Al Madrid le basta con medio partido

Real-Madrid-Bernabéu
Los jugadores del Real Madrid celebran uno de los goles conseguidos ante Las Palmas. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Tenía Benítez de inicio más ausencias que una sesión del Congreso en vísperas de un puente. Pero como el partido no se presumía demasiado complicado, el técnico madridista no quiso arriesgar ni siquiera a San Keylor, portero y santo recién canonizado en los altares del madridismo. De los titulares, también faltaban Bale, Benzema, James y Ramos, pero como sus sustitutos habían dado la cara en Balaídos, Rafa decidió redoblar su apuesta. De salida, un 4-1-4-1, con Casemiro en el eje con mando en plaza. Por delante, Kroos, Isco y Modric para acaparar la pelota como el hijo de Pujol acapara coches de lujo.

El Madrid salió dispuesto a solventar el partido antes de sestear y se encontró el gol a los cuatro minutos. Una buena presión alta de todo el equipo provocó la recuperación de Jesé, que descargó la pelota en Casemiro. El brasileño puso un pase diagonal al espacio donde llegaba Isco y el malagueño, con arte y habilidad a partes iguales, la puso lejos del alcance de Javi Varas.

No pasaron ni diez minutos antes de que el Madrid hiciera el segundo y abrochara el partido. Un centro de Marcelo, cómodo en la línea de tres cuartos sin nadie que le presionara, lo cabeceó Cristiano en plancha desde el área grande. El brasileño volvía demostrar que es el comodín del juego ofensivo de Benítez: se asocia con todos para mejorar la mano.

Sonreía Cristiano, bronceado como un surfista de Malibú, con su octavo gol en Liga porque él se alimenta de goles como Triki de galletas. Sonreía el Bernabéu, con dos goles tempraneros para hacer la digestión. Y sonreía Benítez, satisfecho con que su equipo hubiera pasaportado el duelo antes del cuarto de hora. Sonreía hasta Casilla –Kiko, no confundir con Iker– que chupó cámara con una buena doble intervención en el minuto 18.

El Madrid gobernaba el partido como Nicolás Maduro maneja Venezuela: sin oposición alguna. A los 26, Javi Varas sacó un mano a mano a Jesé, después de una maniobra de aceleración del canario que para su McLaren la quisiera Fernando Alonso. El taconcito del meta de Las Palmas privó a delantero rapero de marcar un gol marca de la casa.

Jesé, un canario vestido de buitre

Otra maniobra, esta vez por la derecha, de Jesé se convirtió en una maravillosa asistencia que no llegó a rematar Cristiano, pero que acabó los pies de Isco, cuyo disparo lo sacó a bocajarro Javi Varas con una mano de agilidad y reflejos. Se gustaba el Madrid con la pelota, que parecía durarle eternamente en cada jugada.

Las apariencias a veces engañan y en el minuto 38 a Benítez se le metió una china en el zapato. Un córner mal defendido, muy mal defendido, acabó con un cabezazo de Hernán que botó en el suelo y se coló con suspense tras tocar el larguero de Casilla, que contemplaba estupefacto cómo Las Palmas le hacía un gol a las segundas de cambio. Aplaudía Setién a los suyos, con la intención de que se vinieran un poco arriba.

Pero Jesé no les dejó decir ni pío, porque no hay peor pico que el del propio canario. La recibió JR20 en el vértice derecho del área y fue acomodándose hacia dentro, en una diagonal propia de Robben, que culminó con un disparo cruzado y seco. Era el tercero del Madrid y el premio la soberbia primera parte del canterano, que se parece cada partido más al jugador que deslumbró al mundo antes de su lesión de rodilla.

En el descanso mandó Benítez a Modric precisamente a descansar. Salió en su puesto Lucas Vázquez, un muchacho que se está ganando a pulso cada minuto que juega en el Madrid. Se estiró Las Palmas de salida, pero sin demasiada puntería. La misma que le faltó a Ronaldo para convertir el cuarto tras un buen pase interior de Isco.

Voló Casilla a los diez minutos, adorno incluido, para sacar a córner un disparo de falta de William José, aquel brasileño que jugó en el Castilla, que iba más fuerte que colocado. Las Palmas parecía como Betty, la fea cuando se quitó las gafas: un equipo distinto. El Madrid se juntaba para defender y economizar esfuerzos mirando a la próxima visita del PSG.

Se consumía el segundo tiempo con la languidez de una balada de Jeanette. A los blancos les valía el resultado y los amarillos, con siete canteranos en el campo, lo intentaban con más ganas que acierto. Para el Madrid era un descanso activo, para el público del Bernabéu era un bajón.

Pudo marcar el cuarto Cristiano en los minutos de prolongación de un segundo tiempo terroríficamente aburrido, pero los pies de Javi Varas desbarataron el doblete del portugués. El rechace le cayó a Lucas Vázquez, que tampoco pudo superar al meta de Las Palmas. Con esta doble ocasión terminaba un partido con poca historia que el Madrid solucionó en un primer tiempo con un fútbol de ensueño y en un segundo de pesadilla.

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