El truco de los hoteles para dejar las almohadas impolutas: adiós al color amarillo
Esto es lo que hacen los hoteles para que las almohadas parezcan nuevas
Los hoteles tienen sus trucos para salvar el día a día con su respectivo trasiego de gente y uno de ellos tiene que ver con el cambio de ropa de cama que realizan estos establecimientos una vez al día. Sacar adelante esto requiere una gran infraestructura y de una organización diaria minuciosa. Uno de los muchos trucos que tienen los hoteles tiene que ver con la forma de lavar las almohadas, algo que no es nada sencillo y más en un edificio con centenares de habitaciones.
Sólo en el pasado mes de junio, los hoteles españoles registraron 44,04 millones de pernoctaciones, superando en un 2,15% los datos récords registrados el pasado 2019. Según números difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En los primeros seis meses de 2024 se habían registrado en los hoteles españoles se había registrado alrededor de 204,68 millones de pernoctaciones.
Unas cifras que hablan de la buena salud de la que gozan estos negocios que son un éxito seguro y más en un país como España que es el segundo más visitado por los turistas, sólo por detrás de Francia. En lo que va de año, por la península ibérica se han dejado caer 42 millones de viajeros internacionales, superando en un 13,3% los datos del mismo periodo en el año anterior.
El truco de los hoteles con las almohadas
Estos datos tienen una fácil interpretación: durante todo el año y especialmente en la temporada alta de verano, los hoteles españoles están a rebosar y estos requiere de una importante organización para la dirección y empleados de estos establecimientos. Porque un hotel es más que ofrecer una habitación para dormir, el cliente sufraga un coste y esto significa que estos negocios tienen que ser excelsos a nivel de limpieza.
Para ello, toda la ropa de cama de las habitaciones se lava día a día ya sea a través de empresas especializadas en ello o en grandes máquinas situadas en la parte baja de los hoteles. Uno de los trucos para que este trabajo sea más sencillo tiene que ver con las almohadas, uno de los mayores retos en lo que respecta a los hoteles.
Dejar una almohada no sólo consiste en lavar la funda y también el interior, ya que ahí se puede acumular suciedad y diferentes ácaros que pueden estropear la experiencia del cliente en el hotel. Por ello, en el caso de las almohadas de plumas, uno de los métodos empleados a la hora de lavarlas es introduciendo dos o tres pelotas de tenis en el tambor de la lavadora para evitar que el relleno se apelmace y se estropee la almohada. Después, en la secadora también habrá que meter las mismas pelotas de tenis envueltas en medias para que no pierda su forma.
Lo más recomendable es lavarlas primero en agua caliente y después utilizar otro ciclo con el detergente, suavizante y los productos necesarios. Por ejemplo, en el caso de las almohadas lo más recomendable es lavarlas a mano y después secarlas al aire. Con respecto a las de látex está prohibido meterlas en la lavadora y habrá que lavarlas a mano con agua muy fría.
Más trucos de los hoteles
El truco de las almohada se realiza en los hoteles pero hay mucho más; por ejemplo, en lo que tiene que ver con los famosos buffets libres. Todo aquel que aterriza en un hotel ya sea en desayuno, comida o cena suele comer hasta hartarse y estos establecimientos tienen sus trucos para que poner barra libre de comida no les salga a deber. Además de ahorrarse el coste de los camareros, si te fijas podrás comprobar que los alimentos más baratos siempre están en primera fila, para que sean los primeros y más consumidos.
Los hoteles también recurren a las grandes cantidades de pan, que es un ingrediente algo más económico, y que además sacia a los clientes. En muchos hoteles incluso racionan o sirven ellos mismos los platos más costosos para generar un ahorro. Ello y la famosa regla de los tres días, ya que está demostrado que a partir del tercer día en un buffet libre los clientes bajan el consumo drásticamente por el cansancio y por la sensación de no querer comer tanto. Todo está inventado y más en los hoteles.
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