¿Quieres saberlo todo sobre la guillotina?
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Todos conocemos a esa máquina escalofriante llamada la guillotina, que afortunadamente ya no se utiliza, pero que fue muy popular antiguamente para decapitar a los condenados.
En la Revolución Francesa de 1789 y especialmente en el período llamado “del Terror”, esta máquina no solo era frecuentemente utilizada, sino que también era popular. Y las personas se reunían para presenciar el macabro espectáculo de la decapitación humana.
Origen y usos de la guillotina en la historia
Aunque el uso de la guillotina se asocia a la Revolución Francesa, se utilizó frecuentemente en varios países europeos hasta bien entrado el siglo XX. Algunos de ellos son Italia, Alemania, Reino Unido, Suecia y Bélgica.
Esta máquina tenebrosa fue introducida en Francia por un médico, el cirujano Joseph Ignace Guillotin (1738 – 1814), pero él no diseñó el dispositivo. Y como se le comenzó a llamar con su apellido, algunos de sus familiares solicitaron al gobierno cambiar su nombre, pero ya estaba instaurado, por lo cual tuvieron que cambiarse de apellido.
La razón de este nombre fue que el médico llegó a ser diputado y propuso el uso de la guillotina a la Asamblea Legislativa en la Asamblea Constituyente, pese a ser él mismo contrario a la pena de muerte.
Pero el médico creía que este era el método de muerte menos doloroso y también hizo un intento por lograr que las ejecuciones no fuera vistas por familias ni por niños. Lamentablemente, no lo logró, y las ejecuciones en la guillotina se convirtieron en un espectáculo macabro del que, al parecer, las personas disfrutaban.
Una leyenda afirma que ejecutaron a Joseph Ignace Guillotin con su propia máquina, pero esta es completamente falsa. Quien fue ejecutado fue un hombre que tenía su mismo apellido y también era doctor en medicina.
Pese a atribuirse la guillotina a este médico que logró la fama que no deseaba, este tipo de artefacto para decapitar ya había sido utilizado anteriormente. En la antigüedad la decapitación manual era común y se utilizaba para ello una espada o un hacha.
Más adelante, el artefacto conocido como la guillotina se fabricó para mecanizar el proceso. Esta guillotina consistía en dos montantes verticales unidos por un travesaño que sostenía en lo alto una cuchilla de acero con forma triangular con un lastre de plomo de más de 60 kilos.
En la parte inferior se encontraba un cepo con una parte superior móvil y en la parte trasera tenía una plancha que hacía de báscula. Comúnmente la guillotina se encontraba elevada, sobre una tarima, y se la pintaba de rojo, el color de la sangre, quizás para aumentar el efecto que tenía sobre la multitud que observaba la ejecución.