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Hay frases hechas que usamos sin parar pero no somos conscientes de que nacieron en Madrid. Sin embargo, hay un refrán que nació en las calles de la capital y es lo más castizo que existe: esto parece la casa de Tócame Roque.
Usamos este refrán para hablar de un lugar, generalmente una casa, donde hay mucho bullicio y está desastrada, pero su origen es mucho más real de lo que parece.
Por increíble que suene, la casa de Tócame Roque existió, albergó a muchísimas familias madrileñas y estaba situada en la mítica calle Barquillo.
El refrán que nació en la calle Barquillo de Madrid
La casa de Tócame Roque que dio origen al refrán no es una creación literaria ni una anécdota que se transmitió de generación en generación. Realmente fue una corrala ubicada en el número 49 de la calle Barquillo de Madrid.
En esos tiempos decenas de familias se acinaban en espacios mínimos, hasta el punto de que llegó a acoger hasta 72 familias al mismo tiempo. La mayoría de ellas eran trabajadores humildes, especialmente herreros conocidos como chisperos por las chispas de sus fraguas.
En los bajos se situaban los talleres y en las plantas superiores se desarrollaba la vida social y familiar. Obviamente, al acumular a tanta gente en poco espacio era normal que hubiera conflictos.
Las peleas, los gritos y los problemas estaban a la orden del día, por lo que la casa de Tócame Roque pasó a ser sinónimo de bullicio, desastre y escándalo.
Curiosamente, hoy en día es uno de los lugares más cotizados de Madrid para comprar una vivienda. El ayuntamiento de la capital colocó una placa como homenaje.
El refrán madrileño que acabó teniendo éxito literario
La anécdota sobre el origen es que dos hermanos, Juan y Roque, se peleaban por quién era el propietario de la corrala. Ambos eran herederos pero no se ponían de acuerdo sobre cómo dividirla.
Durante las discusiones era común escuchar a los hermanos gritarse «Tócame Roque» y «Tócame a mí», lo que acabó dando origen a la expresión.
La historia se hizo famosa e inspiró a autores como Ramón de la Cruz para recrear la escena en el sainete La Petra y La Juana, que también es conocido como El Buen Casero.
Hoy en día la expresión es tan famosa, que aparece recogida en el Diccionario de la lengua española con esta definición: «Casa en que vive mucha gente y hay mala dirección y el consiguiente desorden».
Otros refranes que nacieron en Madrid
Este no es el único refrán que nació en las calles de Madrid hace siglos. Por ejemplo, hacer el primo tiene su origen a inicios del siglo XIX, en plena resistencia contra los franceses.
El 2 de mayo de 1808, en plena Guerra de la Independencia, el mariscal Joaquín Murat, líder del ejército napoleónico en España, envió un mensaje al infante y a la Junta de Gobierno.
En su escrito, advertía que cualquier español que fuera encontrado con armas sería ejecutado y que, si un soldado francés moría en un pueblo, toda la localidad sería incendiada como represalia.
La carta terminaba con una frase muy peculiar:
Mi primo; señores de la Junta; pido a Dios que os tenga en santa y digna gracia.
En aquella época, el protocolo de la Casa Real española establecía que el rey utilizara el término primo para referirse a los grandes de España en documentos oficiales.
Murat, desconociendo esta tradición, empleó la misma expresión en su carta con la intención de burlarse de los destinatarios. Sin embargo, la ironía le salió cara.
Cuando la carta fue descubierta, Murat pasó a ser el primer primo de la historia, ya que sin darse cuenta se había ridiculizado a sí mismo.
A partir de ese momento, la palabra primo dejó de ser un título de respeto para convertirse en sinónimo de alguien que cae en un engaño o se expone al ridículo sin darse cuenta.