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Marta López Casado: «Es una hipocresía rechazar la riqueza como si estuviera endemoniada»

Marta López Casado
Marta López Casado, presidenta de Konstanz Inversiones. @Cortesía
María Villardón

Asesora de inversiones en obras de arte moderno y contemporáneo. Marta López Casado (Madrid, 1977) es presidenta de Konstanz Inversiones, una compañía dedicada a la venta de obras de arte y alianzas estratégicas para impulsar proyectos culturales y empresariales a nivel internacional. Ha trabajado en Italia y en Nueva York, viaja por las ferias de arte más importantes del mundo para sentar a sus clientes en las primeras butacas y puedan comprar las mejores y más interesantes obras de arte, tanto si es por inversión como por diversión. O por ambas cosas, por supuesto.

Defiende que el dinero es necesario para la cultura porque «negarlo sería una hipocresía absoluta, aunque a veces vivimos en una sociedad que se manifiesta en contra de la riqueza como si fuese endemoniada per se. En los grandes patrimonios, como en la pobreza o en la clase media, hay de todo».

Sobre el boicot que están sufriendo algunos artistas, coleccionistas o galeristas rusos, López Casado expresa que no deberían ser la diana de ningún sabotaje: «No han sido ellos lo que han cogido el fusil y se han ido a Ucrania. Está claro que no todos tienen que estar ligados al régimen de Putin».

¿En sencillo vender arte?

No, la verdad. Es un mundo en el que la inversión muchas veces está dirigida por los países. En mi opinión, hacer un esquema de mecenazgo demasiado centrado en tu propio país, como ha pasado en España, es un error muy grande porque todo se ve teñido de una endogamia complicada. Por ejemplo, creo que en nuestro país esto ha ocurrido, se ha ido promocionando el arte español y nada más que en español durante muchos años.

¿Y eso es negativo?

Bueno, es que eso ha hecho que en momentos de crisis en España, cuando los coleccionistas han necesitado vender sus obras para tener liquidez, se han encontrado con la problemática de que sólo tenían obra española y ninguna otra opción más que pudiera interesar al mercado. Es decir, no han podido hacer un intercambio real fuera de España. Ahí es cuando comencé a invertir en arte fuera de aquí.

Comenzaste a comprar obras de arte online en EEUU y trayéndolas a España en los años 2000, aproximadamente…

Sí, así es. Además, era un momento en el que nadie lo hacía. Tenía una galería virtual en Art Net, que tenía la sede central en Berlín y lo hacían fenomenal, que me permitía trabajar a nivel global.

Y los coleccionistas españoles en ese momento, que ninguno de ellos adquiría obra online, imagino, ¿te compraban sin reticencias?

Algunos sí, pero no ha sido nada sencillo. Yo traía obra para que se quedara en España, pero, al final, lo cierto es que se han seguido vendiendo a alemanes, suizos, ingleses o americanos, aunque en ese momento tenía la esperanza de sembrar la semilla de que el coleccionista español comprara obra extranjera. En ese momento, traje nombres como Alex Katz, por ejemplo, que no era nada conocido y me costaba convencer a los compradores de que era una inversión de verdad, que realmente lo podían vender en el mercado internacional y no sólo aquí. Para mí eso, además, es fundamental, porque permite también que nuestros propios artistas estén fuera.

Cuando vas al mercado internacional, ¿suenan más las novedades y oportunidades de inversión o los viejos maestros españoles?

Yo trabajo más el top of the market, es decir, precios bastante altos, entonces lo que más se escucha de los artistas españoles son nombres como Miquel Barceló, José María Sicilia, Juan Uslé, Manolo Valdés, etc. Son artistas maravillosos que están siendo promocionados por galerías internacionales, pero no al nivel de los italianos, ya que estos tienen subastas específicas de arte italiano en Londres y va todo el planeta a ellas queriendo comprar su obra porque ¡se ha promocionado por todas partes del mundo! Es que si dejas la obra encerrada en casa, como te decía, luego es complicado que haya subastas sólo de artistas españoles y eso que hay mucho interés por invertir en ellos, de verdad.

Pongamos que tengo una obra de arte importante, ¿qué hago con ella para que crezca en valor y poder venderla por un precio mayor que lo que me costó?

