EL CUADERNO DE PEDRO PAN

‘El perfume del tiempo’: una obra sin transición alguna, sólo ideología

El Teatre del Mar acoge el cierre de la 'Trilogía del Mal' de los valencianos Arden Producciones

el perfume del tiempo
Una escena de 'El perfume del tiempo' en el Teatre del Mar.

No me condicionan, en absoluto, los premios que haya podido recibir este cierre de trilogía. Menos aún, al escuchar los aplausos que suenan a mitin antes que reconocer el trabajo de los intérpretes. Lo que no evita, estar en condiciones de hablar, ciertamente, de un drama. Ya digo que lo único que me quedaba claro finalizada la representación de El perfume del tiempo (Teatre del Mar 23, 24 y 25 de febrero) era la carga ideológica que invade todo lo que se expone sobre el escenario. Obviamente, una opción lícita.

Desde su fundación en 1995, los valencianos Arden Producciones le cogen el gusto a los tripletes: Trilogía de Teatro Clásico Europeo (iniciada el mismo 1995); Trilogía Helénica (a partir del 2000); Trilogía del Mal (iniciada el 2005) y ahora Trilogía de la Memoria (bastante selectiva la dicha memoria) que arranca el 2016 con Shakespeare en Berlín, para continuarla el 2019 con La invasión de los bárbaros (nada que ver con la película dirigida por Robert Siodmak el año 1968), hasta el cierre con el estreno en noviembre de 2022 de El perfume del tiempo.

Los actores y más cosas Juan Carlos Garés y Chema Cardeña, ambos son fundadores de Arden Producciones, que partiendo del teatro clásico llegan al Teatre de Hui (teatro de hoy) y para diversificar un poquito más también se dedican al teatro para niñas y niños, que no deja de ser teatro infantil, pero debía meterse con calzador el lenguaje inclusivo, lo que ya nos avisa de por dónde van los tiros en el argumentario Arden, cuyo sello, nos dicen, es «un teatro de autor, de actor, hablando de nuestro presente a través de aromas del pasado». Y es aquí donde se ve la mano de Cardeña encarnado en dramaturgo y director de escena, oficios que compagina habitualmente.

Me parecen reveladoras las razones que le motivan e impulsan a la hora de ponerse manos a la obra. Lo transcribo literalmente: «En todas mis obras he utilizado el ayer para hablar del hoy. Creo que es una buena vía; como un espejo invertido que lo que hace es alejarte en el tiempo, pero sin embargo te hace reconocer lo que tú estás viendo. Siempre me ha movido lo que más me indigna. Casi todas mis obras han nacido fruto de mi frustración, de mis miedos y muchas veces de mi rabia». Una rabia bastante sectaria, añado.

Por qué lo digo. Porque esa rabia, esa frustración y esos miedos en buena parte señalan hacia eso que hoy en día se denomina la fachosfera. Así por ejemplo, abriendo la Trilogía del Mal tenemos Venezia, una adaptación libre y contemporánea del Otelo de Shakespeare y con abundancia de los signos fascistas. Pero si entramos en la Trilogía de la Memoria, lo que nos encontramos es más de lo mismo: Shakespeare en Berlín refiere el auge del nazismo en la Alemania de los años 30; La invasión de los bárbaros señala al franquismo tras la Guerra Civil y colando de rondón la Ley de Memoria Histórica, así hasta llegar a El perfume del tiempo, donde son las Madres de Mayo el verdadero epicentro. Es lo que hay, y no hay más.

Es tal el nivel obsesivo de esta compañía, que han llegado a coproducir la obra de teatro-danza, Moby Dick-El mal amor, donde la lucha del Capitán Ahad con la Ballena blanca viene a encarnar la violencia de género, que ya es la manifestación en estado puro y duro del pensamiento woke.

Con estos antecedentes, te sientas en el patio de butacas a la espera de que dé inicio El perfume del tiempo, que en primera lectura es una foto fija en plan la familia que permanece unida jamás será vencida, hasta que entra en escena una abu de mayo que probablemente es una reciclada del colectivo Madres de Mayo. Aquí se rompe la baraja y sin transición alguna, porque la obra es la estudiada sucesión de clichés, la familia se va al carajo y la nieta,  pues con su abu de mayo que por cierto, más parece ser misionera teresiana que otra cosa. ¿El padre adoptivo? Evidentemente, el médico militar en la dictadura argentina que robó a la niña y que no deja de mostrar un carácter completamente autoritario. ¿Y el hermano? Un pobre de espíritu, pues. 

Probablemente, algo me perdí, entre cabezadita y cabezadita. Viendo a esa mujer (la hija, quiero decir) tan cariñosa con papá pero mutando de repente en rabiosamente empoderada y cogidita del brazo de su abu de mayo, pues no me quedó otra que regresar caminando a casa, perdido el autobús, y en el paseo reflexivo imaginarme para cuándo la frustración, la rabia y miedos del cordobés Chema Cardeña alumbrarán una trilogía sobre las cien millones de muertes causadas por el comunismo, empezando con Shakespeare en Moscú, siguiendo La invasión de los bárbaros en Pekín, para finalizar con El perfume del tiempo perdido en La Habana-Venezuela-Pionyang.

Escrito en 839 palabras, es decir 1.100 menos que la fecha triunfal aquella.

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