¿Por qué envejecemos? Las claves de un proceso imparable
Los años no pasan en balde. Las arrugas, los achaques y las canas aparecen según vamos cumpliendo aniversarios. El cuerpo se debilita con el paso de las etapas de la vida y la juventud se desgasta como si fuera el raspador usado de una caja de cerillas. Está claro, la naturaleza quiere que envejezcamos y que lo hagamos en cuerpo y alma. Pero… si tenemos tantos avances en materia de medicina ¿Por qué no somos capaces de parar el proceso de envejecimiento? Te lo contamos.
Un avance inevitable
Un grupo de científicos del Instituto de Biología Molecular de Mainz (Alemania) han hallado recientemente un aspecto que siempre ha generado mucha curiosidad entre la población: las causas reales del envejecimiento. Un proceso denominado autofagia que puede definirse como una fase esencial para la renovación celular y que es el causante del inevitable avance de la vejez.
Cabe destacar que esta investigación saca a la luz las primeras pruebas determinantes de como se desarrolla el proceso de envejecimiento. La capacidad evolutiva de los seres vivos está detrás de un procedimiento imparable basado en la teoría de la selección natural de Darwin y la transmisión de los distintos genes de generación en generación. Una especie de contradicción evolutiva en la que siempre existe un aspecto fundamental presente: la muerte.
Las claves del experimento
En la investigación realizada por el Instituto de Biología Molecular de Mainz han tomado como referencia a los gusanos para demostrar que al promover la longevidad por medio del cierre de la autofagia era visible una importante mejora en la salud de los organismos. Una fase esencial para la renovación celular que basa sus fuerzas en impulsar progresivamente el proceso de envejecimiento. Una teoría que
Los científicos encontraron unos 30 genes que basan su propósito de forma opuesta a la evolución. Es decir, microorganismos que promueven el envejecimiento y que llevan a la muerte al individuo que los porta. Unas células localizadas en el tejido neuronal que al quedar desactivadas generaron una importante mejora en la corteza cerebral y en el estado del cuerpo en general. Cabe destacar la importancia de este hallazgo para combatir enfermedades tan importantes como el Párkinson o el Alzhéimer en los que la autofagia se enmarca como un elemento fundamental.
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