El infierno de la Navidad para Lucía, la mallorquina cien veces maltratada que denuncia el robo de su hija
Fue maltratada y abandonada por su padre, apalizada por su pareja y ahora ha perdido a su hija
El padre maltrató a su hija desde los nueve a los 14 años y ahora se las ha ingeniado para robarle la niña
Lucía siguió con su pareja durante cuatro años a pesar de las continuas palizas
Dos madres denuncian que el Consell de Mallorca les ha «robado» a sus hijas menores de edad
Esta es la dramática historia de Lucía, nombre ficticio que adopta en este reportaje una mujer mallorquina que ahora vive ajena al jolgorio, la fiesta y las reuniones familiares propias de estas fechas. «Para mí todo los días son iguales y la Navidad es ahora un infierno», comenta. Y a tenor de lo que explica, denuncia y acredita, no es para menos. Lucía ha sido cien veces maltratada por su padre y por el hombre que era su pareja y ahora hace un año y tres meses que no ve a su hija menor de edad: «Me la ha robado mi padre maltratador y su nueva mujer», denuncia.
En este caso, al contrario de otros que ha ido desvelando OKDIARIO, el Consell de Mallorca y su Instituto de Asuntos Sociales, el IMAS, no han tenido intervención en el robo a Lucía de su hija aunque se le puede achacar el no haber tenido ninguna iniciativa para proteger a la menor.
Tampoco ha intervenido para proteger a la niña el Govern balear que preside la socialista Francina Armengol y que debido a las denuncias y la intervención de los Servicios Sociales de Barcelona tiene conocimiento del caso.
Lucía sufrió malos tratos por parte de su padre desde los 9 años hasta los 14 cuando la dejó un día en la calle. Se negó a abrirle la puerta de casa y siendo menor de edad se quedó en la calle desamparada. Fue acogida por un familiar. Su madre estaba separada de su padre desde que ella tenía cinco años y por cuestiones de salud no podía contar con su ayuda.
En 2010 Lucía vivía en Barcelona e inició una relación con P. S. T. con quien tuvo a su hija Xisca (también nombre ficticio en este texto). Durante el embarazo, Lucía tramitó la inversión de sus apellidos para evitar que Xisca llevara el linaje de su abuelo maltratador. Como primer apellido lleva el de su madre.
A Lucía le esperaba por fin una vida feliz con el nacimiento de su hija pero esto era sólo una ilusión. Al poco de la llegada de Xisca al mundo empezaron los malos tratos por parte de su pareja P. S. T. La situación de violencia de género continuada se prolongó hasta 2015 cuando decidió huir de Barcelona con su hija y regresar a Palma para no volver a ver al violento maltratador.
«Puse muchas denuncias en el Juzgado de Violencia Sobre la Mujer acompañadas todas de partes médicos. No llegué a denunciar ni la mitad de las agresiones y aberraciones que sufrí durante estos cuatro años», explica Lucía. Añade que aparte de las denuncias tiene testigos de algunas de las palizas que recibió.
La situación llegó al límite en febrero de 2012 cuando Lucía sufrió una tremenda paliza por parte de su pareja P. S. T. que además la denunció por toxicómana. A raíz de esta denuncia, que con el tiempo se demostró que era falsa, intervinieron los Servicios Sociales de Barcelona y seguidamente la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia dictó una resolución de desamparo y situación de riesgo.
A pesar de las palizas y denuncias, Lucía seguía con su pareja, una circunstancia que parece no tener ninguna lógica aunque es un hecho que se repite con frecuencia en los casos de violencia machista. Lucía intenta explicar a este medio cómo a pesar de todo lo sucedido intentó mantener la relación con su pareja y el padre de la niña pero hay en este capítulo de la historia algunos puntos oscuros pendiente de dilucidar. Lo que está documentado es que la pequeña Xisca fue separada de su madre y su pareja, el maltratador padre de la niña, y entregada a sus tíos paternos.
Pronto la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia de Barcelona determinó que el hogar de sus tíos no era el mejor para la niña. Sorprendentemente la pequeña Xisca fue entonces entregada al padre maltratador de Lucía, de iniciales B. F., y a su actual esposa P. C. Como ya se ha indicado, los padres de Lucía se habían separado cuando ésta tenía cinco años. Más tarde el padre maltratador se casó con P. C.
