Isco aprovecha su oportunidad y se reivindica con un doblete

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Isco celebra con Bale uno de sus goles. (EFE)

El Real Madrid ha vuelto a la senda de la victoria en el Benito Villamarín ante el Real Betis en un partido que ha tenido controlado desde el principio y que ha dejado sentenciado en los primeros cuarenta y cinco minutos. Gran partido de todo el equipo y en especial de Isco Alarcón que, si bien frente al Éibar no tuvo su mejor día, ante el Betis sí ha exhibido su mejor versión.

El del Arroyo de la Miel se ha apoyado en el gran encuentro que han completado todos sus compañeros y ha mostrado personalidad en el centro del campo blanco donde ha dominado el ritmo del juego y ha filtrado los ataques blancos. Daba pausa cuando la jugada lo requería y aceleraba cuando los rivales menos lo esperaban. Siempre en busca del pase al primer toque para no ralentizar el ataque, el malagueño ha desarbolado el sistema defensivo de Poyet y ha provocado la tarjeta amarilla de Pezzella.

Pero no sólo en ataque brilló el talento andaluz. Se mostró voluntarioso también en tareas defensivas, presionando arriba cuando Zidane lo ordenaba para ahogar a la defensa bética en la salida de balón y reculando y aguantando la posición para ayudar a Kovacic y Kroos sobre todo con las cabalgadas de Joaquín.

Pero lo mejor para Isco han sido los dos goles que ha anotado. El cuarto y el quinto de los de Zidane. El primero de ellos tras una contra descomunal en la que hasta seis jugadores del Real Madrid salieron al ataque. Pepe le regaló el gol con un buen pase de la muerte. El quinto, sin embargo, fue un golazo estratosférico. Recogió el balón en la esquina izquierda del área, avanzó tres pasos, se perfiló para el disparo y clavó una parábola maravillosa para colocar el esférico en la escuadra izquierda de Adán que apenas pudo seguir la trayectoria del cuero con la mirada.

Tras este gol, el Betis se desanimó por completo y el partido decayó de manera ostensible en cuanto al ritmo y con él la magia de Isco. El Madrid ya buscaba ataques mucho más rápidos, apoyándose en los jugadores de banda y con jugadas casi sin elaborar por lo que el malagueño pasó algo más desapercibido en los últimos minutos. Sobresaliente su partido que le sirve para demostrar a Zidane que cuando vuelvan Casemiro, Modric y James, él va a ser un claro competidor por uno de los puestos del centro del campo.

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