Poca gente lo sabe, pero éste es el curioso refrán que nació en la corte de Felipe IV en Madrid
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En la extensa abundancia del refranero español, hay algunos dichos que, aunque poco usados hoy en día, encierran relatos que se remontan siglos atrás. Uno de ellos tiene su origen en la corte de Felipe IV, un entorno cargado de intrigas, ingenios populares y humor irónico.
Su formulación breve, su aparente inocencia y su uso puntual contribuyeron a que pase casi inadvertido para la mayoría. Su trasfondo está anclado en la picardía y en la advertencia sobre las consecuencias de las acciones. ¿Ya te imaginas cuál puede ser?
¿Cuál es el curioso refrán que nació en la corte de Felipe IV en Madrid?
Felipe IV reinó en España entre 1621 y 1665. Su corte en Madrid fue escenario de episodios en los que lo popular se mezclaba con lo cotidiano. Durante este período, los refranes formaban parte del lenguaje común y eran empleados para resumir situaciones complejas con ironía o condescendencia.
Muchos de ellos se gestaban en la calle, en los mercados, en las tiendas, y con frecuencia terminaban siendo usados incluso entre los nobles. Uno de estos refranes es ‘Al freír será el reír’.
Aunque no figura en el DRAE y su uso actual es limitado, cuenta con antecedentes sólidos en textos del Siglo de Oro y guarda similitudes con expresiones como ‘al freír los huevos lo veréis’, que sí aparece en El Quijote y La Celestina. Las similitudes entre estas fórmulas apuntan a una tradición oral más amplia, con historias que se repetían y transformaban.
¿De dónde viene la frase ‘Al freír será el reír’ y qué tiene que ver con Felipe IV?
El origen más popularmente aceptado de la locución ‘Al freír será el reír’ se remonta al relato recogido por José María Sbarbi en su Refranero (1922).
Según esta versión, en tiempos de Felipe IV vivía en Madrid un calderero que tenía fama de ser astuto. Un pillo, con intención de burlarse de él, acudió a su tienda y le pidió una sartén. El calderero, sin prestar demasiada atención, le entregó una que estaba rota por debajo. A cambio, el cliente le pagó con una moneda falsa.
Ambos pensaban haber engañado al otro. Al percatarse de la risa burlona del comprador, el calderero replicó con la frase: «Al freír será el reír», advirtiendo que el defecto del objeto se haría evidente más tarde. El otro, devolviendo la burla, dijo: «Al contar será el llorar», refiriéndose al momento en que el calderero descubriera que la moneda era falsa.
Este cruce de expresiones irónicas cristalizó en el refrán, que desde entonces sirvió como una forma de señalar que las consecuencias de los actos, buenos o malos, se verán con el tiempo.
Usos y sentido actual de la frase
Aunque poco habitual en el habla moderna, ‘Al freír será el reír’ se emplea para advertir sobre las consecuencias que acarreará una acción. Puede tener un tono asertivo o irónico. Se aplica, por ejemplo, en casos donde alguien actúa con excesiva confianza o realiza una acción imprudente sin medir las consecuencias.
También se utiliza para reprochar a quienes gastan en exceso, se entregan a placeres momentáneos sin previsión, o presumen de logros aún no materializados. Tiene afinidad con expresiones como:
- «El que ríe último, ríe mejor».
- «Tiempo al tiempo».
- «Ya veremos en qué para la cosa».
Estas frases, al igual que el refrán en cuestión, funcionan como advertencias diferidas, cuyo sentido se revela en el desenlace.
Precedentes históricos de esta frase, en la literatura y en la modernidad
A pesar de que la anécdota del calderero se ubica durante el reinado de Felipe IV, ya en textos anteriores aparecían formas similares. En El Quijote (1605), Sancho Panza utiliza la expresión «al freír de los huevos se verá» para sugerir que el tiempo acabará revelando la verdad de los hechos.
En La Celestina (1499), también se encuentran referencias que siguen la misma estructura de sentido.
Por tanto, todo apunta a que la locución comentada por Sbarbi no es más que una evolución de un fondo común presente en la literatura popular desde siglos antes.
Melchor de Santa Cruz, en su obra Floresta española de apotegmas (1547), ya recogía un relato parecido: un carbonero vendía carbón a una mujer y escondía en la mercancía una sartén en mal estado. Cuando ella le preguntaba si el carbón era bueno, él respondía: «Al freír lo veréis».
Esta respuesta sugiere una estructura similar a la del refrán moderno y confirma que su origen se pierde en la tradición oral, donde las historias se adaptaban, se copiaban y se transformaban.
La frase cambió con el tiempo, tanto en forma como en significado. En la actualidad, según el Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes, el sentido principal de ‘Al freír será el reír’ es el de señalar que «las cosas tienen su precio y sus consecuencias, por lo que se debe obrar con sensatez y tino».
No es una mera advertencia contra la ingenuidad, sino también contra la imprudencia. El tono irónico que acompaña al refrán lo acerca a contextos de picardía, truhanería o burla recíproca. La figura del «timador timado» sigue funcionando como ejemplo contemporáneo de este sentido.