Regurgitación en bebés: 6 trucos infalibles para que tu bebé no vomite la leche (y tú no pierdas la paciencia)
Trucos efectivos para evitar que el bebé regurgite más de la cuenta
Cómo poner al bebé en posición anti-regurgitación
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Si tienes un bebé que regurgita mucho después de cada toma, sabes lo frustrante que puede ser. No solo tienes que limpiar la ropa del bebé y la tuya, sino que también te preocupa que no esté recibiendo suficiente alimento o que tenga algún problema de salud.
Pero no te alarmes, la regurgitación es muy común en los bebés y suele ser un signo de que su sistema digestivo aún no está maduro. Por lo general, desaparece por sí sola cuando el bebé empieza a comer alimentos sólidos o a sentarse por sí mismo.
6 trucos infalibles para la regurgitación del bebé
Mientras tanto, hay algunos trucos que puedes poner en práctica para reducir la frecuencia y la cantidad de las regurgitaciones y hacer que tanto tú como tu bebé estéis más cómodos. Aquí te los contamos.
Dale de comer en una posición más erguida
Uno de los factores que favorecen la regurgitación es que el bebé trague mucho aire al comer, lo que hace que el esfínter que une el esófago y el estómago se relaje y deje salir parte del contenido gástrico. Para evitarlo, es importante que el bebé no esté acostado, sino que se mantenga en una posición vertical y con la cabeza en alto durante la ingesta. Así se facilita el paso de la leche al estómago y se reduce el riesgo de que vuelva a subir.
No le des más leche de la que necesita
Otra causa de la regurgitación es que el bebé coma más de lo que su pequeño estómago puede albergar. Esto puede ocurrir si le ofreces el pecho o el biberón cada vez que llora, sin tener en cuenta sus señales de hambre y saciedad. Para evitar la sobrealimentación, es conveniente que respetes el ritmo y las preferencias de tu bebé, que le ofrezcas el pecho o el biberón cuando te lo pida y que le retires cuando veas que se muestra satisfecho o pierde el interés34. También puedes probar a darle menos cantidad de leche en cada toma, pero más a menudo.
Hazle eructar con frecuencia
El eructo es una forma de liberar el aire que el bebé ha tragado al comer y que puede provocarle molestias y regurgitaciones. Por eso, es importante que le ayudes a eructar después de cada toma, e incluso durante la misma si ves que se muestra inquieto o se atraganta. Para hacerlo, puedes colocar al bebé sobre tu hombro, apoyando su barbilla en tu hombro y dándole suaves palmaditas en la espalda. Otra opción es ponerlo boca abajo sobre tu regazo, con la cabeza más alta que el cuerpo, y masajearle la espalda. También puedes sentarlo sobre tu regazo, sujetándole el pecho y la barbilla, e inclinarlo ligeramente hacia adelante.
Evita los juegos activos y el uso de una hamaca después de comer
Los movimientos bruscos o la presión sobre el abdomen del bebé pueden favorecer que la leche suba de nuevo al esófago y salga por la boca. Por eso, es conveniente que evites los juegos activos, como balancearlo, zarandearlo o hacerle cosquillas, y el uso de una hamaca o un portabebés que le compriman el estómago, inmediatamente después de haberlo alimentado. Lo mejor es que lo mantengas en una posición erguida y tranquila durante al menos media hora después de cada toma.
Acuéstalo boca arriba y con la cabeza elevada
A la hora de dormir, la posición más segura para el bebé es boca arriba, ya que reduce el riesgo de muerte súbita. Sin embargo, esta posición también puede favorecer la regurgitación, sobre todo si el bebé tiene reflujo gastroesofágico. Para evitarlo, puedes elevar ligeramente la cabecera de la cuna o la cama, colocando una cuña o una toalla debajo del colchón. Así se facilita el paso de la leche al estómago y se evita que vuelva al esófago. Eso sí, no uses almohadas, cojines o peluches para elevar la cabeza del bebé, ya que podrían provocarle asfixia.
Consulta con el pediatra si tienes dudas o si ves que tu bebé no está bien
Como hemos dicho, la regurgitación es normal en los bebés y no suele tener consecuencias graves para su salud. Sin embargo, hay algunos casos en los que puede ser un signo de algún problema más serio, como una alergia a la proteína de la leche de vaca, una obstrucción intestinal o una infección. Por eso, es importante que consultes con el pediatra si observas que tu bebé regurgita con mucha frecuencia o con mucha fuerza, si no gana peso adecuadamente, si parece tener dolor o llora mucho, si tose o tiene dificultad para respirar, si vomita sangre o un líquido verde o amarillo, o si tiene fiebre o diarrea. El pediatra podrá hacerle las pruebas necesarias para descartar cualquier complicación y, si es necesario, recetarle algún medicamento para aliviar el reflujo.
Esperamos que estos trucos te sean útiles para evitar que tu bebé regurgite mucho y que tanto tú como él podáis disfrutar de la lactancia y de vuestro vínculo. Recuerda que la regurgitación es algo pasajero y que pronto dejará de ser un problema. Mientras tanto, ten paciencia y mucho amor. ¡Y no te olvides de tener siempre a mano una toallita!.
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- Cuidados del bebé