Entrevista

Borja Vilaseca: «Últimamente, las personas más felices que conozco están solteras»

Borja Vilaseca es escritor y conferenciante, conocido por ser el mayor altavoz del eneagrama, una herramienta de autoconocimiento humano

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Borja Vilaseca: "La sociedad está narcotizada de ignorancia y así es como las élites nos someten"

Eneagrama Borja Vilaseca
Borja Vilaseca. @Cortesía
María Villardón

Experto en autoconocimiento, escritor y conferenciante. Borja Vilaseca (Barcelona, 1981) es autor de Ama tu soledad, aunque es ampliamente conocido por ser el mayor altavoz del eneagrama, una herramienta que nos ayuda a conocer nuestra esencia y nuestro ego, y si puede ser –y lo conseguimos– conseguir ser un poco más puros y menos egocéntricos.

En esta ocasión, Vilaseca hace una oda a la solitud, que no es lo mismo que la soledad. «Puedes estar rodeado de muchos amigos y sentirte solo, en soledad, y puedes estar solo en medio de un bosque, en solitud, y sentirte acompañado. Por eso las redes sociales están triunfando tanto, te crees que estás conectado y sólo estás en tu casa delante de un móvil», apunta.

A las personas que dicen tener 1.000 amigos y no paran de hacer planes y planes, sin parar, Vilaseca las denomina «bodriólogos –de bodrio–». Cree que «son dependientes de la vida social y no quedan con otros sociodependientes porque quieren, sino que porque no quieren estar consigo mismos y mucho menos con su pareja».

La soledad es un concepto del que no se para de hablar. En España más de tres millones de personas sufren soledad no deseada, sobre todo los mayores. ¿Qué nos pasa que ya no pedimos sal en la puerta de al lado?

Creo que estamos viviendo fenómeno imparable: estamos saliéndonos de la cultura de los clanes, del espíritu gregario y estamos yendo hacia el individuo. Y como todo movimiento, tiene dos caras. Por un lado, vivir en colectividad tiene muchos beneficios como la seguridad, la protección, la compañía y el apoyo mutuo; pero también, vivir de este modo, hace que nos diluyamos y perdamos nuestra verdadera identidad. Digamos que la singularidad del ser humano, brilla por su ausencia, y ha habido una estandarización del pensamiento.

Y, por el otro, caminamos hacia el individuo, que evidentemente tiene su parte oscura y negativa, porque cada vez hay más egocentrismo, narcisismo e individualismo en el sentido más peyorativo de la palabra; pero que también hace florecer la singularidad y autenticidad de las personas, haciendo que puedan brillar por sí mismas y trazar su propio camino.

Y en este trámite encontramos la soledad no deseada, que es la que sufren sobre todo las personas en la edad adulta, que es una epidemia dolorosa que afecta a mucha gente. También creo que todo ello nos tendría que hacer reflexionar, ya que todos en algún momento nos vamos a tener que encontrar a esa solitud. La muerte, dicen, es lo más solitario que hay. Morimos solos y mucha gente no está preparada porque no ha cultivado la solitud en su vida.

Somos sociales, entonces, ¿por el miedo a estar solos?

Exacto. Como no sabemos gestionar la soledad, somos adictos sociales. No porque nos encante la sociedad, sino por nuestro profundo miedo a la soledad. Pero en esta senda hacia el individuo también se está viendo algo muy positivo: cada día más personas están madurando emocional y espiritualmente porque están cultivando voluntariamente y proactivamente la solitud.

Este camino empieza muchas veces cuando nos deja la pareja, lo cual es muy traumático porque como no sabemos estar solos, nos convertimos en seres dependientes. Hay mucho apego insano. Lo que propongo en el libro es que, a lo largo de la vida, trabajemos preventiva y proactivamente la solitud, ya que tarde o temprano esa foto de soledad no deseada a la que haces alusión nos va a pasar a todos.

¿Cuáles son los beneficios de esa soledad de la que hablas para ti?

