Las ecografías durante el embarazo. Todo lo que hay que saber
Las ecografías son en estos momentos el método de diagnóstico más habitual que se utiliza para estudiar al feto durante el periodo de gestación. En concreto, se realizan a través de ultrasonido, proporcionando así imágenes bidimensionales del bebé, lo que ayuda a conocer en todo momento no sólo su estado sino también cuál está siendo su evolución.
Todo eso sin olvidar que las pruebas de este tipo más modernas ya proporcionan imágenes tridimensionales, por lo que es posible ver mucho mejor al niño. Un avance tecnológico este, el de las ecografías en 3D, que permite a los médicos estudiar al feto en los tres planos existente del espacio. Así van a poder identificar mucho mejor si, por ejemplo, tiene alguna vértebra afectada.
Por todo esto, está claro que cualquier mujer en estado debe someterse a las ecografías pertinentes en pro de su bienestar pero, sobre todo, del de su hijo. No obstante, algunas futuras mamás tienen ciertos miedos a someterse a las mismas por el conjunto de absurdas ideas que les han ido “metiendo” en la cabeza. De ahí que para acabar con esos falsos mitos, lo mejor sea conocer a fondo a las pruebas que nos ocupan:
Importancia
Las ecografías, de manera indudable, tienen mucha importancia, sobre todo al principio del embarazo. ¿Por qué? Porque, como ya hemos mencionado, gracias a las mismas podremos saber si el feto está vivo y sano, pues permiten registrar su actividad cardíaca y saber si todo está correcto.
Asimismo no hay que pasar por alto que, del mismo modo, dan la oportunidad de saber si la gestación es única o múltiple, lo que supondría que se estuviera hablando de gemelos, mellizos, trillizos…
¿Cuándo hacerlas?
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda que, al menos, se hagan tres ecografías durante el proceso de embarazo como mínimo, una por cada trimestre de gestación:
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En el primer trimestre, la importancia de esas pruebas radica en detectar posibles problemas cromosómicos, como el Síndrome de Down, por ejemplo. Así, en la primera ecografía se comprobará el pliegue de la nuca fetal, cuyo percentil debe estar por debajo de 95. Todo eso sin olvidar que también se estudia el hueso nasal del feto, su corazón y su anatomía en general.
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Por su parte, en el segundo trimestre, entre la semana 18 y 22, el estudio de la ecografía va dirigido, de manera fundamental, a detectar posibles malformaciones. Como el feto ya está casi formado por completo, estas se van a poder distinguir con una gran facilidad.
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Y por último, en el tercer trimestre, lo que se pretende con la mencionada prueba es estudiar cómo está colocado el feto, cuánto pesa y si se encuentra bien a nivel general. De esta forma, el ginecólogo ya podrá ir viendo cómo se debe afrontar el parto que está a punto de tener lugar, es decir, si será necesario apostar por la cesárea o no, por ejemplo.