Nadal es inmortal: tumba a un Medvedev gigante en una final histórica
Rafael Nadal se proclamó campeón del US Open 2019 después de derrotar a Daniil Medvedev (7-5, 6-3, 5-7, 4-6, 6-4) en el encuentro por el título. Nadal se impuso en una batalla frenética de cinco sets, completando su poker de campeonatos en Flushing Meadows.
A unos 2.500 kilómetros de distancia del salvaje oeste, posiblemente el lugar de Estados Unidos que más se asemeja a sus características, Rafael Nadal volvió a hacer historia para el deporte español y el tenis mundial. Con tratamiento de héroe y casi rey entre el glamour de Nueva York, Rafa se comió la Gran Manzana en forma de cuarto US Open en sus vitrinas tras una auténtica oda al tenis. Con una actuación épica, rozando el techo histórico jamás jugado, el manacorense derrotó a un genial Daniil Medvedev (7-5, 6-3, 5-7, 4-6, 6-4) en un escenario en el que se le idolatra y se confirma como su segunda gran casa con un poker dentro de sus 19 Grand Slams. Se acaban las palabras para definir a un jugador de otro planeta.
El asalto al cuarto US Open de la carrera de Nadal contaba con la complicación añadida de enfrentarse a Daniil Medvedev. El ruso tiene, por encima de todo, dos características dispares que le hacen un elemento a tener en cuenta en cualquier torneo. La primera, su estado de forma, con más de 20 victorias en las últimas cinco semanas, lo que unido a la segunda, que nace de una peculiaridad y heterodoxia en sus golpes y movimientos, provocan una incomodidad absoluta en sus contrincantes. A pesar de todo ello, la estrategia preparada con el equipo otorgaba a Rafa el optimismo necesario para considerarse favorito.
El encuentro, como posiblemente había soñado Medvedev, comenzó como un coctel molotov de sensaciones. Un punto de break favorable al moscovita avisó a Nadal en el primer juego de partido, en el que el árbitro también ejerció de villano sobre Rafa, adjudicándole de forma precipitada un warning riguroso por pérdida de tiempo. La rotura de servicio de Medvedev llegaba en el segundo turno de saque para el español, quien no se amilanaba y recuperaba la desventaja para firmar las tablas con un contrabreak inmediato. Cuatro juegos y la locura se había instalado en el partido.
Rafa tenía una estrategia para contrarrestar los arrebatos del nuevo líder de la Next Gen, pero Medvedev asomó en el choque con un repertorio sorpresivo incluso para los que conocen su juego. El ruso se atrevió con dejadas, subidas a la red, y una paciente defensa que le otorgó puntos y la posibilidad de mantenerse en el partido con unas tablas que servían de confirmación. Medvedev estaba listo para competir la final.
El encuentro, más allá de la locura inicial, tomaba un cariz muy similar al de la semifinal con Berrettini. Nadal se sabía superior y lo mostraba a los puntos, de forma muy sensible, pero esta jerarquía no llegaba a traducirse en una ventaja tangible en el marcador. Así fue hasta el 5-5, cuando Rafa pisó el acelerador y, definiendo con una pelota extremadamente inteligente en forma de globo al revés del ruso, cerraba la primera manga.
Nadal se adelanta sin respuesta
La igualdad manifiesta en el luminoso había provocado aquel tópico tantas veces cumplido de «el que gane el primer set se lleva el partido», y una vez en la buchaca del favorito, la manga inicial sí podía considerarse como una prueba de fuego para la resistencia de Medvedev. El juego de Nadal había sido ciertamente atrancado, sin la sensación de fluidez de rondas anteriores, pero el servicio le había salvado de más sobresaltos y volvería a hacerlo en el juego inaugural del segundo set.
Medvedev apretó sin pensar demasiado en lo sucedido en los minutos anteriores, y el atrevimiento del joven tenista moscovita estuvo cerca de lograr su recompensa. Sin embargo, la solidez de Nadal en el saque dejó en nada la intentona, permitiendo un repunte en el juego traducido en dos asaltos feroces al servicio de Daniil en las siguientes tandas. El ruso, con cierta fortuna y mayor carácter, salió ileso de la primera, pero a la segunda, el break iba a parar al bolsillo de un Rafael Nadal que comenzaba a asomar las alas en forma de despegue hacia el título.
La segunda manga también caía del lado de Nadal, que en ese preciso instante lanzaba un grito que se escuchó al otro lado del East River, el alarido de una bestia que trataba de seguir activa sin asimilar lo cerca que estaba de seguir escribiendo la historia.
Medvedev: despierta la bestia
Con el encuentro en el alambre y la posibilidad de que Rafa cerrara de forma asequible, Medvedev dio una nueva lección de competitividad en forma de regalo para el público. Con un break abajo y (casi) todo perdido, el moscovita sacó su mejor tenis a relucir, sin incidir en las prisas por remontar, y colocó las tablas para cumplir con algo que parecía una utopía días atrás. El público estaba de su lado en busca del alargue de un choque que había alcanzado el sobresaliente por unanimidad.
Todo el mundo vibraba, nadie quería marcharse y Medvedev merecía unos juegos más tras su alarde de gallardía y talento. Rafa aceptó el reto, como no podía ser de otra manera atendiendo al carácter guerrero del mallorquín, pero no fue suficiente. El grado de inspiración de Daniil le sirvió para mantener su servicio, romper acto seguido el de Nadal y mandar el choque a la cuarta manga en medio de la exhibición en que se había convertido la final.
El sufrimiento se convirtió en una constante en el segundo set, sin abandonar lo increíble del rendimiento de Medvedev y lo aún más alucinante de la reacción de Nadal, que levantaba con éxito tres pelotas de break nada más iniciarse el servicio. A partir de ahí, siempre fue el balear el que estuvo más cerca de romper al rival… sin éxito. En el 5-4, el desenlace fatídico tornó de posibilidad en realidad. Remontando un 30-0 en contra y con un resto final de otro planeta, Medvedev forzaba la quinta manga haciendo temer lo peor a la hinchada española.
Rafa resucita para escribir la historia
Contra las cuerdas y casi ahogado por el despliegue majestuoso de Medvedev sobre la pista central del US Open, a Nadal sólo le quedaba reinventarse y volver por sus fueros en una final que ya tenía plaza asegurada entre las mejores de la historia del torneo. Combatiendo contra un jugador capaz de volear como Henman y defenderse como Ferrer, Rafa sacó fuerzas de flaqueza para forzar a Medvedev a lo que parecía imposible: la pérdida de su servicio.
Fue con 2-2 en el luminoso y el público del US Open había vuelto a alentar a su ídolo. Algunos de los mejores puntos del año acababan de jugarse y en lo incomprensible del recital de ambos jugadores, otros tantos pasaron a celebrarse en los siguientes minutos.
Superadas las cuatro horas, Medvedev amagó con rendirse con un segundo break ante el tenista con mayor fortaleza mental de la historia. Xisca, para entonces, se había convertido en el Cholo Simeone alentando a la afición, Carlos Moyá comenzaba a sonreír tras dos sets y medio con cara de poker, y el propio Nadal empezaba a pensar en lo que estaba sucediendo, en la historia reescrita en un partido que tuvo que ganar mil veces. El ruso levantó uno de los breaks e incluso tuvo una pelota para poner de nuevo las tablas. Pero fue entonces, más cuatro horas y media después, cuando las 24.000 personas que abarrotaron la Arthur Ashe se levantaron al unísono para homenajear al campeón, a Rafael Nadal, por la conquista de su cuarto US Open. Historia del tenis.
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