McLaren se pega un atracón de vueltas sin ningún problema
El temporal de nieve se esfumó con delicadeza, sin un portazo abrupto dejando la puerta tornada para que se colara la lluvia. No castigó en exceso: a primera hora de la mañana el Circuit amanecía con su alquitrán encharcado, pero sin amenaza de gotas. El movimiento en pista fue una delicia a vista y oídos tras el hastío en miércoles. Ni 4 minutos tardó McLaren en probar el desierto Montmeló.
Vandoorne aterrizó entre las cortinas de agua que ya levantaban los primeros valientes que poblaban a pista. La temperatura crecía como una gráfica de bitcoin: con alegría. El secado del trazado iba a ser la siguiente misión mientras se preparaba para una mañana maratoniana encajado en el cockpit del MCL33.
Los tiempos iban cayendo como el que se enciende un cigarro: a cada giro la pista seguía mejorando. Allí estaba la sombra papaya, que no paraba de rodear el Circuit, sin un atisbo de problema en el sobrecalentamiento de la tapa motor. Se dejaba entrever en el capó, eso sí, ese ligero quemazón que tanta polémica ha generado en días anteriores.
Fue el que más vueltas dio durante una mañana que no iba a tener parón para comer: otra vez todo del tirón hasta las 18. En el último día de la primera semana de test, McLaren parece por fin encontrar la talla perfecta para encajar el motor Renault al chasis del MCL33. La fiabilidad parece volver… ¿y el rendimiento? Quizá los próximos días…