Pablo López enloquece al público de Madrid en su concierto de debut en el WiZink Center
El "incendio" de Pablo López prende el techo de los más grandes en Madrid
«A la altura de este techo es difícil estar», confesaba un Pablo López modesto y nervioso al inicio de su concierto de debut hoy en el gigantesco WiZink Center de Madrid, en el que se ha desgañitado en favor de un espectáculo «pirómano» de incendios emocionales que lo ha elevado junto a los más grandes.
«Llevo mucho tiempo queriendo oír este eco: ‘Buenas noches, Madrid’», ha dicho en un susurro este malagueño de 34 años que, tras pasar en verano por el Teatro Real, ha vuelto a la capital para enhebrar, en otro espacio mítico de la ciudad y ante el aforo completo de 11.000 personas, más de dos horas de canciones de éxito, altas dosis de honestidad cargadas de humor y oleadas de aplausos.
A su público, que ha venido hasta aquí en «un martes y 13 de noviembre», les ha deseado «lo más parecido a la mejor noche de su puñetera vida» y para ello no ha escatimado en pantallas y luces, sumando al bajo, guitarra y batería una apabullante sección de cuerda de 12 miembros.
Con todos ellos ha adornado sus tres discos de estudio, especialmente el último, «Camino, fuego y libertad» (2017), excusa y eje de este «Tour Santa Libertad», en sus propias palabras, «una reivindicación de la honestidad» que está nominada al Grammy Latino al mejor álbum de pop vocal contemporáneo.
Es solo uno de los muchos logros que ha alcanzado este hombre desde su segundo puesto en la sexta edición de «Operación Triunfo», aunque él decidiera acceder al éxito con mucho trabajo en la sombra, antes de sumar discos de oro y convertir un nombre aparentemente anodino en una firma reconocible que abraza la tradición del cantautor español y la ampulosidad melódica británica.
Entre pantallones y plataformas que ascendían y descendían se ha presentado esta noche unos minutos después del inicio previsto, las 21 horas, agitando las teclas de su inseparable piano con «El camino», primero íntimo, rompiendo después el escenario con una percusión atronadora.
«Cántame, Madrid», gritaba, y Madrid le ha cantado unas canciones que él no ha dejado de descomponer y recomponer en un espectáculo vivo, no tan sujeto a la precisión como a la pura emoción («que a mí los que me quieren de cerquita me han dicho que me lo pase de puta madre», ha explicado).
Antonio Orozco ha irrumpido sin anuncios para cantar a su lado «El niño» en medio de un mar de brazos con pulseras iridiscentes, antes de interpretar una colosal versión de su primer sencillo, «Vi», que le ha llevado a despojarse de la cazadora de cuero para aliviar el calor y a recostarse sobre las teclas entre los aplausos.
Antonio Orozco ha irrumpido sin anuncios para cantar a su lado «El niño» en medio de un mar de brazos con pulseras iridiscentes
«Mi psicóloga se buscó un psicólogo y mis canciones están escribiendo sus canciones. Esto es para volverse loco, ¡muchas gracias!», ha proclamado López, siempre motivante, antes de dar paso a unos arreglos de cuerda que parecían anticipar «Viva la vida» de Coldplay, pero que han derivado en «La mejor noche de mi vida».
No había transcurrido media hora cuando ha decidido soltar una de sus mejores bazas, «El patio», la mejor canción del año a juicio de Los40 Music Awards, recreada como un espectáculo pirotécnico que no ha dejado de crecer y que ha devenido en otra ovación, la enésima.
La de espaciar sus éxitos, como «El mundo», ha sido una constante en un «show» en el que ha vaciado su tercer disco («El incendio», «Lo imposible», «El gato»…) y en el que ha habido oportunidad de escuchar en vivo su tema más reciente, «No», junto a su coautora, Míriam Rodríguez, acompañados solos por sus voces y el piano en una de las interpretaciones más viscerales de la velada.
Con «La dobleuve» ha dado paso un tramo final más eléctrico en el que han encontrado cabida un «Suplicando» que ha levantado al público de sus butacas para saltar y «El futuro» con la chilena Camila Gallardo.
Aún quedaba mecha que quemar y López ha reclutado a Luis Fonsi, inminente compañero en «La Voz», para compartir el clásico del puertorriqueño «No me doy por vencido», además de acariciar con «Lo saben mis zapatos» el milagro de que 11.000 personas reclamaran silencio absoluto a fin de escucharlo a pleno pulmón y sin amplificación alguna.
Hasta la banqueta del piano ha salido volando cuando ha llegado el punto final con «Tu enemigo», mientras en la cabeza aún resonaban las palabras con las que López, unos minutos antes, sintetizaba a modo de máxima vital lo acontecido esta noche en su página personal: «Me sobra el techo, no tengan techo».