Fíjate, el libro plantea una cosa en la que he caído escribiéndolo. Y es que la RAE atribuye a la palabra soledad dos acepciones. Una de ellas es sentirse solo, una emoción subjetiva que es incómoda y dolorosa, como la que comentábamos; y la otra es el acto físico de estar solo. Bien, pues realmente es que no tiene nada que ver. Es decir, estar solo es solitud; mientras que sentirse solo es soledad. Lo que pasa es que solitud es una palabra en desuso. De hecho, he redescubierto esta palabra con la investigación del libro.

Puedes estar rodeado de muchos amigos y sentirte solo o sentir soledad, y puedes estar solo en medio de un bosque, en solitud, y sentirte acompañado por ti mismo y no tener ningún tipo de sensación de soledad. Pero como, inconscientemente, equiparamos la solitud con la soledad, demonizamos la primera, que es la que tenemos que cultivar para poder estar acompañados de nosotros mismos y estar bien.

Bien, entonces, reformulo la pregunta: ¿cuáles son los beneficios, según tu investigación, de la solitud?

El aspecto positivo, sin duda, es el autoconocimiento y la capacidad de prospección y de reconectar con tu dimensión espiritual, esa parte más trascendente que conecta con nuestros hobbies y creatividad, haciéndonos compañía y siendo nuestro refugio, nuestro templo y un espacio para recargarnos. Es el lugar donde encontramos la relación más importante de nuestra vida, que es con nosotros mismos. Ahí, en la solitud, es donde nos podemos convertir potencialmente en nuestro mejor amigo.

Pero, claro, si no cultivas la solitud y tienes miedo a la soledad, no podremos sentir la libertad con plenitud porque eres esclavo de lo social y necesitas huir de ti mismo. Si cultivas sólo la sociedad, no te conoces a ti mismo porque son los demás, la sociedad, quien te dice lo que tienes que pensar para recibir un premio. Y la única recompensa es la compañía de personas que están igual de perdidas que tú.

¿Recomiendas los retiros solitarios? 

Todos los místicos que han pensado en la solitud, la recomiendan. Salirte de la sociedad temporalmente para encontrarte contigo mismo. Como digo en el libro, hay que hacer desintoxicación social, somos adictos a la nicotina social; somos dependientes y no racionales.

Estamos en contacto con los demás a través del móvil o las redes sociales, en cuanto tenemos un segundo cogemos el teléfono huyendo de nosotros mismos. Esa es la raíz de la neurosis y de los trastornos mentales que asolan hoy en día a la humanidad. Si no cultivas una relación contigo, ¿qué relación vas a tener con los demás?

Tras mi investigación, me he dado cuenta, además, de que no hay apenas literatura de estar solo. Lo único que hay es lectura sobre el trámite de estar solo mientras no tienes pareja. O sea, estar solo equivale a estar sin pareja, así que fíjate lo enferma que está la sociedad. Siempre estamos con ese discurso de «tranquilo, ya aparecerá alguien». Bueno, vamos a ver, primero vamos a recuperarnos de nuestra ruptura, de esa persona tóxica, no sé.

¿Es tu libro una oda a lo solitario?

Pues sí. No pasa nada por tener 40 años y no tener pareja, ¿no? Es que la gente se pone muy nerviosa con esto. Lo solitario es una parte del individuo que tenemos que rescatar, es la única forma de construir una sociedad sana y cuerda. Empecemos por no demonizar lo solitario. En el libro, en esta línea, planteo la consciencia sobre ese miedo atroz a la soledad y, además, analizar un poco de qué forma cada uno de nosotros podemos conquistar la solitud para volver a la sociedad. Llevar a cabo una transformación que permita crear vínculos más sanos y no tan tóxicos.

¿Se puede ser soltero y ser feliz?

