Eduardo Blasco, campeón mundial de salvamento y socorrismo

Un salvavidas al rescate del deporte español

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Iván Martín

Eduardo Blasco (San Sebastián, 1994) quiere ser un salvavidas para el deporte español. Recientemente, se ha proclamado campeón en la prueba de 50m remolque en el mundial de Salvamento y Socorrismo que se está celebrando en Riccione, Italia. Esta disciplina consiste en recorrer la piscina cargando un maniquí que simula a una persona. Además, el nadador español ostenta el récord nacional de la disciplina, cuenta con la mejor marca del mundo en 25m, y otros récords en 100m. Es un portento en el agua, pero su reivindicación va más allá. El donostiarra lo que quiere es renovar el deporte patrio a través de sus conocimientos en derecho.

“El deporte español está obsoleto”, sentencia en una charla concedida a OKDIARIO. Blasco defiende que “la estructura del deporte en España requiere de una remodelación de forma y de fondo”, ya que no sufre cambios desde la ley del deporte de 1990.

“En España funcionamos gracias a la generación espontánea, vivimos de los milagros que suponen los Ángel Nieto, Ballesteros, Nadal y demás, pero lo cierto es que en el grueso de disciplinas y en la mayoría de los campeonatos somos derrotados sin opción por países de nuestro entorno, con genética similar y población o capacidad económica calcadas”, explica el campeón del mundo. Además, Blasco hace especial hincapié en el crecimiento de Italia, que brilló en los Juegos de Tokio o conquistó 34 medallas por cero de España en los últimos Europeos de Natación.

La base

Blasco pone uno de los focos en la estructura deportiva del deporte de base en España. “Los centros de alto rendimiento intentan aglutinar el talento en Madrid o Barcelona, cuando éste puede estar en Sevilla, Valencia o Murcia. No existe un modelo eficaz de financiación del deporte de alto rendimiento y no existe un seguimiento real de los deportistas a lo largo de su carrera”, explica.

Para ello, Blasco llega a la siguiente solución. “La captación de talento debe iniciarse en la secundaria, con un consenso nacional sobre las pautas a seguir tras su localización, que será más eficaz si se hace desde las aulas. Hay que generar un programa de rendimiento temprano a nivel nacional, que acompañe al alumno en las problemáticas que surjan, como la conciliación, aplazamiento de pruebas clasificatorias, gestión del estrés, etcétera”, asegura.

“Además, los deportistas jóvenes deben ser guiados para que su formación sea completa, que no se les obligue a elegir y que se conduzca al joven a través de la vida académica velando por él para que conozca cuáles son las mejores vías para sacar el máximo partido a su rendimiento, evitar que abandone el deporte tras el salto a la universidad y a la larga tener deportistas formados que puedan continuar con sus carreras profesionales tras la retirada, sean vinculados a su deporte o no”, añade Blasco, que es consciente que esto es difícil llevarlo a cabo en los colegios e institutos, pero sí cree que se podría hacer en la universidad con un modelo parecido al estadounidense, aunque salvando las distancias.

La carrera

Blasco también explica como se trata al deportista español durante su carrera, asegurando que “no sacamos provecho alguno de los resultados y las capacitaciones de los deportistas, que en el caso de otros países dan réditos millonarios para sus naciones de origen”.

“Durante la carrera deportiva, el deportista de alto nivel español no lucha sólo contra sus rivales, sino contra el ostracismo. Hay que romper la idea errónea de que el deporte que no es tan mediático no es rentable, porque está demostrado que genera rendimiento económico y no sólo eso, es un orgullo y una bandera para la marca España, que en otros países se cuida y se protege y trae consigo enormes réditos publicitarios a nivel económico y de imagen de la nación”, sentencia.

Para Blasco “el sistema de mecenazgo está agotado”, por lo que “hay que entender que un colectivo de unos pocos miles que soporta todo el peso del deporte nacional debe ser protegido”. “Las subvenciones que no están financiadas directamente por el Consejo Superior de Deportes graban impuesto y esto es algo sin fundamento, pues la enorme mayoría de los deportistas se sustentan con financiación de sus comunidades, municipios o diputaciones, cabildos y consejos”, explica.

Una retirada tortuosa

Por último, Eduardo asegura que “la retirada del deportista español es tortuosa y nada honorable, teniendo que soportar noticias de suicidios o caída en las drogas de estos constantemente”. Los ejemplos a lo largo de los años en el deporte nacional son muchos y su idea es dar un futuro al profesional cuando acaba su carrera.

Blasco está seguro de que “el deportista de alto nivel es un español con un nivel de formación extraordinaria, con experiencia y disciplina que escasea y que si se aprovecha puede ser extremadamente útil en aquel campo que se considere”.

Además, pone varios ejemplos: “Un abogado que hubiera sido deportista de alto nivel entenderá mejor que nadie la problemática en cuestiones jurídico deportivas, un psicólogo afrontará la problemática de un deportista desde otra perspectiva y un médico o fisioterapeuta de igual manera. También, los directivos, técnicos y cargos federativos que practicase deportes anteriormente son un refuerzo robusto para la estructura del deporte nacional, sin embargo, no se usan como tal”. Pero la realidad es que los deportistas españoles, cuando se retiran, “no entrenan en los CAR a los siguientes, no completan las listas de las federaciones y algunos ni siquiera tienen empleo”.

Por otro esto, Blasco cree que el deporte español tiene “que generar un canal entre el deportista de alto nivel y su retirada, independientemente de si su deporte aporta o no lo suficiente como para no necesitar un empleo posterior”. Además, asegura que “hay que evitar que grandes deportistas que han dado tanto por el deporte en el país acaben con problemas personales enormes, enganchados a las drogas y desamparados o, en el peor de los casos, terminen quitándose la vida. Muchos son los ejemplos y es intolerable”, finaliza.

Por lo tanto, el objetivo de Eduardo Blasco, un joven de 28 años que tiene mucha carrera por delante, pero que se ha formado y lo sigue haciendo, en breve comenzará a estudiar filosofía, es tratar de cambiar la ley del deporte para ayudar a la materia prima, que no es otra que el deportista. Su reto es luchar para que se modernice la base, la cerrera y la retirada de estos, siguiendo el ejemplo de otros países de nuestro entorno que no sólo están dando una mejor vida a los profesionales, sino que están recogiendo frutos en forma de títulos y medallas.

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