Bale juega 90 minutos intrascendentes ante Andorra recién salido de una lesión
Los médicos del Real Madrid habían recomendado a Benítez que Gareth Bale no disputara más de 70 minutos en el derbi del Calderón, el partido en el que reaparecía después de tres semanas de baja por una lesión en el sóleo de su pierna izquierda. El técnico madridista quería poner al galés de titular, pero siguió la recomendación médica y sólo le hizo jugar 25 minutos. En el Madrid todos los cuidados son pocos para Bale, especialmente propenso a sufrir problemas musculares: siete lesiones de este tipo desde que viste de blanco y cuatro precisamente en el sóleo de la pierna izquierda.
Acababa el derbi y empezaba el virus FIFA. Benítez, que ya sabía lo que era perder a dos jugadores (Danilo y James) en el primer parón de selecciones, cruzaba los dedos, sobre todo por Bale, que se incorporaba con Gales sin haber disputado un partido completo con el Madrid desde hacía más de un mes. Benzema cayó el primero y Modric después, pero el galés disputó el partido completo con su selección ante Bosnia, un encuentro que terminó con la derrota más dulce de la historia de Gales, que se metía en una Eurocopa por primera vez desde que el fútbol es fútbol.
Misión cumplida para Bale, momento ideal para que hubiera regresado a Madrid o para que se hubiera tomado unos días libres, igual que hizo Cristiano después de que Portugal sellara su clasificación. Pero Coleman, seleccionador de Gales, decidió que su jugador franquicia se quedara para disfrutar de la ovación del público de Cardiff en el intrascendente partido ante Andorra.
Bale, faltaría más, empezó el partido como titular con mando en plaza con Gales y, además, se jugó los 90 minutos uno detrás de otro. Bale campó a sus anchas ante la débil selección de Andorra, pero fue víctima en varias ocasiones de la inocente dureza de unos rivales que distan mucho de ser profesionales del fútbol. Bale jugó por donde quiso: por la mediapunta, por las dos bandas, de chupagoles, de mediocentro. Bajaba, subía, desbordaba, corría, paraba… Era el Príncipe de Gales.
Por momentos, Bale se asemejó a la peor versión de Cristiano: obsesionado con tirar todas las faltas, por jugarse cada balón, por intentar meter un gol antes de tirar. El galés tardó nada menos que once remates en conseguir su preciado objetivo: marcar un gol a Andorra. Bale ha completado una extraordinaria fase de clasificación en la que ha anotado siete goles y ya empieza a vislumbrar en el horizonte convertirse en el máximo goleador de la historia de Gales. Bale ya suma 19 goles y está a seis de igualar los 25 que marcó el mítico Ian Rush.
Para el Madrid lo más importante es que Bale vuelve sano y salvo. Al menos hasta que se demuestre lo contrario.