Te diría que últimamente las personas más felices que conozco son solteras, aunque esto sea un poco blasfemia decirlo porque hay un culto neurótico a la familia y la pareja. Si no tienes pareja y no tienes familia, eres un desviado porque no vas por ese camino trillado por el que se supone que tienes que transitar. Pero cuando miras con lupa muchas parejas y familias de las llamadas convencionales, tampoco es que encontremos mucha felicidad. Más bien hay conflicto y sufrimiento. ¿Sabes qué pasa? Que somos muy hipócritas y muy cínicos, lo metemos todo bajo la alfombra y fingimos y aparentamos; pero la gente honesta y madura es capaz de ver y reconocer que su historias personales, a veces, son tremendas.

Vivir soltero es vivir en la incertidumbre y vivir en la inseguridad, a modo de freelance, existencialmente hablando. Si te levantas solo y te acuestas solo, ya me entiendes, no te queda más remedio que cultivar la solitud y amarte a ti mismo. Muchas veces no estamos a solas con nosotros mismos hasta que no nos queda más remedio.

Las personas que han estado –o están– mucho tiempo en soltería, saben perfectamente que también notan la presión de la sociedad para tener pareja y familia, esa presión de toda la propaganda de esta cultura propareja y profamilia. Y todo ello, lleva a que haya como un estigma hacia los solteros, hacia la solitud y hacia lo solitario. La soltería puede ser un lugar de mucho aprendizaje y crecimiento, cuando te perpetúas en una pareja te acomodas y te marchitas, y muchas veces lo elegimos por miedo, por necesidad y por seguridad. Necesitamos saber que alguien está ahí y eso es muy infantil.

Cuando veo a gente súper joven en pareja pienso que están perdiéndose el crecimiento y el aprendizaje de estar solo. Desde aquí, ensalzo a los solteros y a los solitarios, que aunque estén demonizados, cuando rascas y miras, encuentras en ellos mucha madurez, felicidad y autenticidad; pero hoy en día son raras avis, muy poca gente lo ha conseguido porque hay una pulsión biológica tremenda.

¿Cómo podemos definir a esas personas que hacen una fiesta por su cumpleaños e invitan a 2.000 amigos? Dudo mucho que se puedan tener tantísimos amigos…

¡¡Total!! Es todo ruido y gente. Son los que yo llamo los bodriólogos –de bodrio–, los dependientes de la vida social. No quedan con otros sociodependientes porque quieren, sino que quedan porque no quieren estar consigo mismos y mucho menos con su pareja. ¿Entonces, qué hacen? Montan reuniones multitudinarias, como tú dices, donde hay mucho ruido, mucho alcohol, mucho tabaco, mucha comida y donde nadie comparte nada. O sea, los egos son chácharas insustanciales.

Y esto se da muchísimo. Son dos chácharas narcisistas que se interrumpen la una a la otra, un espacio donde nadie escucha a nadie y donde nadie comparte nada. Al final, es un vaciado de la mente, te vas a casa igual de vacío que llegaste. ¿Por qué? Porque el sociodependiente no ha cultivado la solitud, así que lo que compartes con el otro es tu máscara y tu coraza porque no quieres que nadie entre dentro. El lema, de alguna forma, es: te necesito porque no quiero estar solo, pero no quiero que me conozcas mucho para que te des cuenta de lo vacío que estoy. Es por esto que tantísimas relaciones son tan huecas y tan intrascendentes, y nos dejan a todos mucho más vacíos. Y por eso yo creo que las redes sociales están triunfando tanto. Crees que estás conectado y sólo estás en tu casa delante de un móvil. Ahí no hay honestidad.

Según tus parámetros, ¿cómo es para ti una relación humana despojada de cinismo?

Creo que hoy en día no hay libertad, aunque lo creamos; sino dependencia, control y posesividad. Una relación humana que para mí es un ejemplo es la amistad. Pero me refiero a la amistad verdadera, no la de los sociodependientes que se necesitan para retroalimentar la nada. A la amistad que comparte, que es puro presente, que quedas con esa persona o personas porque te apetece genuinamente, porque si no, no quedarías. Cuando te ves con ese amigo todo fluye, hay una apertura mental y dejas que el otro entre en ti, en tu vulnerabilidad y en tus miedos. Hay un compartir maravilloso, no hay nada insano o reproches como «por qué no me has llamado o hace un mes que no hablamos». Nada de eso está ahí en esa relación, sólo hay un hilo invisible y precioso. Te alegras de sus alegrías, sabes que puedes contar con él, pero nunca hay expectativas de futuro.