Depende de tus intereses. Una vez que la compras, si la quieres como inversión y que se revalorice con el tiempo, debes mover la obra, exponerla aquí o allí, prestarla para muestras, etc. Rotarla según mercado y sembrar una semilla que vaya creciendo progresivamente. Si es una obra buena  e importante, se trata de una inversión muy conservadora porque ya hay ciertos artistas que están establecidos en los grandes museos, como el MOMA y están ya muy consagrados.

Y cuando los coleccionistas quieren comprar sin pretensiones de inversión, ¿qué les dices?

Que es estupendo que puedan tener las obras en su casa, que las pueden contemplar, así que por eso estoy especializada en llevarlos a las mejores butacas del mundo, aunque con diferentes afinidades y presupuestos. Es posible tener un Picasso en casa, una cosa pequeña, porque este artista es muy caro, claro, pero me gusta decir a mis clientes que hay cosas muy interesantes para poder añadir a la colección.

Invasión rusa de Ucrania. Defiendes que no debería haber boicot a los artistas rusos por las decisiones políticas y bélicas de Putin, ¿no es así?

Es que no han sido ellos los que han cogido el fusil y se han ido a Ucrania. Es que los artistas son personas individuales con sus ideologías, tienen sus pensamientos sobre muchos temas y no se puede coincidir en todo. Estamos siempre juzgando y el arte precisamente rompe esa barrera del juicio en muchos sentidos, nos hace cuestionarnos cosas y reflexionar, nos ayuda a escuchar voces disidentes y diferentes a la nuestra.

Si cortas la expresión artística de esas personas es una censura filosófica, intelectual y humanística. Es posible que, haciéndolo, nos estemos cargando quizá lo mejor de esa cultura, es que no es Putin, pensar eso sería ridículo e infantil, ya que se trata de una decisión económica, estratégica, política, algo mucho más complejo de lo que podemos comprender. Una guerra, de todos modos, es lo peor de lo peor, y no tiene ninguna justificación.

En muchas ocasiones los conflictos bélicos han generado nuevas expresiones artísticas. No sé, ahora se me ocurre el constructivismo ruso, por ejemplo, que se puso sobre todo al servicio de la propaganda comunista tras la Revolución de Octubre.

Es que el arte nos tiene que llegar como sea, no podemos abortar grandes manifestaciones artísticas sólo porque sean rusas. Y digo que nos tiene que llegar como sea porque durante mucho tiempo Hitler vilipendió a algunas de las manifestaciones artísticas, llamándolas arte degenerado, cuando a la vez los nazis estaban haciendo acopio de muchas obras propiedad de los judíos. Ahora, recuperar todo aquel expolio es complicado, pero sin duda, ahí había también una doble moral.

Con respecto al constructivismo ruso al que te refieres, de ahí se ha usado sencillamente lo que interesaba para proyectar diferentes ideas políticas. Siempre ha pasado y siempre pasará. Por eso, el arte tiene que ser libre y tenemos que ayudarlo a despojarse las presiones sociales, políticas, económicas, etc. Esas presiones, como la que puede haber ahora sobre los creadores rusos, ya sean músicos o artistas, no ayudan nada al desarrollo del arte, estas personas tienen derecho a expresarse, no tienen nada que ver con la guerra. Piensa, por ejemplo, que en este momento el mercado del arte está dominado por los patrimonios de China, un país totalitario y súper capitalista.

Que de alguna manera ayuda a mantener vivo el mercado, gracias al cual los artistas pueden seguir creando. ¿Lo podríamos o deberíamos ver así?

Es que, además de mercado, es un acercamiento entre Oriente y Occidente, y eso es lo que a mí me interesa, que intercambiamos con ellos.

Arte y capitalismo. ¿Qué peso tienen los coleccionistas e inversores rusos hoy en día?

Son muy fuertes a nivel internacional.

Imagino que las sanciones por parte de Rusia, así como la congelación de los fondos de los oligarcas en su país y países ajenos, también influirá en que los rusos bajen su peso en la compra de arte.   

