Liga Santander: FC Barcelona 2 - Atlético 2

Un Barcelona de pena máxima

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Messi, cabizbajo tras cosechar otro empate.
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Al Barça se le escapa la Liga. Los culés sumaron su segundo empate consecutivo en la competición ante un Atlético de Madrid que pudo llevarse un premio mucho mayor del Camp Nou. El partido lo protagonizó Hernández Hernández, quien pitó tres penaltis durante el encuentro, dos de ellos muy dudosos y mandó repetir uno de ellos.

El Barça se adelantó en dos ocasiones en el marcador, pero no supo mantener la diferencia como le pasó en Vigo. A los chicos de Setién parece que les pesa cada vez más los años y el desgaste de jugar dos veces cada semana. Messi, sin ir más lejos, permaneció desaparecido en los minutos finales, fundido por el esfuerzo, mientras que Griezmann entró en el descuento. Un despropósito azulgrana se mire por dónde se mire.

El Barça empezó el partido como un flan ante un Atlético que exhibía un despliegue físico muy superior a su rival. Los colchoneros, tras 10 minutos de dominio, se encontraron con un gol en contra imprevisto después de que Messi sacase un córner al primer palo. Entre Busquets y Thomas taparon la trayectoria a Diego Costa y éste lo metió en su propia portería tras desviar el balón por debajo de las piernas.

Sin hacer absolutamente nada, el Barça se encontraba con un gol que ante los terceros de la tabla podía valer mucho. El Atlético, sin embargo, iba creciendo poco a poco con un Carrasco que ha vuelto a ser un puñal por la banda izquierda. Fue precisamente el belga quien provocó el penalti que dio lugar al empate.

El extremo se internó en el área, frenó en seco y sacó una pena máxima a un Arturo Vidal que pecó de intenso. Diego Costa intentó enmendar el error del gol en propia meta asumiendo la responsabilidad y su disparo –excesivamente centrado– lo paró Ter Stegen. El VAR, sin embargo, revisó la jugada y determinó que el penalti debía repetirse porque se adelantó el portero.

Los jugadores del Barça rodearon a Hernández Hernández hasta el punto de incomodarle mucho. No en vano, Piqué se llevó una amarilla por lenguaraz y Saúl Ñíguez decidió sustituir a Costa en la repetición del lanzamiento desde los 11 metros. El madrileño no perdonó y engaño a Ter Stegen.

El Barça aguantaba el golpe como podía. Messi estaba muy sólo en su lucha por seguir enganchado a la Liga. El argentino tuvo ocasiones como una falta que desbarató Oblak al borde del descanso y además daba espectáculo gambeteando por la banda derecha como si fuese un juvenil. Mientras hiciese eso, el Atlético se sentía seguro y crecía más y más en su confianza aunque era obvio que había que cambiar a Costa para encontrar el gol.

Hernández Hernández toma el control

Nadie sabe lo que pensó o vio el árbitro Hernández Hernández en los vestuarios, pero a su salida de ellos cambió el partido de forma decisiva. El colegiado canario pitó en un lapso de 10 minutos dos penaltis casi ficticios cayendo cada uno de un lado. Primero Semedo recibió un mínimo contacto por parte de Felipe que fue sancionado con los 11 metros y anotado de sublime Panenka por Messi.

Antes de que se cumpliese el minuto 60, Hernández Hernández –quizá le dijeron algo por el pinganillo– compensó su anterior decisión pitando otro penalti flojito de Semedo sobre Carrasco. Ter Stegen, esta vez bien colocado, estuvo a punto de sacar el disparo del centrocampista zurdo.

Tan frustrado estaba todo el mundo con Hernández Hernández que Messi se llevó una tarjeta amarilla por dar un pelotazo de impotencia. El canario se lució para mal, pero no fue el único. Luis Suárez se arrastró en esta segunda mitad, mientras Setién hacía esperar desde el banquillo a Ansu Fati y Griezmann.

El único peligro culé era un Arturo Vidal que, bien o mal, lo intentaba todo el tiempo y que ejercía de delantero, mediocentro y hasta de defensa. El chileno parecía el único consciente de que de no sumar los tres puntos perdían la Liga. Su carácter, sin embargo, no contagiaba a unos compañeros a los que le pesaban las botas.

Simeone se vio en su clásica coyuntura de las finales perdidas: arriesgar metiendo a jugadores de refresco o dar por bueno el empate. El Cholo esperó hasta los 10 últimos minutos para dar un paso adelante y las ocasiones fueron llegando una detrás de otra –Jordi Alba salvó un gol cantado en el descuento– sin terminar de concretarse al tiempo que los culés consumaban su despropósito sin acercarse a la portería de Oblak en los minutos finales. Este Barça da pena máxima.

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