Reivindicación en Anoeta

Reivindicación en Anoeta

Ahora sí, la posibilidad de una de las tres últimas posiciones de la tabla se aleja de cualquier amenaza imprevista gracias a tres puntos merecidos por el equipo de Arrasate que recordó al de principio de campaña y se reivindicó como conjunto y a título individual.

Sergi Darder, de nuevo el que asombró como faro del Espanyol, demostró que no es el problema, nunca lo ha sido, sino la solución. Dentro de un equipo con una salida desde atrás bastante complicada y excesivamente acostumbrado, sino acomodado, al recurso fácil de buscar la referencia de Muriqi, el de Artá se erigió en el futbolista solidario para colaborar en la contención pero, sobre todo, en el líder capaz de sacar del atolladero a sus compañeros y llevarlos hacia adelante con sentido común y, a veces, incluso con peligro.

El anfitrión, bien contrarestado, cayó en la red que comenzaba a tejerse por las alas, con Mojica siempre muy encima de Kubo y Maffeo que terminó desesperando a Barrenechea, sustituido por depresión después del intermedio. Sustanciales, en ambos casos, las coberturas de Valjent y Copete, además de la primera línea de defensa a cargo de Antonio Sánchez y Samu. El primero a la media hora y Abdón en el tramo final, pudieron obtener un marcador más llamativo de no haber precipitado sus remates cuando tenían tiempo de parar, templar y marcar.

Sin grietas ni espacios, los txuriurdin trataban de someter al visitante a base de un acoso por tierra y aire sin más resultado que un gol anulado a Oyarzábal por fuera de juego sin haberse movido el luminoso y dos intervenciones de Greif, las únicas, una a tiro del mismo rematador y otra al desviar un cabezazo de Martin sobre la frontal del área pequeña que el eslovaco desvió en un alarde de reflejos.

Pero, al contrario que en lances precedentes, el mejor Mallorca apareció a partir del segundo gol. Los zagueros fueron solidarios y expeditivos según requería cada acción, pero también trataron de retener la posesión del esférico hasta terreno enemigo, creando líneas de pase, movimientos y avances para evitar que el acoso propio del perdedor se convirtiera en agobio para el vencedor. Lo resumió el más destacado: lo más importante, mantener la portería a cero.

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