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El desplome del índice bancario pone de relieve la fragilidad de los bancos griegos

La banca griega está debil

Con una caída de su índice de casi el 9 % los cuatro principales bancos griegos se convirtieron ayer en el blanco de los especuladores

Grecia
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El desplome de este miércoles del índice bancario en la Bolsa de Atenas pone nuevamente de manifiesto la fragilidad en la que se encuentran las entidades financieras griegas, a pesar de haber superado las pruebas de resistencia y haber cumplido los objetivos para reducir los créditos en mora.

Con una caída de su índice de casi el 9 % los cuatro principales bancos griegos se convirtieron ayer en el blanco de los especuladores, en pleno proceso de desprendimiento de su carga más tóxica, la elevada cartera de préstamos en mora.

La reducción exitosa de los activos dudosos es crucial para que los bancos puedan volver a financiar la economía, lo que a su vez es primordial para que el país logre un crecimiento sostenible.

Según los datos más recientes del Banco de Grecia, los activos dudosos sumaban en junio 88.600 millones de euros -1.600 millones menos que el objetivo previsto de 90.200 millones- lo que representa el 47,6 % de la totalidad de los préstamos, una caída de 4,1 puntos porcentuales respecto al marzo.

En comparación con marzo de 2016, cuando los activos dudosos alcanzaron su nivel más alto de 107.200 millones de euros, la reducción ha sido de 17,3 puntos porcentuales.

A pesar de esta clara mejoría, los informes recientes de Citigroup, de Bank of America, de Deutsche Bank y, en menor medida, de Goldman Sachs, que redujeron los precios objetivos para las acciones de los cuatro principales bancos griegos, reflejan la preocupación sobre el estado de salud de la banca del país.

A las cuatro entidades financieras les preocupa que una vez concluida su operación de saneamiento a finales de 2019, las pérdidas registradas por la venta de sus créditos fallidos a fondos buitre puedan hacer necesaria una nueva recapitalización, la cuarta desde el estallido de la crisis.

«La preocupación es razonable. Hace un año que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la banca griega necesitará 5.000 a 6.000 millones de euros», señaló a Efe el profesor de Economía en la Universidad de Atenas Panayotis Petrakis.

Si se analiza de cerca la composición de la cartera morosa, surgen dudas de que pueda cerrarse con éxito la operación de saneamiento.

El 44,3 % de las hipotecas, el 48 % de los préstamos a empresas y el 56,9 % de los préstamos de consumo están pendientes de cobro.

Además, el 30 % de las hipotecas están protegidas por la ley y no pueden ser subastadas, al tratarse de viviendas de primera residencia con un valor inferior a los 140.000 euros.

En cuanto a los préstamos empresariales, están en mora el 68,8 % de los concedidos a autónomos y el 62,3 % a la pymes.

Para evitar una recapitalización las entidades financieras helenas disponen de tres herramientas: emitir bonos utilizando como colaterales activos dudosos, acelerar las subastas de bienes inmobiliarios y proponer a los deudores la reestructuración de las deudas.

Según fuentes de los bancos griegos, la introducción de forma generalizada desde noviembre del año pasado de las subastas electrónicas ha incentivado a deudores que habían dejado de pagar desde hace años a buscar un compromiso con sus bancos.

«Es verdad que las subastas están teniendo efecto, pero el progreso es lento y eso no ocurre solo en Grecia, es una tendencia general. Será necesario un periodo de 5 a 7 años para que se reduzcan las deudas morosas a través de este instrumento», sostiene Petrakis.

Además, ante la falta de demanda los bancos griegos han tenido que comprar casi la mitad de los inmuebles presentados a subasta para evitar con ello caída de su valor, un extremo que puede afectar a su capitalización.

En cuanto a la reestructuración de las deudas, según los datos del Banco de Grecia, en los dos primeros trimestres ha habido más préstamos impagados que los que han empezado a devolverse, lo que eleva el temor a que no pueda reducirse la cartera morosa.

Para Petrakis, la excesiva carga impositiva aplicada por el Gobierno contribuye a que la morosidad no pueda reducirse.

 

 

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