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Así es cómo puedes detectar a las personas mentirosas, según ChatGPT

Detectar a una persona mentirosa
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Todos, en algún momento, hemos mentido. A veces por evitar conflictos, otras por vergüenza o incluso por proteger a alguien. Sin embargo, hay una gran diferencia entre una mentira piadosa y una manipulación constante. Detectar a las personas mentirosas puede ser una habilidad muy útil en la vida diaria, ya sea en el trabajo o en las relaciones personales, y aquí es donde entra en juego la Inteligencia Artificial. Lo interesante es que, aunque creamos que los buenos mentirosos pueden engañarnos fácilmente, el lenguaje corporal casi siempre revela más de lo que las palabras intentan ocultar.

Aprender a leer esos pequeños gestos, contradicciones o señales sutiles puede marcar la diferencia entre caer en una mentira o poner un límite a tiempo. A continuación, no vamos a darte un detector de mentiras infalible, pero sí una serie de comportamientos y señales que, si los observas con atención, pueden ayudarte a descubrir cuándo alguien te está mintiendo. No se trata de volverse paranoico, sino de estar más consciente y alerta en las interacciones.

¿Cómo detectar a las personas mentirosas?

Una de las formas más claras de detectar una mentira está en lo que el cuerpo comunica. Cuando alguien dice algo que no cree o que sabe que no es cierto, su cuerpo suele «revelarlo» a través de microexpresiones o gestos inconscientes. Por ejemplo, las personas mentirosas tienden a evitar el contacto visual o, por el contrario, lo fuerzan exageradamente para parecer convincentes. Ese desequilibrio es una señal.

Además, el nerviosismo puede manifestarse en tics nerviosos como tocarse la cara, frotarse las manos, rascarse la cabeza o incluso tragar saliva con frecuencia. No se trata de que todos los que hacen eso mientan, pero cuando esos gestos aparecen justo después de decir algo importante, conviene prestar atención.

Una mentira suele generar una carga cognitiva extra porque la persona tiene que recordar lo que dijo, mantener la coherencia, inventar detalles creíbles y no contradecirse. Esto hace que los mentirosos tiendan a cometer errores al hablar, titubeen o usen frases vagas y ambiguas como «creo que fue así» o «si no me equivoco».

Si haces preguntas específicas y la persona empieza a dar rodeos, cambia de tema o se pone a la defensiva sin razón aparente, puede ser una pista. Las historias verdaderas fluyen con más naturalidad, mientras que las mentiras requieren un esfuerzo mental mucho mayor.

Curiosamente, muchas personas que mienten tratan de «llenar espacios» con datos que no se les ha pedido, dando detalles irrelevantes para parecer más convincentes. Por ejemplo, si alguien llega tarde y miente sobre el motivo, puede comenzar a relatar todo su trayecto, mencionar semáforos, peatones, clima, etc., para que su versión suene realista. Esta sobre explicación es una estrategia para disfrazar la mentira, y suele estar acompañada de cierta ansiedad.

Asimismo, cuando una persona está mintiendo, es habitual que su tono de voz varíe. Puede hablar más rápido, más lento, o incluso en un volumen diferente al habitual. También puede aparecer pausas extrañas en medio de frases o cambios bruscos en la forma en que se expresa. El cerebro está ocupado construyendo una historia falsa, y eso se nota en la manera de hablar.

Gestos y postura corporal

Una persona honesta suele mantener una postura abierta, relajada, que invita al diálogo. En cambio, los mentirosos tienden a cerrarse, cruzar los brazos, inclinar el cuerpo hacia atrás o incluso «ocultarse» tras objetos (una mochila, un bolso, una taza). Estos movimientos son intentos inconscientes de protegerse, como si se prepararan para una amenaza.

Observar cómo cambia la postura a lo largo de una conversación también puede darte pistas: si alguien se pone tenso de pronto, cruza las piernas, o cambia de postura justo cuando se toca un tema específico, tal vez esté ocultando algo.

Otro signo de alerta aparece cuando lo que se dice no coincide con lo que se muestra. Por ejemplo, alguien puede decir «sí, claro que confío en ti» mientras niega levemente con la cabeza, o «me parece muy divertido» sin mostrar ni una mínima sonrisa. Estos pequeños desajustes entre lenguaje verbal y no verbal son indicios de que la persona no está diciendo la verdad.

Saber detectar a las personas mentirosas nos puede ahorrar muchos dolores de cabeza, pero también es una habilidad que requiere paciencia, observación y, sobre todo, inteligencia emocional. No se trata de vivir desconfiando de todo el mundo, sino de aprender a detectar esas señales que, cuando se repiten, nos dicen que algo no encaja. A veces, es mejor dar espacio y observar cómo evoluciona la situación, sin caer en confrontaciones impulsivas ni acusaciones sin fundamentos.

También es esencial preguntarnos hasta qué punto necesitamos saber la verdad. En ciertas ocasiones, la duda puede doler menos que una certeza desgarradora. Sin embargo, si optamos por buscar claridad, que sea desde la calma, sin dramatismos, dejando que la verdad se revele sola.

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