La dura realidad a la vuelta de un hombre de 77 años que tiene que trabajar: «Esto no es una pensión, es tener que trabajar para malvivir»

77 años trabajar
Blanca Espada

Volver al trabajo con 77 años no debería ser una opción. Sin embargo, desgraciadamente se están dando casos en los que ni siquiera es una elección. Es la única salida que les queda cuando la pensión prometida no llega a cubrir lo básico. Es el caso de Larry Gesick, un estadounidense que, lejos de descansar tras toda una vida de trabajo, ha tenido que volver a trabajar descargando camiones. A cambio, cobra poco más de 2.000 euros brutos al mes.

Su historia no es una excepción, sino el reflejo de una tendencia que crece a medida que el coste de vida sube y las pensiones no acompañan. Su mujer, Joyce, también se ha visto empujada a seguir en el mercado laboral con 66 años. Trabaja como administrativa a jornada completa. Ni ella ni su marido tenían intención de volver a empezar a estas alturas. Pero, como dice ella misma: “No he dejado de lado la jubilación porque quiera, sino porque teníamos que hacerlo”. En Estados Unidos, cerca de uno de cada cinco mayores de 65 años sigue trabajando. Más de 11 millones de personas. Y aunque pensemos que es algo que sólo ocurre al otro lado del Atlántico, lo cierto es que en España ya empiezan a aflorar casos similares.

La realidad a la vuelta de un hombre de 77 años que tiene que trabajar

La historia de Larry no se entiende sin la de Joyce. Ella, con 66 años, no se ha retirado aún. Ni siquiera lo ha contemplado dado que la situación en la que se encuentran hacen del todo imposible que sin esos dos sueldos puedan afrontar todos los gastos que tienen. Según informa CBS News, la pareja paga todavía la hipoteca de su casa, más los gastos que todos los meses tiene cualquier familia, pero además, están pagando el préstamo del coche, y tienen una deuda que supera los 10.000 dólares. Y después de pagar todo eso, apenas les quedan 50 dólares en la cuenta bancaria.

Cuando se les pregunta por el ahorro, Joyce lo explica con bastante sinceridad: «Hemos sido más hacedores que ahorradores». Crecieron con la idea de que si uno trabajaba duro, todo iría bien. Pero nadie les enseñó a planificar, a reservar, a prepararse para lo que vendría después. Y es que se está demostrando que cada vez son más los casos de personas, que tras una vida de esfuerzo, no son capaces de llevar una vida mejor o una como la que habían soñado con la pensión que al final, les queda.

«El trabajo es la nueva jubilación»

La frase, pronunciada por la economista laboral Teresa Ghilarducci, suena dura pero real: «El trabajo es la nueva jubilación». Según sus estudios, más de la mitad de quienes alcanzan la edad de retiro no están preparados económicamente para dejar de trabajar».

En declaraciones a CBS News, esta experta explica que «Los responsables políticos han experimentado y les ha salido mal”, y añade que «sería imprescindible impartir educación financiera de modo que ellos sepan ahorrar por sí solos».

De este modo, Ghilarducci insiste en que no se trata sólo de retrasar la jubilación, sino de cambiar la mentalidad desde mucho antes. Saber cuándo es el mejor momento para pedir la pensión, contar con un fondo de emergencia, tener los ahorros en cuentas seguras. Todo ello es básico para asegurarse el futuro cuando somos mayores, pero siendo son muchas las personas que ni piensan en ello cuando se ven en la dinámica diaria de trabajar sin más. Piensan que algún día se jubilarán, pero no se dan cuenta de que tal vez cuando llegue el momento, su economía no se lo va a permitir.

España no está tan lejos de este escenario

Aunque estas cifras vengan de Estados Unidos, en España ya empezamos a ver señales preocupantes. Jubilados que se ven obligados a buscar trabajo en el campo, o que combinan empleos esporádicos con la pensión para llegar a fin de mes. Personas mayores que, en lugar de descansar, se enfrentan a la burocracia de la Seguridad Social y a normativas que muchas veces no contemplan las excepciones.

Y mientras tanto, crece el debate sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones, los cambios demográficos y la esperanza de vida. Pero en medio de esos grandes números, están las pequeñas historias como esta en la que un hombre de 77 años y su mujer de 66 deben seguir trabajando.

Esta historia aunque parezca lejana puede repetirse como decimos, en nuestro país. No es sólo un caso excepcional. Es una realidad a la que muchos se podrían acabar enfrentando. Por ello, tal vez se debería hablar más de educación financiera, de cultura del ahorro, de reformas que sean justas y sostenibles. Porque nadie debería tener que volver a levantar cajas con 77 años. Ni trabajar por necesidad cuando el cuerpo pide y seguro que necesita descanso. Lo que están viviendo esta pareja de Estados Unidos tiene que ver más con la resistencia que con vivir y lo cierto es que a su edad, no es justo.

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