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OceanGate y el submarino Titán: lo que realmente ocurrió

Submarino Titán
OceanGate y el submarino Titán.
Francisco María
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En junio de 2023 el mundo se mantuvo a la expectativa durante cinco días. Los equipos de rescate internacionales buscaban desesperadamente al submarino experimental Titán, que había desaparecido. ¿Qué ocurrió realmente?

La expedición fatal

El submarino Titán era propiedad de la empresa estadounidense OceanGate Expeditions. Su objetivo era realizar una expedición al fondo del océano Atlántico, con cinco personas a bordo, para visitar los restos del Titanic.

La misión de 2023 partió el 16 de junio desde St. John’s, Newfoundland, a bordo del buque de apoyo Polar Prince. Los pasajeros eran Stockton Rush, CEO de OceanGate; Hamish Harding, empresario británico y aventurero con récords Guinness.

También estaban Shahzada Dawood, un empresario, y su hijo Suleman, estudiante de 19 años; y Paul-Henri Nargeolet, un explorador francés. Dos potenciales pasajeros, Jay Bloom y su hijo, cancelaron por dudas de seguridad; recibieron un reembolso de 150.000 dólares.Titan

El 18 de junio, a las 9:18 a.m. hora local, el Titán comenzó su descenso de dos horas. A las 10:47 a.m. se escuchó un sonido ensordecedor: el Titán había implosionado. ¿Qué sucedió?

El diseño de Titán

Titán era un sumergible experimental de 6,7 metros de largo y 10.432 kg de peso, diseñado para cinco ocupantes. Su característica más audaz era el casco de presión hecho de fibra de carbono, unido a hemisferios de titanio y una ventana acrílica de 38 cm de diámetro.

Se trataba de un sumergible experimental construido con una mezcla de titanio y fibra de carbono, materiales elegidos para resistir la enorme presión del fondo marino. Podía albergar a cinco personas: un piloto y cuatro pasajeros. En lugar de los controles mecánicos tradicionales, utilizaba un mando inalámbrico de videojuegos modificado, lo que despertó tanto fascinación como dudas sobre su fiabilidad. OceanGate promocionaba sus expediciones como viajes de exploración y aventura científica, y el costo por persona rondaba los 250.000 dólares.

Stockton Rush, CEO de OceanGate, presumía de haber obtenido la fibra de carbono a precio “de saldo” en Boeing, pero la aerolínea negó cualquier transacción. Se controlaba mediante un mando inalámbrico Logitech F710, similar a un joystick de videojuegos, de solo 30 dólares.

OceanGate afirmaba que Titán contaba con colaboraciones de la NASA, Boeing y la Universidad de Washington (UW), pero estas entidades se distanciaron rápidamente. La UW abandonó el proyecto en 2017 tras desacuerdos sobre pruebas de seguridad, y Boeing afirmó no haber participado en el diseño final.

Era una tragedia anunciada. Incluso los modelos a escala implosionaron durante pruebas en la UW. La fibra de carbono no soportaba la presión cíclica. Rush, priorizó el cronograma de la expedición sobre el mantenimiento y la seguridad.

La búsqueda: un drama global

Durante cuatro días, aviones, barcos y robots submarinos recorrieron una vasta zona del océano en un intento desesperado por encontrarlos. Se especuló que el sumergible podría haber quedado atrapado o que su oxígeno se agotaba rápidamente.

La operación de rescate del Titan fue una de las más complejas de la historia. Se emplearon aviones de EE.UU. y Canadá, buques de la Marina y vehículos operados remotamente. Estos cubrieron una búsqueda de 10.000 millas cuadradas en condiciones adversas.

Los tripulantes solo tenían unas 96 horas de oxígeno. La tensión creció hasta el 22 de junio, cuando un ROV halló un campo de escombros a 500 metros del Titanic. Eran los restos de Titan: el cono de cola, las campanas de extremo y los restos de fibra de carbono pulverizada.

En 2025, las investigaciones de la Guardia Costera de EE.UU. (USCG) y la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) han destapado los detalles de lo que realmente ocurrió. Hubo grandes fallos de diseño. También una cultura tóxica en OceanGate que priorizó el lucro sobre la seguridad. Las autoridades concluyeron que el sumergible sufrió una implosión catastrófica, causada por la presión extrema del océano.

OceanGate: la empresa detrás del desastre

OceanGate había sido fundada en 2009 por Stockton Rush y Guillermo Söhnlein en Everett, Washington. Pronto se posicionó como una pionera en el turismo y la investigación submarina profunda.

La compañía operaba sumergibles comerciales para transportar clientes adinerados a sitios de naufragios. La empresa vio en el Titanic una oportunidad de oro para atraer atención mediática y clientes dispuestos a pagar 250.000 dólares por persona en una expedición.Submarino Titan (EP)

Sin embargo, desde sus inicios, OceanGate operó en un vacío regulatorio. Al realizar expediciones en aguas internacionales, evadía las estrictas normas de seguridad para buques de pasajeros, como las del Acta de Seguridad de Buques de Pasajeros de 1993 de EE.UU.

Rush se defendía diciendo que era una forma de “fomentar la innovación”. En una entrevista de 2022, llegó a decir: “En algún momento, la seguridad es puro desperdicio”. El resultado fue una tragedia que costó cinco vidas.

Conclusión

El accidente del Titán provocó una reflexión mundial sobre la seguridad en las expediciones privadas y los límites de la innovación. Posteriores investigaciones revelaron que OceanGate había ignorado advertencias de expertos sobre posibles fallos en el diseño. Tras la tragedia, la empresa suspendió sus operaciones, y el caso se convirtió en un símbolo de los riesgos del progreso sin control y del deseo humano, a veces imprudente, de explorar los confines más profundos de nuestro planeta.

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