CRISIS SOCIALISTA

Ximo Puig se aferra al poder con su núcleo duro y desata las hostilidades en el PSOE valenciano

PSOE adoctrinamiento
Ximo Puig en un acto electoral de la campaña de las elecciones autonómicas.
Ignacio Martínez

Las hostilidades han vuelto a desatarse en el PSOE valenciano en plena campaña electoral de las Generales. Por tanto, la campaña que más interesa a Pedro Sánchez. El momento en que ha emergido la crisis coincide con la pérdida de la Diputación de Valencia, que pasará a manos del PP. Pero, también, con que Ximo Puig y sus afines han tomado el control del grupo parlamentario. Una cosa y otra en nada ayudan al barón emergente, Carlos Fernández Bielsa.

El antecedente de esta nueva crisis, esta vez, han sido las últimas decisiones Ximo Puig, el secretario general de los socialistas valencianos y presidente en funciones de la Generalitat, que ha decidido continuar como presidente, a su vez, del grupo en las Cortes y buscar sitio como senador territorial.

Puig, también, ha situado a Gabriela Bravo como vicepresidenta segunda de la Cámara y, finalmente, ha nombrado a los consejeros Arcadi España y Rebeca Torró portavoces en las Cortes Valencianas. Por tanto, ha reforzado a su núcleo duro notablemente.

El detonante de la crisis son las consecuencia de la negativa del líder de La Valls Ens Uneix (El Valle Nos Une) el ex socialista Jorge Rodríguez a pactar con su antiguo partido la Diputación de Valencia al entender que las decisiones en el PSOE valenciano las sigue tomando Puig, y no Bielsa.

Y las consecuencias, para el PSOE, son dos: que decenas de cargos se han quedado descabalgados y que el barón emergente Carlos Fernández Bielsa se queda, también, sin territorio.

En las horas previas a la que debía ser la reunión clave para decidir el futuro de la Diputación de Valencia, Ximo Puig conformó el Grupo Socialista en las Cortes Valencianas, avalado por el Comité Ejecutivo Nacional de su partido, que él controla.

Lo que sucedió fue que ese Comité entregó de facto a Puig el control del grupo parlamentario. Y, éste, situó estratégicamente a sus afines. La primera, fue Gabriela Bravo, socialista pero sin carnet, que como vicepresidenta segunda de las Cortes será en cuestión de días la máxima autoridad del PSOE en este territorio.

Horas después, como se ha dicho, el ex socialista Jorge Rodríguez hizo público que el voto de la diputada de su partido que decanta la Diputación de Valencia sería para ella misma. Como el PP es la fuerza más votada, le basta con eso para ganar.

Para un PSOE que había perdido casi todo su poder territorial, perder, a su vez, la Diputación de Valencia supone el peor escenario posible. La Diputación de Valencia tenía tres valores: la posibilidad de recolocar a importantes referentes, la posibilidad de mantener, a su vez, la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP). Y la posibilidad de tener una institución desde la que presentar oposición.

No es previsible, según las fuentes consultadas, que en los próximos días vaya a haber movimientos visibles, porque la campaña electoral deja todo en un segundo plano. Pero sí en ese segundo plano, porque el 23 de julio no sólo es el fin de un larguísimo periodo electoral, sino que además, para entonces, todas las instituciones contarán ya con una estructura concreta y tendrán un color.

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