Las personas mayores de 60 años perciben peor estos dos colores: hay una explicación científica
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La percepción del color varía de forma natural de una persona a otra. Factores como la genética, la exposición a la luz o determinadas condiciones médicas influyen en cómo se distinguen los tonos. Sin embargo, los especialistas han detectado que, en personas mayores de 60 años, empiezan a aparecer padecimientos comunes de la visión que afectan a cómo se ven los colores.
Para mantener la calma en este sentido, el envejecimiento ocular no siempre supone la pérdida de visión grave. Dicho esto, varios equipos de investigación han identificado qué tonalidades son más problemáticas y qué explicaciones científicas se barajan al respecto.
¿Cuáles son los colores que las personas mayores de 60 años perciben peor?
Con el envejecimiento, el ojo atraviesa modificaciones estructurales. El cristalino tiende a perder flexibilidad y a adquirir un tono amarillento. Esta alteración actúa como un filtro que modifica la percepción de ciertos colores, especialmente los que se encuentran en la gama del magenta y del verde.
A diferencia del daltonismo hereditario, que afecta de manera general a la capacidad de distinguir rojos y verdes, en este caso se trata de un cambio adquirido con la edad.
Según los expertos del portal de MedlinePlus, las personas mayores de 60 pueden experimentar dificultad para diferenciar el azul del púrpura, el verde del amarillo o incluso los matices entre verde y amarillo verdoso.
Estos cambios no implican necesariamente una enfermedad, pero sí reflejan la acumulación de exposición a la luz ultravioleta, el desgaste natural de los tejidos o la disminución de la respuesta de las pupilas a los estímulos luminosos.
Estudios recientes sobre la percepción de colores en los mayores de 60 años
Una investigación llevada a cabo en el University College de Londres introdujo un nuevo enfoque en este campo. Los científicos analizaron la reacción pupilar de voluntarios jóvenes (entre 27 y 28 años) y de adultos mayores (entre 64 y 65 años) al ser expuestos a 26 tonalidades distintas en un entorno controlado.
Los resultados mostraron que las personas mayores de 60 presentaban una menor contracción pupilar frente a los tonos verde y magenta. Esta diferencia no se observaba en los participantes jóvenes.
Según los expertos, esta dificultad para percibir dichas tonalidades podría estar relacionada con una alteración neurológica conocida como atrofia cortical posterior, un tipo de demencia que afecta directamente a la percepción visual.
Aunque la muestra del estudio fue reducida, los hallazgos apuntan a que los problemas para distinguir verde y magenta podrían ser más comunes de lo que se pensaba y tener implicaciones clínicas relevantes.
El papel de las enfermedades oculares y sistémicas
Los estudios médicos han relacionado estas variaciones cromáticas con distintas patologías oculares. Las cataratas, la degeneración macular o la retinopatía diabética figuran entre las principales causas que podrían agravar la dificultad para percibir ciertos colores.
De hecho, algunas investigaciones sugieren que la percepción alterada del color en las personas mayores de 60 puede servir como indicador temprano de enfermedades sistémicas, como la diabetes.
La explicación se encuentra en los cambios que estas condiciones producen en la retina y en la microcirculación ocular.
No obstante, también existe un componente puramente fisiológico: los músculos que regulan las pupilas pierden fuerza con la edad. Esto provoca una entrada de luz menos eficiente y un tiempo de adaptación más lento entre ambientes oscuros y luminosos, lo que influye en la intensidad con la que se aprecian los colores.
¿Cómo afectan los cambios de la visión en la vida diaria?
Estos cambios en la percepción del color no suelen interferir de manera crítica en la vida diaria, pero sí pueden tener impacto en aspectos cotidianos.
Uno de los más visibles se encuentra en la elección de prendas de vestir: la dificultad para distinguir determinadas tonalidades explicaría por qué algunas combinaciones resultan llamativas o inusuales en personas de edad avanzada.
En respuesta a estos hallazgos, algunos expertos plantean la posibilidad de que la industria de la moda y el diseño textil adapte gamas cromáticas para facilitar la identificación por parte de las personas mayores de 60.
Además, en el ámbito doméstico se recomienda el uso de colores cálidos y contrastantes (como el rojo, el amarillo o el naranja) para mejorar la visibilidad en la vivienda.
También se ha observado que mantener luces específicas en entornos oscuros, como pasillos o baños, contribuye a compensar las dificultades de percepción. Por ejemplo, la utilización de luces rojas puede resultar más eficaz que las luces nocturnas tradicionales para facilitar el movimiento en interiores.
Explicación científica de fondo de los trastornos visuales
La visión se produce cuando la luz atraviesa la córnea, la pupila y el cristalino antes de proyectarse en la retina. Este proceso convierte la energía luminosa en impulsos nerviosos que viajan al cerebro para ser interpretados.
Con el paso del tiempo, las estructuras del ojo se modifican: la córnea se vuelve más fina, la conjuntiva se seca y la respuesta de los músculos pupilares se ralentiza.
Todo ello explica que, en la vejez, se requiera mayor contraste y una iluminación más intensa para distinguir detalles. En este contexto, los colores fríos (como el verde o el azul) se vuelven más difíciles de diferenciar que los cálidos, lo que coincide con los resultados de las investigaciones mencionadas.