Nos guste o no, vamos camino de la libertad y hacia la exploración del individuo, hacia un mundo cada vez más solitario y con más solitud. La gente que aprende a estar sola cambia por completo su relación con los demás. Es verdad, tienen menos relaciones, pero las que tienen son de mayor calidad y se vuelven más exigentes porque ya no van a tolerar conductas egocéntricas, narcisistas, tóxicas o disfuncionales por amor propio. Hay abundancia de seres humanos ahí fuera, pero cuando has practicado la solitud, sólo conectas con los que verdaderamente estás a gusto y se convierten en tu familia. En este momento, como ya no eres sociodependiente, te relaciones con esas personas desde la libertad.

¿Esto lo podemos trasladar a las relaciones de pareja o sólo hablamos de amistad?

Perfectamente extrapolable y, evidentemente, a la pareja más convencional. Seguramente a alguien le funcionará, pero yo creo que la forma más convencional de pareja es una de las cosas que va a dinamitarse en los próximos años porque, al final, se genera mucha represión, no hay amor y eso genera mucha disfunción. Como digo en el libro, no hay institución más disfuncional que la familia porque el ego se pone las botas con los apegos insanos. Son acuerdos impuestos por la sociedad que no hemos cuestionado jamás, y hay mucha mentira y engaño ahí dentro.

Diría, entonces, que se están abriendo nuevos moldes de pareja mucho más libres y poco convencionales. Parejas en las que cada ser humano hace su vida y comparte su existencia con otros ser humano, pero desde el respeto profundo por su libertad. Al final, la solitud nos lleva a la libertad y ésta al amor, pero no al amor que vemos hoy en día, ese de dependencia y de posesión. Es que eso no es amor, eso otra cosa.

Siempre hay una alternativa a lo social y es estar contigo mismo, que muchas veces es la mejor compañía. Cada día hay más gente quemada de vínculos tóxicos y terminan dándose cuenta de que es el reflejo del vínculo que tenemos con nosotros mismos. Con este libro me gustaría hacer una oda a la solitud y que dejemos de aplastar por completo la singularidad del ser humano, rompiendo las cadenas sociales que tenemos.

¿La madurez tiene que ver con esa liberación? 

La madurez es, te diría, fundamental. Con un proceso de madurez espiritual dejamos de comportarnos como víctimas y dejamos de pensar que lo de fuera es la causa de mi felicidad o de mi sufrimiento. Todo está dentro: tú eres tu padre y tu madre, tu guía, tu gurú, tu referente, tu amigo y tu amante.

Desde la madurez se puede vivir cualquier cosa en esta vida; pero, claro, la madurez implica un trabajo interior muy profundo, conocerse y saber realmente quién eres y para qué te levantas cada mañana. La madurez implica dejar de creer la propaganda del sistema, te sales de la neurósis de la sociedad y no te diluyes con ella. La vida está muy bien hecha porque con el paso de los años tenemos más oportunidades de aprender para madurar y crecer. No podemos esperar que otros nos rescaten.

Muchas parejas no maduran a la vez. Algunas de las partes ni siquiera maduran. ¿Qué hacemos?

Ahí tenemos un conflicto porque la vida es un viaje evolutivo. Y esta idea tan romántica, pero también tan neurótica, de hasta que la muerte nos separe, es bastante absurda porque la vida es muy larga. Igual cuando se inventó esta idea la gente vivía muchos menos años y el matrimonio era un acuerdo puramente económico y había un paradigma de más aguante; pero ¿hoy? Hoy no, la gente que está en pareja debe saber que la vida se rige por la ley de la impermanencia, que todo está cambiando constantemente y que todo lo que empieza, termina.

Oye, y que llega un momento en el que quizá lo más sabio es que nos soltemos. Debe haber una evolución mutua cogidos de la mano, pero también es importante saber soltar.

@MaríaVillardón

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