Exposición del artista mallorquín Grip Face en LA BIBI
Doble muestra de este artista internacional en la sede de la galería de Establiments
Reflexión en torno a la pugna entre la invasión de imágenes e informaciones digitales y las que provienen de la propia experiencia
Se acaba de abrir al público la primera gran exposición individual en Palma del artista mallorquín, radicado desde hace años fuera de la isla y con un creciente reconocimiento internacional, Grip Face, nombre artístico o avatar de David Oliver (Son Ferriol, Palma, 1989).
Llega después de inaugurar una extensa muestra individual en Seúl, capital de Corea del Sur, el pasado mes de marzo, en esa ocasión con la Gana Gallery, una de las más importantes del país y con sede también en la ciudad norteamericana de Los Ángeles. Ahora puede verse su trabajo en la galería LA BIBI, en su magnífico espacio de Establiments, hasta el 3 de agosto.
Se trata en realidad de una doble exposición, pues en los dos principales espacios de la galería el artista despliega dos diferentes series. Casi podríamos decir que en uno de ellos puede verse puramente a Grip Face y en el otro a David Oliver, más íntimo y pictórico.
También el título complejo de la muestra refiere la doble exposición: Sashimi consciente en la cabaña de cristal (my algorithm without me). La primera expresión refiere a la serie que ocupa el espacio principal de la galería y «mi algoritmo sin mí» apunta al sentido de la instalación del coliseo cerrado del otro espacio, el más reducido. En ambas series aparece una instalación en forma de tipi (claramente en el primer caso; más indefinida y abierta por arriba en el segundo), una suerte de demos o refugio ante el avasallamiento de la profusión de imágenes e informaciones del mundo digital que nos invade.
El tipi de la serie Sashimi… está formado con espejos que reflejan hacia fuera, hacia el exterior, las imágenes de ese mundo que pretende el avasallamiento. Se trata de una suerte de forro, como el que conllevan los convencionales tapices de este tipo de construcciones de protección contra los elementos (el viento, el frío…), sólo que en este caso, al ser espejos, de lo que protegen es del frío digital, como bien dice la hoja de sala redactada por la comisaria Almudena Blasco Vallés. En el interior, una serie de imágenes provenientes del universo íntimo del propio artista, manifiestan esa resistencia en pugna constante por la supervivencia de la memoria.
En realidad, la conquista del imaginario personal es el tema fundamental del arte y de la colisión del mundo visual y emocional con el núcleo íntimo del espectador. De hecho, como indicara el escritor polaco Witold Gombrowicz, todo artista, incluso sin saberlo, pretende siempre, en el fondo, colonizar la mente del espectador, de manera que cuando Kandinsky, por ejemplo, pinta su célebre Jinete azul, lo que quisiera es que el espectador, a partir de su visionado, tuviera esa referencia visual cada vez que le viniera a la mente el concepto jinete; o, en el caso de Franz Marc, cada vez que se pensara en un caballo, la imagen que se formase en el cerebro de quien invocara ese concepto fuese su también azul caballo.
En definitiva, la colonización de las mentes no ha comenzado con la explosión de imágenes del mundo digital actual, sino que es asunto atávico. Lo que ocurre es que ahora, con el inusitado estallido tecnológico, la defensa ante la invasión se ha vuelto numantina y casi imposible.
Regresando a la exposición de Grip fase en LA BIBI, en el espacio principal de la galería, alrededor del tipi citado, se despliegan en las paredes unas composiciones site specific en los que el artista ha desarrollado unas imágenes de paisajes y frondas y florestas con trazos limpios en negro sobre el fondo blanco de las paredes que rememoran el universo emocional propio del artista, que se resiste a ser modificado desde el exterior por potencias extrañas invasoras. Entre cada mural dibujado puede encontrarse una pequeña imagen intervenida por el artista, imagen que también proviene de su mundo más íntimo.
El tipi abierto por arriba del otro espacio está formado por seis enormes lienzos colocados en círculo cerrado, un círculo al que debe penetrar el espectador para apreciar la obra. Se trata de pinturas en torno a la imagen de una figura humana cubierta por un disfraz de oso, una imagen que proviene de la tragedia marítima de la inmigración en el Mar Mediterráneo: en una ocasión apareció, entre cadáveres dispersos, flotando, un disfraz de oso; por lo visto, para afrontar el frío de la travesía, sin otro medio más oportuno, algún infortunado se cubrió con ese disfraz encontrado no se sabe bien dónde. Esa imagen impactó en David Oliver y es la que sirve de base a esta serie de grandes pinturas realizadas con técnica depurada, colores brillantes y textura pulida.
De todos modos, nada más lejos de la realidad que Grip Face renuncie al uso de las nuevas herramientas digitales (por si se pudiera entender así lo hasta aquí comentado de la exposición). La reflexión que marca esta magna muestra se centra en la cohabitación de los dos mundos y el necesario refugio que la conciencia propia y la memoria personal representan ante la invasión de la información que nos puede conducir al caos.
Una importante exposición de arte rabiosamente contemporáneo de un artista de aquí, Grip Face o David Oliver, que tiene predicamento internacional y un muy prometedor presente-futuro.
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