El mensaje póstumo de Carl Sagan para los primeros humanos en Marte
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Carl Sagan fue un destacado astrónomo y divulgador científico estadounidense, conocido por su capacidad para comunicar complejos conceptos científicos al público en general. A lo largo de su carrera, Sagan se involucró en diversos proyectos espaciales significativos. Jugó un papel fundamental en las primeras etapas de la exploración planetaria, participando en misiones emblemáticas de la NASA, Voyager y Galileo.
Sagan también cofundó el Instituto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence), cuyo objetivo es detectar señales de civilizaciones inteligentes. En 1974, junto a varios compañeros, envió el famoso Mensaje de Arecibo, una transmisión de radio dirigida a un cúmulo de estrellas distante. Este mensaje contenía información básica sobre la humanidad y el sistema solar, simbolizando las intenciones de comunicarnos con posibles civilizaciones alienígenas.
El mensaje de Carl Sagan
Carl Sagan fue un gran defensor de la exploración de Marte. Creía firmemente en la importancia de estudiar el planeta rojo tanto como análogo de la Tierra como para buscar posibles signos de vida pasada. Desde su casa en Nueva York dejó un legado en forma de grabación para os futuros exploradores de Marte.
La primera parte del mensaje dice así: «Hola, soy Carl Sagan. Éste es un lugar donde trabajo a menudo en Ithaca, Nueva York, cerca de la Universidad de Cornell. Tal vez puedas escuchar, de fondo, una cascada de 200 pies (60 metros) muy cerca, lo que probablemente sea (supongo) una rareza en Marte, incluso en tiempos de alta tecnología. La ciencia y la ciencia ficción han hecho una especie de danza durante el último siglo, particularmente con respecto a Marte».
Y continúa: «Los científicos hacen un hallazgo. Inspira a los escritores de ciencia ficción a escribir sobre ello, y una gran cantidad de jóvenes leen ciencia ficción y se entusiasman e inspiran para convertirse en científicos y descubrir más sobre Marte, lo cual hacen, lo que luego alimenta nuevamente a otra generación de ciencia ficción y de ciencia; y esa secuencia ha jugado un papel importante en nuestra capacidad actual para llegar a Marte. Ciertamente fue un factor importante en la vida de Robert Goddard, el pionero estadounidense de los cohetes que, creo que más que nadie, allanó el camino para nuestra capacidad real de ir a Marte. Y ciertamente jugó un papel en mi desarrollo científico».
Finalmente, dice lo siguiente: «No sé por qué estás en Marte. Tal vez estés allí porque hemos reconocido que tenemos que mover con cuidado pequeños asteroides para evitar la posibilidad de que uno impacte la Tierra con consecuencias catastróficas y, mientras estamos en el espacio cercano a la Tierra, es sólo un salto, salta. y un salto a Marte. O tal vez estemos en Marte porque reconocemos que si hay comunidades humanas en muchos mundos, las posibilidades de que alguna catástrofe en un mundo nos extinga sean mucho menores. O tal vez estamos en Marte debido a la magnífica ciencia que se puede hacer allí: las puertas del maravilloso mundo se están abriendo en nuestro tiempo. Tal vez estemos en Marte porque tenemos que estarlo, porque hay un profundo impulso nómada construido en nosotros por el proceso evolutivo; después de todo, venimos de cazadores-recolectores, y durante el 99,9% de nuestra permanencia en la Tierra hemos sido vagabundos. Y el siguiente lugar al que viajar es Marte. Pero cualquiera que sea la razón por la que estás en Marte, me alegro de que estés allí. Y desearía estar contigo», según recoge National Geographic.
Biografía
Carl Sagan nació el 9 de noviembre de 1934 en Nueva York. Desde pequeño, mostró un gran interés por la ciencia, y sus padres, reconociendo sus necesidades intelectuales, lo llevaron a una biblioteca pública. Allí, un bibliotecario le proporcionó libros sobre las estrellas, lo que desencadenó su fascinación por el cosmos. «De repente, la verdadera escala del universo se reveló ante mí», dijo Sagan.
Trabajó como asesor de la NASA en la década de 1950, instruyendo a los astronautas del Programa Apolo y contribuyendo a la preparación de experimentos en misiones robóticas. Concibió la idea de añadir mensajes universales a las naves destinadas a abandonar el sistema solar, como la placa anodizada en la Pioneer 10.
En 1978, Sagan ganó el premio Pulitzer por su obra Los dragones del Edén, que exploraba el origen de la inteligencia humana. Aunque algunas críticas señalaron que no ofrecía una imagen equilibrada de los hallazgos neurocientíficos, el libro elevó su estatus como divulgador científico.
Creía firmemente en la existencia de vida extraterrestre y fue un impulsor del programa SETI. Afirmó que le molestaría mucho morir sin haber escuchado la primera señal de una civilización extraterrestre. Para él, la lógica matemática sugería que debía haber otras civilizaciones avanzadas en el universo.
A pesar de su impresionante contribución a la divulgación científica y su influencia en la cultura popular, nunca recibió el premio Nobel. El 20 de diciembre de 1996, Carl Sagan murió a los 62 años a causa de una neumonía, una complicación derivada del síndrome mielodisplásico, una rara forma de cáncer.