Algo se muere en el alma
Colorín, colorado, este ciclo se ha acabado. El Real Madrid abrochó su temporada más negra de la última década con una derrota, otra más, en el Bernabéu. Esta vez el que salió por la puerta grande fue el Betis de Setién. El equipo de Zidane volvió a demostrar que está roto y necesita una reconstrucción gigantesca. Y le moleste a quien le moleste, una limpia.
Algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Tirorí-to-tirorirorí. Igual que aquella canción que hizo llorar a España con la muerte de Chanquete, así se sentía el Bernabéu. Triste por el adiós de una generación irrepetible en el Real Madrid, con el corazón partío al comprobar en carne propia la verdad revelada en dos palabras por Lord Varys en Juego de Tronos: nada dura.
Se acaba el Real Madrid de las tres Champions seguidas y empieza otro, puede que no tan exitoso pero igual de ilusionante, aunque eso lo veremos en los próximos capítulos, que prometen ser entretenidos.
En la despedida del Bernabéu jugaba Keylor Navas, querido por el madridismo como un padre quiere a sus hijos: con sus virtudes y con sus defectos. No jugaba Bale, menos querido porque se ha hecho querer menos. Y jugaba Vinicius, ese chico que a veces parece la encarnación negra de Messi o otras la de Higuaín. Y los jóvenes Valverde y Brahim, que se han ganado una silla en la mesa que está preparando Zidane.
No había mucho en juego, pero era un partido para sentirlo más que para verlo. El Betis salió dispuesto a morir con las ideas de un Setién que también está sentenciado. Monopolizaba la pelota con toques cortos y un fútbol de tiki-taka llevado al paroxismo. Respondió el Real Madrid con el vértigo malabarista de Vinicius y con la imaginación de Brahim. Especialmente picado había salido el brasileño, dolido por quedarse fuera de la Copa América.
Duelo de ida y vuelta
Los tintes de amistoso convertían al partido en algo entretenido pero desapasionado. Ambos equipos le pusieron interés en la presión y desacierto en el toque. Consumiéronse los primeros 25 minutos sin ocasiones dignas de mención. Apenas un disparo cruzado de Marcelo que se marchó desviado a la izquierda de Pau.
Respondió el Betis con otro tiro lejano de Bartra que hizo volar a Keylor para rozar la pelota con la yema de los dedos aunque Undiano no pitó córner. La primera ocasión clara del Real Madrid llegaría minutos después cuando una pelota rechazada dentro del área cayó a los pies de Benzema, que disparó al poste. Y luego pudo marcar Lo Celso en una perfecta vaselina a la que reaccionó felinamente Keylor para evitar el 0-1.
Se nos escapaba el primer tiempo y penúltimo acto del año en el Bernabéu entre alguna escaramuza y alguna amarilla que tuvo que sacar obligado Undiano Mallenco, otro que se despedía. Y comenzó la segunda parte, los últimos 45 minutos de la peor temporada del Real Madrid en mucho, mucho tiempo.
El partido seguía a un ritmo vertiginoso como el Falcón de Pedro Sánchez. No había corsés tácticos ni centro del campo. Asensio por Brahim al filo del 60 fue el primer cambio de Zidane en la despedida. Quizá debió quitar mejor a un calamitoso Carvajal, que se empeñó en ver la amarilla hasta que la vio, y en regalar un gol al Betis, después de perder la espalda. Colaboraron también Varane y Nacho, lentos en el repliegue. Loren, tras asistencia de Guardado, batió a placer a Keylor.
En caída libre
Fue el propio Keylor el que evitó que el Betis hiciera el 0-2 minutos después al volar para sacar un disparo envenenado de Lo Celso. Reaccionó Zidane al sacar a Isco por Valverde. El Bernabéu recibió al malagueño con algún pito. Es curioso comprobar cómo al madridismo se le ha acabado el amor con uno de sus jugadores preferidos.
Pero en el Bernabéu este año todo lo que ha podido ir mal ha ido a peor. Y quizá por eso y porque este Real Madrid es un desastre intolerable llegó el segundo del Betis. Lo marcó Jesé a placer con una defensa amable, despistada y blandita. No lo celebró pero el madridismo respondió con una enorme pitada a su equipo.
Pasaron los minutos y se consumó la tragedia. Ganó el Betis en un Bernabéu que coreó los últimos segundos de partido como una cuenta atrás. Se acabó una temporada negra y un ciclo glorioso. El Real Madrid pone el punto y final a una generación de oro y el punto seguido a una leyenda. Pero para eso hay que empezar la reconstrucción desde ya. Florentino, te toca.