Okuparon su casa pero no contaban con su reacción: la estrategia que empleó el dueño los obligó a irse de inmediato


En los últimos años, la okupación de viviendas se ha convertido en uno de los temas más polémicos y debatidos. Las historias sobre casas okupadas, propietarios impotentes y largas batallas judiciales no dejan de aparecer en los medios. En España, la legislación ampara ciertos derechos de los okupas dificultando en muchas ocasiones que el dueño recupere su propiedad con rapidez. Algo similar sucede en Estados Unidos, donde, dependiendo del estado, los plazos para desalojar a los okupas pueden alargarse durante meses.
Sin embargo, en medio de tantas historias frustrantes, hay algunas que llaman la atención por su desenlace atípico. Tal es el caso de Marco Velázquez, un propietario de Chicago al que le okuparon su casa en venta. En lugar de resignarse al engorroso proceso legal o caer en la desesperación, decidió utilizar una estrategia poco convencional: compartir la casa con los okupas para presionarlos a marcharse. Su método, aunque insólito, dio resultados en apenas 24 horas.
Una insólita solución a la okupación
Marco Velázquez, residente de Chicago y propietario de una casa en el barrio South Side, quería vender su casa. La vivienda había estado vacía durante un tiempo y, al parecer, eso la convirtió en un blanco fácil para quienes buscan apropiarse de propiedades ajenas. Un día, al llegar al domicilio acompañado por un agente inmobiliario con la intención de mostrarla a un posible comprador, se llevó una desagradable sorpresa: una pareja se había instalado en el lugar y afirmaban ser los propietarios legítimos.
La situación era desconcertante. Los recién llegados, identificados posteriormente como Shermaine Powell y Codarro Dorsey, mostraban seguridad en su discurso, aunque no tenían ningún documento válido que demostrara que eran los dueños de la casa. Velázquez, como era de esperar, llamó de inmediato a la Policía. Pero lo que parecía un procedimiento sencillo se convirtió en un callejón sin salida.
La Policía, tras escuchar ambas versiones, le dijo a Velázquez que no podían intervenir de forma inmediata. En el estado de Illinois, como en muchos otros de Estados Unidos, los okupas deben ser desalojados a través de un proceso judicial. En la práctica, esto significa presentar una demanda, contratar abogados, asistir a audiencias y esperar semanas o incluso meses para recuperar la propiedad.
El coste económico, sumado al tiempo y la incertidumbre, hicieron que Velázquez reconsiderara sus opciones. No podía permitirse paralizar la venta indefinidamente, ni tampoco deseaba embarcarse en una larga batalla judicial que, en el mejor de los casos, le devolvería su casa varios meses después. Fue entonces cuando optó por una vía completamente distinta.
La estrategia inesperada: dormir con los okupas
Marco Velázquez decidió actuar con firmeza, aunque sin violencia. Se puso en contacto con algunos amigos, volvió a la vivienda esa misma noche y se instaló en la sala de estar junto a su esposa. Sin esconderse ni provocar, simplemente se quedó allí.
La pareja que había okupado la casa se mantuvo en uno de los dormitorios. El ambiente, aunque tenso, no llegó a la confrontación física. Sin embargo, la presencia constante del dueño en la vivienda (algo que pocas veces ocurre en este tipo de situaciones) cambió la dinámica de poder. Los okupas ya no estaban cómodos. Sabían que vivir allí bajo esas condiciones no era viable por mucho tiempo.
Tras esa primera noche, la pareja de okupas empezó a considerar otras opciones. Powell y Dorsey pusieron sobre la mesa una cifra inicial: 8.000 dólares. Según su propuesta, abandonarían la casa a cambio de ese pago. Aunque la oferta sonaba a chantaje, Velázquez vio una oportunidad de resolver el problema de forma inmediata, sin pasar por el juzgado. Por supuesto, no aceptó la cifra sin discutir. En una rápida contraoferta, propuso pagarles 4.300 dólares a cambio de que entregaran las llaves y se marcharan en paz.
La pareja aceptó. En menos de 24 horas, Velázquez había recuperado su vivienda. Un mal trago, sin duda, pero uno que terminó antes de lo esperado. Según relató después a medios locales, aunque no fue barato, consideró que el acuerdo había sido mejor que perder tiempo y dinero en un procedimiento legal que duraría varios meses.
La historia de Marco Velázquez ha generado todo tipo de reacciones. Algunos lo ven como un ejemplo de astucia y valentía, mientras que otros critican que tuviera que pagar a personas que, claramente, actuaron de forma ilegal. Sea como sea, su decisión evitó que el conflicto escalara y logró un resultado rápido y, dentro de lo que cabe, pacífico.
Lo ocurrido en Chicago no es una solución que funcione en todos los casos, ni es una fórmula mágica para acabar con la okupación. Pero sí demuestra que, en ocasiones, la creatividad y la persistencia pueden ser más efectivas que los tribunales. Marco Velázquez actuó de forma poco común, pero logró lo que muchos propietarios no consiguen ni en meses: recuperar su hogar.