McLaren-Honda sigue perdida: dos motores fundidos en 270 kilómetros
Son un bucle de Warren Beaty mirando aturdido el sobre maldito en los Oscar. La viva imagen de una jugada mal diseñada por PwC, con una pésima dirección de orquesta a su espalda. Es una escena de Cosas de Casa o Dos hombres y medio: Alonso, Vandoorne y el McLaren-Honda. Otra vez se encontraron con un envoltorio defectuoso, su MCL32, que parece un potrillo recién nacido, intentando mantener precariamente la estabilidad. Primera vuelta de Stoffel, primeros problemas. Le pasa la del estudiante de Universidad: mejor no ir a primera hora.
Las dudas se disparan cuando, a pesar de rodar 29 vueltas matinales, la velocidad es la de Peyton Manning en carrera lanzada: nula. La ecuación de la pesadilla se ha resuelto de la peor manera posible, reemplazo del motor Honda. Dos en 270 kilómetros. La cirugía japonesa regeneró la unidad de potencia que utilizó Alonso en la mañana del lunes: 37 giros en total, con una velocidad punta en el tercer sector 15 kilómetros por hora inferior al récord absoluto.
En las antípodas de su ruina se ofrece líder Mercedes. Lección autoritaria de fiabilidad y velocidad refrendando una realidad amarga, la Fórmula 1 sigue siendo ese deporte reciente, de un sólo color, y no naranja, sino plateado. Y eso que el mejor tiempo fue firmado por Kimi Raikkonen con su SF70H, ese bólido continuista que parece mejor de lo que aparenta. Porque la belleza, ya saben, está en el interior.
Los llamados a ser contendientes al título, Red Bull, se mantienen tapados, sigilosos en segunda línea de batalla. Esta vez el RB13 combatió victorioso con su aciago número para avanzar notablemente en materias de fiabilidad… aunque todavía lejos de las expectativas generadas en rendimiento. No han logrado bajar del 1:21 que, ahora mismo, sólo pertenece a territorio Mercedes/Ferrari. Un lugar inhóspito, desconocido, que siempre es violado por los energéticos cuando los puntos están en juego.
Así las cosas, todo es oscuridad para el luminoso MCL32. Las noticias y datos que aterrizan parecen de tiempos bélicos. Una ruina, pesadilla interminable que, al contrario que la película, es antes y después de Navidad. Todo tiene un repetitivo aroma a chamuscado. Su ostracismo revive transformando a gritos el debate sigiloso abierto en invierno: ¿otro año de pesadilla para Alonso&Co? El miércoles más y… ¿mejor?