La ciudad más pequeña del mundo está en Burgos: 254 habitantes, calles empedradas y casas colgantes
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¿Sabías que la ciudad más pequeña del mundo está en España? Lo más sorprendente del mundo es que tiene tan solo 254 habitantes. Algo que, sin duda, llama poderosamente la atención, ya que en España se requiere que un núcleo de población tenga más de 10.000 habitantes para pasar a considerarse ciudad.
Se encuentra en la provincia de Burgos y es un destino fabuloso para una escapada rural. Cuenta con un gran patrimonio histórico y, además, el entorno natural es espectacular. Se trata de Frías, que forma parte de la asociación de «Los Pueblo más Bonitos de España», y en cuanto la descubras entenderás por qué.
Frías, la ciudad más pequeña del mundo
Frías, ubicada en la comarca de Las Merindades, a aproximadamente una hora en coche de Burgos, es uno de esos lugares que todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida. Su castillo, resistiendo el paso de los siglos aferrado a la roca, y su pequeño casco antiguo, reconocido como Conjunto Histórico Artístico, dotan a la ciudad de un encanto mágico.
Con menos de 300 habitantes, Frías ostenta el título de la ciudad más pequeña del mundo, otorgado por Juan II de Castilla en 1435 en un intercambio con Peñafiel. Sus calles empedradas, casas colgadas, muralla y el imponente castillo son testigos de una rica historia que perdura en la actualidad.
Historia
Desde su aparición en el siglo IX, Frías ha experimentado una rica historia que refleja las complejidades de la ocupación del Alto Ebro. Inicialmente, vinculado al reino navarro, el territorio fue escenario de luchas con Castilla y la construcción de castillos estratégicos. La derrota de Atapuerca en 1054 devolvió a Frías al condado de Castilla, que posteriormente se convertiría en un reino.
El auge de Frías llegó con Alfonso VIII, quien la escogió como centro comercial, viario y defensivo. El traslado del castillo de Petralata a Frías marcó un hito en su desarrollo. Alfonso VIII buscó reordenar la región y consolidar la frontera con Navarra, promoviendo la creación de fuertes municipios.
A través de su hija Berenguela, el legado de Alfonso VIII pasó a Fernando III, quien reunificó los reinos y confirmó la importancia de Frías. El alfoz nació en el contexto de la desaparición del peligro musulmán y la dominación navarra, con delegados reales que abarcaban administración, jurisdicción civil y militar.
El fuero de Frías, otorgado en 1202, fue fundamental para su identidad y desarrollo. Basado en el modelo de Logroño, proporcionó privilegios que estimularon el crecimiento regional. Frías se convirtió en la capital del Valle de Tobalina, manteniendo su importancia hasta el siglo XVIII.
Lugares de interés
Callejear por las estrechas y empedradas calles medievales de Frías proporciona una experiencia única, sumergiéndote en la historia y el encanto del pueblo.
Las casas colgadas, situadas en el Cerro de la Muela, ofrecen una vista impresionante del entorno. Estas viviendas, construidas literalmente al borde de un promontorio rocoso, exhiben una arquitectura medieval con entramados de madera, mostrando la habilidad humana para maximizar el espacio de manera creativa.
El puente medieval sobre el río Ebro, reconstruido en varias ocasiones, muestra un trazado defensivo que se remonta al Imperio Romano, conectando Cantabria con la Meseta Castellana. Este puente se erige como un testimonio de la importancia histórica de Frías.
El Castillo de los Duques de Frías, también conocido como Castillo de los Velasco, domina el paisaje desde el punto más alto del cerro. Originario del siglo X, este castillo ha mantenido un asombroso estado de conservación y ofrece vistas panorámicas desde la Torre del Homenaje. Su importancia histórica se extiende a lo largo de los siglos, convirtiéndolo en un monumento emblemático de Frías.
La iglesia de San Vicente Mártir, de origen románico, agrega otro componente histórico y artístico al conjunto. Su interior alberga retablos, sepulcros y cuadros de gran relevancia.
Paseo del Molinar
Tobera, ubicada justo al lado de Frías, despliega su encanto natural y cultural a través del Paseo del Molinar, un itinerario de 1.5 km que serpentean el río Molinar. Este rincón, resguardado por los Montes Obarenes y presidido por el Castillo de Frías, revela una mezcla fascinante entre el valle del Ebro y la agreste montaña que antecede a la meseta castellana.
El pintoresco pueblo de Tobera, enraizado en torno al río y alimentado por la energía de sus molinos, se descubre a través de este serpenteante paseo. Desde el corazón de Tobera, el recorrido conduce por miradores y cascadas, adentrándose en el estrecho desfiladero del río Molinar.
El itinerario también ofrece la posibilidad de explorar el colosal desfiladero y apreciar la majestuosa caída de agua desde las alturas de las peñas. El regreso revela más miradores y saltos de agua, culminando la experiencia en las entrañas de Tobera.
En resumen, Tobera se erige como un destino que combina la serenidad del entorno natural con la riqueza histórico-cultural.