PÁNICO EN LA SANIDAD VALENCIANA

El miedo por continuas agresiones vacía un centro de salud de Valencia: «Antes en el paro que muerto»

Una pediatra del centro decide no volver a trabajar allí, sumida en el pánico por los episodios de violencia

La Consejería de Sanidad mantendrá cerrado el centro hasta que se pueda garantizar la seguridad

El personal de un consultorio de Valencia se niega a trabajar tras ser agredidos: «Tenemos miedo»

sindicatos CSIF
El consejero de Sanidad valenciano Miguel Mínguez, a la izquierda del lector, en una imagen de archivo.
Ignacio Martínez

Ni se quieren incorporar ni quieren regresar. Trabajadores la sanidad valenciana rechazan desempeñar su actividad en el centro de salud auxiliar de La Coma, en la localidad valenciana de Paterna. El citado centro ha cerrado sus puertas después de que todos su personal pidiera la baja por estrés y ansiedad ante las continuas agresiones y amenazas de que son objeto, según han trasladado fuentes del Sindicato Médico de la Comunidad Valenciana CESM-CV. El miedo a convertirse en víctima de nuevos episodios violentos les ha llevado a tomar esta decisión: «Antes en el paro que muertos», es la frase literal que han utilizado desde ese sindicato para describir cuál es la situación.

La sanidad valenciana no levanta cabeza. A la falta de médicos, las largas agendas, la saturación de pacientes en Atención Primaria y la huelga de facultativos, se suma otro conflicto más. El centro de salud auxiliar de La Coma, en Paterna, ha cerrado porque todo su personal ha solicitado la baja médica por ansiedad, depresión y estrés.

El origen del problema son las agresiones verbales y físicas que han sufrido. Episodios de inseguridad permanentes a los que el Gobierno del socialista Ximo Puig no ha dado respuesta hasta el momento y que llevan de cabeza al consejero de Sanidad Miguel Mínguez, cuyos buenos propósitos iniciales los sanitarios no ven reflejados en su día a día.

En La Coma, una de las pediatras ha decidido no volver pase lo que pase. La Consejería de Sanidad ha optado por no reabrir hasta que la seguridad esté garantizada. Los hechos que han provocado el cierre causan pavor. Si la inseguridad en la Comunidad Valenciana está llegando a límites complicados, este caso es su máximo exponente.

Amenazas, palos y pistolas

Fuentes próximas al centro relatan que esta semana llegó hasta La Coma una niña con hematomas, que eran indicios de unos supuestos malos tratos. Tras la pertinente revisión, la pediatra decidió dar parte a los servicios sociales por si consideraban necesario abrir una investigación, que se puso en marcha. Por todo ello, esa pediatra ha sufrido amenazas graves.

El segundo episodio lo ha protagonizado un individuo, que ha cerrado con pestillo la puerta del despacho de la pediatra por dentro y ha sacado un palo ante el pánico de la facultativa.

El tercer caso no es menos espeluznante. Siempre siempre según las mismas fuentes citadas, un individuo ha puesto una pistola sobre el mostrador.

La suma de todos ellos y de otros episodios anteriores es lo que ha provocado la ansiedad, el miedo y el estrés de los profesionales, que no pueden dormir y pasan las 24 horas del día en alerta. Por ello, todos han pedido la baja y no quieren hablar. Temen represalias.

Violencia y clanes

No es la primera vez que el centro tiene que cerrarse por episodios violentos. Ya hubo otra anterior, en la que durante 36 horas no atendieron servicios. Ahora, sólo se atiende Salud Mental. También, sigue en marcha la Unidad de Conductas Adictivas. Pero, en ambos casos, se trata de pacientes con un historial, con citas concretas y no violentos, en principio.

Este jueves se ha celebrado una reunión en la Consejería de Sanidad. Según fuentes próximas a esa reunión, las plazas de pediatras no se van a reponer, de momento, porque en la bolsa de trabajo no hay profesionales. Pero, en cualquier caso, el centro va a permanecer cerrado hasta que se cumplan tres condiciones. Una, que la situación se resuelva. Otra, que una patrulla de Policía Nacional esté de guardia ante el centro las horas en que esté abierto. Y, la tercera, que se instalará un detector en la puerta para impedir el paso de armas ya sean blancas o de fuego.

Mientras tanto, los profesionales médicos, sanitarios y administrativos se irán incorporando en la medida en que se repongan de la baja que sufren. Pero si lo hacen, serán derivados a otros centros de salud. No a La Coma, al menos hasta que se abra, en cuyo caso las garantías de seguridad se habrán cumplimentado.

Otra medida, quizás la más importantes según las fuentes consultadas por OKDIARIO, es que está abierta una posible reorganización de las tarjetas asignadas, que son en torno a 4.500, tanto como para reducir su número como para asignarlas a otros centros de salud.

En el trasfondo de lo sucedido, según fuentes próximas al caso, se encuentra el visceral enfrentamiento entre dos clanes de etnia gitana, tal como ha adelantado este miércoles OKDIARIO. De modo, que los miembros de uno no pueden estar con los componentes del otro.

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