, al mismo tiempo que el BCE mantiene sus medidas de estímulo que presionan a la baja sobre el tipo de cambio del euro respecto al billete verde. Lo mismo hace el Banco Central de Japón.

Y en este marco China compite con una devaluación del yuan que llevó a finales de 2015 a a la moneda asiática a sus mínimos de los últimos dos años. La tendencia comenzó el pasado verano cuando el Gobierno de Pekín introdujo algunos elementos liberalizadores en su mercado monetario, pero se ha agudizado en los últimos tiempos

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