Imagino que habrá consecuencias, claro. Es que ya está pasando, pero está claro que no todos tienen que estar ligados al régimen de Putin. Es una pena que haya un aislamiento artístico, muchos han estado compartiendo sus obras en exposiciones y muchos de ellos han estado dando este servicio público, aunque muchos de ellos las guardan. A mí me gusta mucho que las obras se expongan y se vean en público, le da vida a las obras y, además, los mortales –que no somos millonarios– podemos disfrutar de ellas. También entiendo que los inversores/coleccionistas se lleven las obras a su país para revertir en su cultura, por eso creo que los frisos del Partenon, por ejemplo, deberían regresar a Grecia, aunque esto es otro asunto y tiene mucho que ver con aspectos turísticos y de posibilidades de buena conservación.

La conservación es clave y hay países que no tienen ni la capacidad económica, ni los filántropos privados que estén dispuestos a poner el dinero para la conservación del patrimonio. 

Es que se necesita dinero en la cultura, no nos engañemos, sería una hipocresía absoluta negarlo. También, a veces, vivimos en una cultura en la que la sociedad se manifiesta en contra de la riqueza como si fuese endemoniada per se y para nada es así, dentro de los grandes patrimonios hay de todo, igual que en la pobreza o en la clase media. El dinero no tiene nada que ver, sencillamente las personas usan el dinero como una extensión de sí mismos. Para crear a Miguel Ángel, por ejemplo, hicieron falta los Medici. Ahora es cierto que el mecenazgo ha evolucionado y si antes recaía en aristocracia, realeza e Iglesia, ahora está en las empresas.

Es que el mecenazgo de las empresas es un quid pro quo: ellas ganan en reputación, nosotros pudiendo acceder a objetos inalcanzables. Si las Koplowitz no prestan una obra de su colección a exposiciones, nadie las podría ver más allá de ellas y sus amigos.

Sí, así es. Y eso es una maravilla. Por eso te decía, la belleza de una obra nos acerca unos a otros. Por tanto, una guerra, aunque no es la única que tenemos, nos pasa a todos y la de Ucrania parece que nos afecta más porque estás más cerca y se parecen más a nosotros.

¿El proteccionismo en el arte es un error?

A mí el proteccionismo o el boicot me suena a falta de oxígeno. Creo que te roba la oportunidad de poder sentir lo que siente el poeta, novelista, artista, etc. Piensa que al final hay alguien que expresa lo que tú sientes, aunque no conozcas a esa persona de nada.

Toda esta vocación humanista que tienes, ¿cómo la aplicas a la hora de hacer inversiones en arte? Al final no hablas de filosofía, sino de dinero.

Pero ambas cosas pueden estar unidas. Primero, hablo de un presupuesto para invertir con los clientes, claro. Podemos partir del medio millón de euros, por ejemplo, pero después vemos sus gustos y qué es posible comprar. Lo primero que hago, si no les conozco, es ver si saben o no de arte, si tienen intereses concretos, si quieren coleccionar o invertir, y esto es importante. Aunque es cierto que les recomiendas también parte de tus gustos…

Aunque sea de una forma involuntaria e inevitable.

Eso es. Pero mi trabajo es hacer que compre algo que esté fenomenal de precio, que tenga un recorrido y que haya tenido una vida, saber de dónde ha salido y la trayectoria del artista que lo ha pintado, por ejemplo.

¿Normalmente es inversión?

Sí y no. La mayor parte de las personas que compran arte es para convivir con las obras; pero aunque sea un activo financiero o una obra de convivencia, la calidad de la obra es imprescindible para que tenga un recorrido en el mercado. A mí me interesa mucho saber por qué se pintó esa obra o qué materiales se usaron, me apasiona.

¿Invertirías en arte como valor refugio ahora mismo?

Sí, por supuesto.

Aunque sea ruso y estemos viendo reticencias sobre los creadores del país de Putin.

Claro que sí. Un coleccionista de arte de verdad no se cuestiona la nacionalidad del artista si le gusta la obra. Entre mis clientes, desde luego, aún no he oído nada de eso, de esa rusofobia a la que te refieres. Es que es ridículo, hoy es Rusia y mañana puede ser España y no tendría ningún sentido, sería una locura.

@MaríaVillardón

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