INFRAESTRUCTURAS

Catalá avisa de que «boicotear» el puerto de Valencia por voluntad política «puede ser prevaricación»

La alcaldesa de Valencia advierte también de que llegará hasta el final y valorará acciones legales

Avisa, además, de que el puerto no será "moneda de cambio" para investir a Sánchez: "A este pueblo no le hace afrentas nadie"

El Gobierno valenciano no permitirá a Sánchez usar el puerto de Valencia para ‘atar’ su investidura

Puerto de Valencia
La alcaldesa de Valencia con el alcalde de Alicante y los presidentes de las diputaciones de Valencia y Alicante, este miércoles.
Ignacio Martínez

La alcaldesa de Valencia la popular María José Catalá ha lanzado una seria advertencia al el Gobierno que preside el socialista Pedro Sánchez en caso de que continúe sin tramitar el documento administrativo que tiene en su poder hace diez meses y cuya aprobación abre la puerta a la ampliación del puerto de Valencia, que es el primero de España y el cuarto de Europa. Las administraciones, ha advertido Catalá, «no pueden boicotear un proyecto de infraestructuras por voluntad política y si lo hacen podrían prevaricar. Es decir, y lo digo muy claro, por voluntad política no se paraliza nada».

La descomunal batalla política, económica y territorial que se vive en torno al puerto de Valencia continúa incrementado su intensidad a medida que pasan las horas.

El origen del problema es que el puerto de Valencia solicitó hace diez meses al Gobierno de Sánchez la aprobación del trámite administrativo preceptivo a partir de una inversión de 12 millones de euros para una inversión de su Consejo de Administración de 542 millones de euros en el relleno de roca de una zona sobre la cual irá a su vez una infraestructura financiada íntegramente por la principal naviera del mundo con 1.000 millones de euros.

Esa infraestructura es imprescindible para garantizar que el de Valencia continúe siendo el primer puerto de España y del Mediterráneo y el cuarto de toda Europa.

Ese papel es el que continúa sobre la mesa del Consejo de Ministros. Y la novedad, lo que ha producido que todas las administraciones valencianas y todos los sectores alcen la voz para ser escuchados en todo el país, es que existe información de unas fuentes de las que la alcaldesa de Valencia ha afirmado que «tienen toda la credibilidad», que dicen que la paralización del puerto de Valencia es moneda de cambio con los independentistas catalanes de Junts y ERC para que Pedro Sánchez sea investido presidente. Por tanto, aseguran que está en las negociaciones.

Y ello, porque, los puertos de Valencia y Barcelona se juegan la hegemonía en el Mediterráneo: el estancamiento del puerto de Valencia deja vía libre al de Barcelona para ocupar el liderato que Valencia ostenta ahora. 

Pero, el problema es aún mayor, porque el puerto de Valencia suministra a regiones y provincias españolas que suman el 55% del Producto Interior Bruto (PIB). Esencialmente, Madrid. Y, si no hay ampliación, los clientes del de Valencia se buscarán otro puerto. Y la obra de 1.000 millones de euros de capital privado no se hará en Valencia, sino en otro puerto.

Por todo ello, la alcaldesa de Valencia María José Catalá ha advertido también este miércoles que «estaremos muy pendientes de que se cumpla la tramitación oficial. Y si no, valoraremos cualquier iniciativa, cualquier acción. Si el puerto de Valencia se paraliza por motivos políticos y no técnicos valoraremos cualquier acción legal, porque vamos a ir hasta el final».

E, incluso, ha ido un paso más allá: «A este pueblo no le hace afrentas nadie», ha advertido también en una referencia al pueblo valenciano. Y ha añadido que «no vamos a tolerar ser moneda de cambio de la investidura porque un grupo minoritario y de separatistas quieren mermar las posibilidades del puerto de Valencia en beneficio del puerto de Barcelona».

Catalá ha defendido que Valencia y Barcelona «compitan en condiciones de igualdad, que se invierta en los dos, que si se autoriza la ampliación del puerto de Barcelona, se autorice la del de Valencia».

A la vez que ha dejado muy claro que «poner piedras en el camino al puerto de Valencia con tal de favorecer al de Barcelona y, sobre todo, someter al pueblo valenciano a los deseos de un grupo minoritario político de una investidura, me parece lo más grave y lo más fuerte que puede vivir este pueblo».

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