El Bala
Algunos podrían pensar que esta última Vuelta le puede haber sobrado, acostumbrados a verle triunfante en cualquier carrera. Alejando Valverde se preparó para ganar alguna de las etapas y ayudar a Enric Mas. Le ha fallado el primer objetivo. Lo intentó con algún amago que fue rápidamente abortado, sin embargo, su experiencia y dominio del oficio han sido claves en la recuperación del mallorquín.
El murciano ha llegado al final de temporada sin la explosividad que tantos éxitos le ha dado. Son cuarenta y dos primaveras, veinte más que Evenepoel. Aun así, ahí queda su decimotercer puesto en la clasificación general, solo superado en clave nacional por los jóvenes Carlos Rodríguez, Juan Ayuso y su compañero Enric Mas.
La organización y la afición se han volcado brindándole muestras de agradecimiento por todo lo que representa y lo que ha sido capaz de realizar a lo largo de su vida profesional. Desde su Murcia natal a las etapas del norte y del sur, y sobre todo, en la capital donde se le permitió cruzar el primer paso por meta en solitario y recibir el aplauso cerrado de la afición, La Vuelta 22 también será recordada como la del homenaje al Bala. Momento histórico que la voz de Juan Mari Guajardo se encargó de realzar glosando un palmarés interminable y grandioso.
Sin lugar a dudas, ha sido uno de los nombres de esta Vuelta y de muchas otras. Si el lector hace el ejercicio de comparar una foto de hace veinte años cuando Valverde inició su andadura profesional en el Kelme y una del presente, comprobará que las arrugas de su rostro recorren vericuetos y no autopistas, caminos estrechos y no pistas de aterrizaje; miles de miles de kilómetros donde no todo fueron días de vino y rosas. Bien merecidos son los vividos a lo largo de la que ha sido su última Vuelta a España. El gran campeón está a punto de dar paso a la leyenda.