La energía impacta sobre los alimentos elaborados

Las empresas trasladan masivamente los costes a precios y cronifican la inflación estructural

septiembre precios
Los horarios que van a tener los supermercados este 15 de agosto

La inflación estructural o subyacente, la que descuenta los precios de la energía y de los alimentos sin elaborar, se cronifica, se hace fuerte y sus perniciosos efectos se prolongarán a medio plazo, a pesar de la subida de tipos de interés del BCE -ahora en el 1,25%- que busca reducirla cuanto antes. Según el Instituto Nacional de Estadística, esta clase de inflación, que es la más nociva desde el punto de vista económico, escaló tres décimas en agosto, alcanzando el 6,4%.

«Hasta ahora las empresas han venido absorbiendo el aumento de los costes contra sus márgenes, pero llega un momento en que no tienen más remedio que ir trasladándolos progresivamente a los precios porque no se puede trabajar durante mucho tiempo sin obtener beneficios y menos aun trabajar a pérdidas», asegura Mercedes Pizarro, directora de Economía del Círculo de Empresarios.

Contra la tesis dominante entre una gran parte de la opinión pública,  azuzada por el Gobierno de Sánchez, de que las compañías se están aprovechando de esta situación perentoria, el Banco de España ha dejado claro en diferentes estudios que hasta muy recientemente las empresas «han asumido el incremento de los precios de producción a costa de estrechar su excedente».

Pero pasado un tiempo prudencial, a la espera de cómo evoluciona la coyuntura, «estás obligado a corregir esta anomalía. Naturalmente poco a poco, porque operas en un régimen de competencia y corres el riesgo de perder demanda. Pero aunque moderadamente en las subidas, esta traslación se está haciendo cada vez con más velocidad; esto ya es un hecho en el pequeño comercio, en bares y restaurantes y en otras compañías de servicios», asegura Pizarro.

El endurecimiento de la política monetaria a cargo del BCE persigue combatir esta situación pero, tal y como publicó el pasado lunes OKDIARIO, el propio banco emisor reconoce que los efectos de la subida de tipos de interés tardarán más de un año en concretarse.

A partir de ahora, «podemos ir viendo un descenso de la tasa general de inflación -en agosto en el 10,5%- porque lo contrario exigiría que los precios de la energía siguieran subiendo ininterrumpidamente -un escenario poco probable-, pero en cambio no es previsible que la inflación subyacente se desacelere, sino justo lo contrario», afirma el economista José Luis Feito.

«El actual panorama está marcado por una incertidumbre total. La bolsa de ahorro acumulada por los ciudadanos durante la pandemia se ha ido achicando poco a poco, la gente ha gastado una parte en las vacaciones de verano, y lo lógico es que empiece a consumir menos, o de otra manera, comprando más marca blanca, por ejemplo, o aquellos productos que salgan más a cuenta», dice Pizarro.

Según Antonio Merino, economista jefe de Repsol, «el 80% de la inflación subyacente viene determinada por los precios del gas y de la electricidad, que tienen una influencia decisiva en los alimentos elaborados». «Se usan plásticos -que consumen petróleo-, y gas y electricidad para mantener la cadena de frío y de calor de todos aquellos productos básicos que requieren de estas técnicas -la leche, los congelados, y toda la variedad de alimentos preparados-«, insiste.

La conclusión, a su juicio, es que, al menos por el momento, «la mayor responsabilidad en la escalada de la inflación estructural o subyacente no es de los salarios ni de los beneficios o márgenes empresariales, sino el resultado de los precios desbocados de la energía».

A pesar de que los efectos del aumento de los tipos de interés sobre la marcha de la inflación tardarán en notarse, «el BCE persigue alterar radicalmente las expectativas de los agentes económicos y variar tanto las pautas de consumo como las de inversión», indica Pizarro. Y la experiencia indica que acabará ganando esta batalla.

 

 

 

 

Lo último en Actualidad

Últimas noticias