El Mallorca, un barco que zozobra

El Mallorca, un barco que zozobra

El Mallorca es como un barco cuyo armador, Andy Kohlberg, ha colocado en el puente de mando a dos grumetes, ni siquiera algún marinero u oficial de la marina mercante. Si yo fuera uno de sus socios, del ex tenista no del club, le afearía el modo en que gobierna mi inversión. La cuestión ya no es ganar o perder dinero, que también, sino poner en peligro el único patrimonio de la sociedad: la primera división. Ni Son Moix, ni Son Bibiloni, ni todos los jugadores valen nada si el equipo desciende. Si alguien lo duda, que lo pregunte en el Real Zaragoza.

Robert Sarver, el ideólogo e inversor inicial, cometió el error de confiar a Maheta Molango, sin experiencia en la gestión de un club de fútbol, por recomendación de Javer Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional. Sin escuchar lo mucho que tenía que contar Monti Galmés, el último mallorquín en el organigrama de la SAD, completó la pirámide por la que Alfonso Díaz trepó a su posición actual descabezando a su mentor «business» a «business».

El caso de Pablo Ortells, el punto débil de bicéfala cabeza rectora, tiene otras connotaciones. No puedo creer que alguien que estuvo casi veinte años en los estratos inferiores del Villarreal y los más recientes en peldaños de mayor rango, aunque sin cobrar ni de lejos lo que le paga el Mallorca, sea tan torpe y se deje maniatar a costa de su prestigio, no de su sueldo, a sabiendas de los límites que le imponen muy por debajo de los que aplica la LFP.

El director financiero puede ir anotando lo que haría en Segunda con las cerchas de la grada este, los restos del Presuntuoso, el tunel acristalado de vestuarios, los gimnasios, bares y el club de negocios cuyos adheridos, de haberlos, estarán preguntándose lo poco que sabe del que rige, el fútbol, su impulsor. El director deportivo siempre habrá conseguido reunir a una plantilla apta para la llamada categoría de plata con aleaciones de latón.

No entendí, por inoportuna e injusta, la rebelión de Dani Rodríguez, más castigado por el CEO que por Arrasate, pero aun menos entiendo que este último haya aceptado poner en juego su currículum. Su cuerpo técnico y los propios jugadores también rebajan su caché. Deberían ser los primeros en exigir un refuerzo de su potencial sin pedirles un esfuerzo para el que no están dotados ni preparados.

Ellos y solo ellos, porque a la sociedad le importa un bledo, como ya ha demostrado sobradamente, mientras haya un americano, en el Cami dels Reis o un alemán, en la Via de Cintura, que paguen.

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