Estupefacción entre los científicos: este hallazgo cambia todo lo que sabemos sobre el cerebro y el Alzheimer
El hallazgo más sorprendente de los científicos en el Sáhara
Los científicos pronostican un choque con Marruecos y el fin de la Península
Confirmado por el CSIC el descubrimiento en Galicia de un nuevo mineral inédito
Ésta es la mejor hora para irse a dormir: la ciencia lo confirma
La confirmación de los expertos sobre los extraterrestres que nadie se puede creer: están en este sitio de la Tierra
Un estudio ha causado gran revuelo entre la comunidad científica al revelar que las células no neuronales conocidas como astrocitos desempeñan un papel fundamental en la formación y recuperación de la memoria. Este descubrimiento transforma la comprensión del funcionamiento del cerebro y abre nuevas posibilidades para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Hasta ahora, se pensaba que las neuronas eran las únicas responsables del procesamiento de la memoria. Sin embargo, esta investigación, llevada a cabo por científicos del Baylor College of Medicine de Houston de Estados Unidos y publicada en la revista Nature, demuestra que los astrocitos, células con forma de estrella que se encuentran en el cerebro, trabajan en estrecha colaboración con las neuronas para regular la memoria.
¿Cómo influyen los astrocitos en la memoria?
Los astrocitos interactúan con grupos de neuronas, llamados engramas, para modular el almacenamiento y la recuperación de recuerdos. Esta comunicación tanto física como funcionalmente entre astrocitos y neuronas es esencial para el correcto funcionamiento del cerebro, según informa el laboratorio de Benjamin Dennen, autor principal del estudio y catedrático del Departamento de Neurocirugía en Baylor.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores desarrollaron nuevas herramientas de laboratorio y realizaron experimentos con ratones. En una de estas pruebas, condicionaron a los ratones para que asociaran una determinada situación con el miedo, lo que les causaba una parálisis. Al volver a exponer a los ratones a la misma situación, estos recordaban la experiencia y se quedaban inmóviles.
Durante el proceso de aprendizaje, los científicos observaron que un subconjunto de astrocitos expresaba el gen c-Fos, lo que indica su activación.
Estos astrocitos activados se encontraban cerca de las neuronas engramas, y su activación estimulaba la actividad sináptica o comunicación en en el engrama neuronal correspondiente, según detalla el coautor del estudio, Michael R. Williamson.
El rol clave de los astrocitos en la formación de recuerdos
Para confirmar el papel de los astrocitos en la recuperación de la memoria, los investigadores activaron específicamente los astrocitos en ratones que se encontraban en un entorno no asociado al miedo. Sorprendentemente, los ratones reaccionaron como si estuvieran en la situación que les causaba miedo, «lo que demuestra que la activación de los astrocitos estimula el recuerdo de la memoria», añade otro coautor: Wookbong Kwon.
El estudio también identificó al gen NFIA como un elemento crucial en la función de los astrocitos durante la formación de la memoria. Al impedir la producción de este gen en los astrocitos, se suprime el recuerdo. Esta supresión es, por lo tanto, específica de la memoria.
«Los conjuntos de astrocitos asociados al aprendizaje son específicos de ese acontecimiento de aprendizaje. Los conjuntos de astrocitos que regulan el recuerdo de la experiencia de miedo son diferentes de los que intervienen en el recuerdo de otra experiencia de aprendizaje, y el conjunto de neuronas también es diferente», explica el neurocientífico Benjamin Dennen.
Este descubrimiento tiene implicaciones significativas para el desarrollo de tratamientos para enfermedades como el Alzheimer, que se caracteriza por la pérdida de memoria y el deterioro cognitivo. Al comprender el papel de los astrocitos en la memoria, los expertos pueden explorar nuevas terapias dirigidas a estas células.
Es importante destacar que esta investigación se realizó en ratones, por lo que se necesitan más estudios para confirmar estos hallazgos en humanos. Sin embargo, este descubrimiento representa un avance significativo en la comprensión del cerebro y abre nuevas vías para el desarrollo de terapias más efectivas para enfermedades neurodegenerativas.