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Un agricultor arranca un molino eólico de 37 toneladas que habían instalado en sus terreno: los aplausos se oyen en todo el mundo

Un molino eólico
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El 9 de agosto pasado, en la localidad de Krummhörn, Frisia Oriental (Alemania), tuvo lugar un suceso tan insólito como polémico: un grupo de agricultores derribó un molino eólico de 37 toneladas valiéndose únicamente de tractores y cuerdas. Lo que, en apariencia, fue una simple demolición improvisada, se ha transformado en un caso judicial con múltiples frentes abiertos: el conflicto entre los agricultores y las empresas energéticas, la responsabilidad medioambiental y la legalidad de la acción. Asimismo, se ha vuelto a poner sobre la mesa el eterno dilema entre preservación del medio rural y el desarrollo sostenible.

El vídeo, compartido en TikTok y otras redes sociales, muestran el molino eólico inclinándose lentamente hasta caer al suelo. Un ex diputado alemán, Ralf Dekker, llegó a afirmar: «Es hermoso verlo», mientras que el psicólogo y divulgador Steve van Herreweghe añadió: «No puedo evitar disfrutar esto. Desháganse de esas cosas horribles, feas y destructivas». Estas declaraciones son un fiel reflejo del sentir de quienes rechazan la instalación de aerogeneradores en zonas rurales. Sin embargo, también ha habido voces críticas, acusando a los agricultores de haber actuado de manera irresponsable y peligrosa.

Derribo de un molino eólico en Alemania

@bob.christieThe World is waking up… Dutch Farmers are cutting down wind mills in East Friesland with tractors and ropes. 👏👏👏👏👏👏👏👏♬ original sound – Bob Christie

El propietario del terreno aseguró ante los medios locales que contaba con un permiso para demoler el aerogenerador, y ya se habían retirado los componentes y líquidos peligrosos para evitar la contaminación. Sin embargo, desde el distrito de Aurich señalan que la operación no estaba autorizada, ya que tenían en marcha un contrato con una compañía especializada para llevar a cabo el derribo de forma controlada y segura.

La discrepancia ha desembocado en un conflicto legal que todavía está por resolverse. Por un lado, el distrito ha ordenado la restauración del suelo y la eliminación adecuada de los restos; por otro, la policía ha abierto una investigación para esclarecer si realmente había un permiso válido y, en caso contrario, quién debe asumir las responsabilidades derivadas del derribo.

Tras la viralización del vídeo del derribo del molino eólico, un portavoz de una asociación ecologista local criticó la acción: «Derribar un aerogenerador de 37 toneladas con tractores no es un acto de valentía, sino de temeridad. Podría haber costado vidas humanas. Si cada ciudadano actuara de esta forma, viviríamos en la anarquía absoluta». En cambio, desde una asociación de agricultores se defendió la postura del responsable: «Durante años hemos denunciado la falta de diálogo y la imposición de estas infraestructuras en tierras que son nuestro medio de vida. El gesto de este compañero simboliza la frustración acumulada de muchos campesinos».

La transición hacia energías limpias es un compromiso global que pretende frenar el cambio climático. Sin embargo, esta transformación no está exenta de tensiones sociales, especialmente en el ámbito rural. En países como Alemania, España o Francia, a medida que se multiplican los proyectos de aerogeneradores, surgen también voces críticas de vecinos y agricultores.

Ante este escenario, los expertos subrayan que el verdadero desafío está en buscar fórmulas de cooperación. En Dinamarca, por ejemplo, algunos parques eólicos funcionan bajo esquemas de propiedad compartida, donde los vecinos pueden invertir y recibir dividendos.

Sin embargo, encontrar este equilibrio no es tarea sencilla. Las compañías energéticas buscan optimizar costes y tiempos de ejecución, lo que a menudo choca con los procesos de consulta y participación ciudadana. Si la transición se percibe como una imposición externa, puede generar rechazo, pero si se logra que los ciudadanos vean beneficios reales en sus hogares, la energía eólica pasará a ser un motor de cohesión.

Energía eólica en España

«En 2024 la generación eólica en España ha alcanzado los 60.921 GWh, lo que significa un descenso del 2,8 % respecto al año anterior. En noviembre se produjo la mayor reducción de producción con un valor un 30,8 % inferior al mismo mes del 2023. Por el contrario, en los meses de febrero, junio, julio y septiembre la generación eólica nacional fue superior a la del 2023 y además fueron las producciones mensuales eólicas más elevadas hasta la fecha para cada uno de estos meses (excepto en julio)».

«En cuanto a la generación eólica por comunidades autónomas, Castilla y León sigue siendo la comunidad que más energía eléctrica ha producido en 2024 a partir de la fuerza del viento con 12.515 GWh, lo que significa el 20,5 % de toda la energía eólica generada en España. En 2024 Aragón ha sido la segunda comunidad española en producción eólica con 11.458 GWh, el 18,8 % de la generación eólica nacional, y ocupa la primera posición en cuanto a mayor proporción de generación eólica en su mix energético con un 52,3 %. Navarra se sitúa como la segunda comunidad española con la mayor proporción de generación eólica en su mix energético con un 50,5 % del mix de producción de esta comunidad (el 41,0 % en 2023)», detalla el Informe del Sistema Eléctrico.

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