Xisca estuvo en el hogar de su abuelo y su esposa durante ocho meses hasta que el 12 de septiembre de 2012 la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia de Barcelona determinó que la denuncia por la supuesta drogodependencia de Lucía era falsa. Todos los análisis realizados a la madre de la niña así lo confirmaban, según la documentación en poder de este medio. Por todo ello, Xisca fue devuelta a su madre, una decisión que nunca aceptaron el abuelo de la niña y su actual esposa.
Contra toda lógica, pero como sucede tantas veces en casos de malos tratos, Lucía siguió manteniendo la relación con su violenta pareja que le había dado y le seguía dando palizas con frecuencia. Estamos en 2015 y Lucía ya no podía aguantar más y huyó de Barcelona con su hija para desplazarse a Palma donde fue acogida por la Fundación Amaranta.
Lucía y su hija permanecieron bajo la acogida de la Fundación Amaranta entre julio y septiembre de 2015. Después Lucía alquiló un piso donde permaneció cuatro años con su hija. Las palizas de su pareja y los malos tratos de su padre habían dejado huella y Lucía empezó a sufrir depresiones, ansiedad, agorafobia, miedo constante y otras patologías. Seguía recibiendo amenazas por teléfono desde Barcelona por parte de su ex pareja, que le acusaba de haber secuestrado a la hija de ambos.
Lucía tramitó la patria potestad de su hija y la consiguió. Su intención ahora es abandonar Mallorca paras ir a trabajar a Londres. Al fin su pareja, el maltratador, desapareció aparentemente de su vida.
Ahora el problema era el curso escolar. Lucía optó por dejar a su hija en Palma, marcharse a Londres y venir a recogerla en junio cuando hubieran acabado las clases. La pequeña Xisca quedó en manos del padre de Lucía y su esposa, algo que tampoco se entiende dado el pasado maltratador del progenitor. Lucía lo explica así: «Mi padre me maltrataba a mí pero siempre se portó bien con mi hija. Además, la esposa de mi padre, que no ha podido tener hijos, está enamorada de Xisca». Estamos en febrero de 2018.
Lucía consiguió trabajo en Londres en dos restaurantes como camarera. Uno de ello es el tres estrellas Michelin ahora ya cerrado.
Las cosas iban mejor para Lucía pero llegó el coronavirus y el restaurante cerró sus puertas. Estuvo tres meses sin poder ver a su hija pero en marzo de 2020 decidió regresar a Palma de forma definitiva y ahora empezó una nueva pesadilla para la madre víctima de violencia de género y maltratada y abandonada por su padre, una pesadilla que prosigue hoy en día.
El 30 de marzo de 2020 Lucía comunicó a su padre y a la esposa de éste que pronto iba a regresar a Palma. En de junio abandonó el Reino Unido y cuando ya está en Barcelona recibió el mensaje de que había sido denunciadas por su padre alegando que era drogodependienta y peligrosa para su hija Xisca.
El padre de Lucía y su esposa le comunicaron vía whatsapp que se quedaban con su hija y que no se la iban a entregar alegando que habían conseguido la custodia de la niña en los juzgados. Para ello utilizaron una demanda falsa. Lucía en todo este tiempo ha contratado a seis abogados y ha iniciado un procedimiento judicial con múltiples denuncias, querellas y recursos sin haber conseguir recuperar a su hija. Hace ya un año y tres meses que no la ve.
La madre cien veces maltratada cuenta que su padre tiene muchas influencias y mucho dinero y que por ello, a pesar de la resolución a su favor de la patria potestad no ha conseguido recuperar a su hija. Lucia no es toxicómana, lo demuestran informes diversos, y tiene vivienda en Palma y trabajo. Durante la batalla judicial, Lucía ha presentado denuncias contra una treintena de personas y entre ellas su padre, la mujer de su padre, jueces, fiscales, abogados y varios funcionarios. Todo ha resultado en vano.
OKDIARIO dispone de toda la documentación que acredita la historia de esta madre maltratada por su padre, su pareja, su cuñada y otras personas que ahora no se citan. Lucía habla de corrupción judicial, manipulación, soborno y muchas cosas más. Ahora lleva un año sin ver a su hija. «Me la ha robado mi padre y su mujer», sentencia.