Augusto Ferrer-Dalmau, pintor: «El objetivo de mis cuadros es dar imágenes a la historia»

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​​Es el «Pintor de batallas», como lo bautizó su amigo, el gran escritor Arturo Pérez-Reverte. Fue él quien le hizo el prólogo del libro que recopila gran parte de sus obras, analizadas por especialistas que no dudan de tildar cada uno de sus cuadros de exquisitos. Como ejemplo: Lucas Molina. Dice de él que «el mundo se queda pequeño para la pintura de Augusto. El mundo se rinde, metafóricamente, ante los pinceles del maestro, del pintor de soldados y batallas; de batallas y soldados». Casi podríamos resumirlo todo en estas palabras.

Y, como suele ocurrir, el talento va acompañado de una alta dosis de entrega (por no llamarla disciplina férrea). La suya se traduce entre entre diez y doce horas diarias pintando óleos sobre lienzos que recuerdan al «extraterrestre Velázquez» (así lo define él), con su imponente Rendición de Breda o a Rafael y sus discípulos. Horas y horas en las que los borradores iniciales van evolucionando porque con los bocetos tiene una idea principal, pero sabe que nunca terminará igual. «Es la ventaja del óleo. Te permite pintar encima». En ellos, utiliza una paleta refinada y armoniosa, jugando con combinaciones de pigmentos cálidos y fríos, que les dan un contraste claro-oscuro que el siempre acerca a lo tétrico; son sus tonos, con los que se siente más cómodo; dice que le resultan más fáciles por su visión de los colores. Y, siempre, «todo en óleo porque es el material noble, envejece bien, se oxida y con los años va cogiendo pátina».

Ha ido a siete conflictos bélicos, lo ha hecho para vivir sensaciones que luego transmite a los cuadros; pero también por su gen de soldado, una vocación con la que soñaba de niño.Su pintor referente es, sin duda, Velázquez. También el que más admira. Antes, en su etapa inicial de paisajes urbanos, lo fue Antonio López. De aquella primera etapa nacieron numerosos óleos que han servido como referente en libros de arte a nivel universal. Entonces y ahora, con paisajes y con batallas, ha realizado exposiciones, aplaudidas por la crítica y los coleccionistas, en ciudades como Madrid, Londres, París o Nueva York.

Sus cuadros realistas de batallas históricas le han hecho recibir numerosas distinciones como la Orden de Isabel la Católica, la Gran Cruz al Mérito Militar o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Un orgullo de español.

En su horizonte: pintar sobre el Imperio romano. Y mirando un poco más hacia el futuro, le inquieta el devenir del arte ante la IA: «Me preocupa que la IA sea el principio del fin de la creatividad».

Si nos quedamos en su presente, su tiempo lo reparte entre los cuadros y su fundación para formar a grandes talentos que continúen su arte, en la que ya tiene tres discípulos a los que les enseña trucos. Tres esponjas que esculpen su talento embebiéndose del de Augusto Ferrer-Dalmau.

Disfrute escuchando a este artista excepcional, maestro en su género, que pone imágenes a la historia; y que hace historia.

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