El campeón tampoco puede con el Athletic
Segundo empate a cero en el Metropolitano en una semana en la que el Atlético ha demostrado estar atascado
Nuevo arbitraje en contra de Gil Manzano, que expulsó sin sentido a Joao Félix cuando mejor estaba el Atlético
El Atlético sólo tuvo una ocasión en un disparo de Llorente al poste
Cuatro partidos oficiales en el Metropolitano: una sola victoria, por la mínima, y cuatro empates, dos de ellos a cero. El Atlético tiene un problema serio en casa y no es cuestión de falta de talento porque eso le sobra. El campeón sigue atascado y hoy se ha dejado dos puntos muy importantes ante un Athletic al que le ha bastado con estar ordenado para mantenerle a raya. No fue una buena tarde de los rojiblancos, que sólo crearon una ocasión en un disparo de Llorente al palo, pero más allá del resultado la persecución de Gil Manzano al Atlético de Madrid ya no puede permitirse. Cada vez que le pita el árbitro extremeño sale perjudicado. Le aplica el reglamento con la máxima severidad y en cambio es laxo con su adversario. La expulsión de Joao es incomprensible porque arranca de una primera tarjeta que no tiene sentido. Llueve sobre mojado y empieza a ser difícil de creer que todo sea fruto de la casualidad.
La nueva travesura de Gil Manzano acabó teniendo mucha influencia en el partido porque frenó al Atlético en el momento en el que mejor estaba y cuando con más argumentos parecía buscar la victoria. Sin ir más lejos, pitó el final del partido cuando Carrasco se quedaba solo ante Unai Simón. Son ya demasiados errores. Siempre en contra.
Consciente de las enormes limitaciones físicas que ha mostrado en el arranque de la temporada, y valorando también las condiciones defensivas del rival, Simeone guardó a buen recaudo a Luis Suárez para conservarlo de cara a la segunda parte. El entrenador argentino eligió a Griezmann y Correa para formar la primera línea de ataque dando prevalencia al talento sobre los centímetros y provocando que los centrales del Athletic carecieran de una referencia en la que fijarse. Tampoco Carrasco, muy exigido en la última semana, ni por supuesto Joao, que ante el Oporto volvió a ofrecer la peor de sus versiones, formaron parte de un once inicial poco reconocible.
A los 58 segundos Griezmann provocó la primera reacción de la grada. Llorente atacó la profundidad por la banda derecha y encontró el espacio suficiente para llegar a zonas peligrosas y entregarle en el área un balón peligroso al francés, cuyo disparo de primera se marchó algo desviado. Toda una declaración de intenciones que luego no se tradujo en ninguna continuidad. Esa sería, con el tiempo, la llegada doméstica más peligrosa de la primera parte. Bueno, en realidad la única.
Sin embargo esa acción inicial pareció haber creer que el Atlético había encontrado por ahí un filón y de hecho percutió en varias ocasiones por esa banda derecha, pero ni una sola vez encontró un remate contundente con el que inquietar a Unai Simón. Así, poco a poco el Athletic fue amansando el partido y alejando a su rival de zonas peligrosas. Williams tiró varios desmarques de ruptura que obligaron a Giménez a exprimir sus facultades, Lodi recibió llamadas de auxilio de los centrales y en medio campo De Paul comenzó con dudas, aunque es cierto que acabó convirtiéndose quizás en el futbolista rojiblanco más entonado. Al paso por la primera media hora el partido estaba absolutamente igualado. Ni un disparo entre los tres palos, ni una sola ocasión ni un solo indicio que invitara a pensar por dónde iba a surgir el desequilibrio.
La primera parte acabó mucho más cerca de Oblak que de Unai. Williams rondó el gol con un disparo que se fue alto y Berenguer reclamó un penalty de Hermoso que las imágenes demostraron inexistente. Marcelino recibió satisfecho a sus jugadores mientras Simeone no dejaba de recoger del suelo mechones de pelo. Entonces miró a Nelson Vivas en busca de soluciones. Estaba claro que algo había que cambiar en la segunda parte porque el partido no iba por el ritmo esperado.
La charla del Cholo pareció surtir efectos. Al menos de salida el Atlético apretó el acelerador y se acercó con peligro a la meta adversaria. Gran cambio de juego de De Paul a Lodi, cuyo centro cabeceó fuera Correa. El remate del argentino calentó a la grada, pero el Athletic no tardó en dejarla de nuevo en silencio. A los 48 minutos Williams recogió un balón en el medio campo, se aprovechó de la entrada precipitada de Giménez y se marchó en solitario ante Oblak, pero a su llegada al área se le hizo de noche y no acertó con los tres palos. Fue, sin duda, la mejor ocasión del partido hasta ese momento.
Simeone comprendió entonces que no le quedaba otra que agitar el partido. Griezmann y Lodi se fueron al banco por decisión técnica y Kondogbia le dejó su plaza a Herrera por problemas físicos. Carrasco y Luis Suárez pisaron el césped para aportar soluciones ofensivas y el Atlético mutó definitivamente de piel con el casi inmediato cambio de Joao por Correa, que había sido hasta entonces el más inspirado futbolista rojiblanco en ataque.
La respuesta de Marcelino no se demoró demasiado. Villalibre y Nico Williams relevaron a Raúl García y al propio Iñaki Williams. Frescura de medio campo para adelante intuyendo que el Atlético podía dejar más espacios atrás en su ansiedad por sumar de a tres. No se equivocó. Simeone ordenó zafarrancho y el equipo se fue definitivamente arriba con el objetivo de disparar por primera vez entre los tres palos.
Obligado a arriesgar para conseguir su objetivo, el campeón entró en el cuerpo a cuerpo ante el Athletic, que sembró el pánico en el Metropolitano en una acción en la que hubo hasta cuatro rechaces en el área de Oblak. La defensa acabó sacando el balón y casi de inmediato llegó la oportunidad que tanto había reclamado Simeone. Marcos Llorente aprovechó la pasividad de Balenciaga en la marca para soltar un derechazo raso desde fuera del área que Unai pudo rechazar a la base del poste de manera providencial a los 74 minutos de partido.
El brasileño Cunha fue la última bala rojiblanca para romper la dinámica del empate y mantener los tres puntos necesarios para no perder la estela del liderato. Fue entonces cuando Gil Manzano tuvo que hacerse notar, para no perder la costumbre. El árbitro extremeño volvió a ejercer de martillo pilón para el Atlético y expulsó a Joao con dos tarjetas consecutivas, la primera inexplicable y la segunda prescindible. El club debería tomar medidas serias con respecto a Gil Manzano. No puede ser que cada vez que pita al Atlético suceda lo mismo.
La expulsión del portugués dejó en inferioridad al campeón y condicionó el resto del partido porque obligó a los rojiblancos a dar un paso atrás. El Athletic tuvo el 0-1 en el 91 en un disparo alto de Villalibre, pero el marcador ya no se movió.