El Circo del Sol deslumbra en Madrid hasta el mes de enero con su última propuesta: ‘Luzía’

La gran carpa del Circo del Sol está instalada en la Casa de Campo, a orillas del río Manzanares, en Madrid

Una escena de 'Luzía', el espectáculo del Circo del Sol que se puede ver en Madrid
Una escena de 'Luzía', el espectáculo del Circo del Sol que se puede ver en Madrid
Joan Guirado

El circo no siempre es para niños. Buena muestra de ello es la propuesta que el Circo del Sol ha traído a Madrid y que se puede ver hasta el próximo mes de enero a orillas del Manzanares. Un espectáculo con veinte escenas ambientado en Méjico, lleno de acróbatas, malabaristas, grandes marionetas con forma de animal y agua, mucha agua. Son los principales ingredientes de ‘Luzía’, una obra de pocos más de dos horas de duración, que sorprende desde el minuto uno a todos los presentes.

La gran carpa, instalada en la Casa de Campo de la capital, cierra sus puertas puntualmente a las ocho y media de la tarde. A esa hora, tras el típico aviso de poner el móvil en modo avión, los asistentes son invitados a subirse a un vuelo para cruzar el Atlántico y conocer la cultura maya. Rápidamente se escuchan los primeros gritos de asombro e ilusión. Con el primero número. Marca de la casa, el Circo del Sol, aparenta sencillez en números de una gran espectacularidad y con un gran esfuerzo detrás.

‘Luzía’ reinventa la figura del payaso tal como lo conocíamos hasta ahora. Tras descender desde el cielo de la carpa, a modo paracaidista, el ilusionista ejerce de guía e hilo conductor durante toda la función. Con la mímica y el humor como principales herramientas de un cuidado trabajo, que hace centrar toda la atención del espectador en su figura.

Espectacularidad, como en el primer número con un salto al aro sobre cintas de correr o con los movimientos del contorsionista, y risas, por las incursiones del payaso, están aseguradas en un espectáculo destinado a toda la familia. Los animales también están muy presentes en una pista circular que va rotando, con la presencia de un enorme caballo galopando y ocho acróbatas vestidos como colibríes.

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